La guerra de Gaza dispara el apoyo a Hamás en Cisjordania
La empatía por los miles de muertos provocados por Israel en la Franja y la desafección hacia la Autoridad Nacional Palestina cuadruplica a los partidarios de la organización islamista
Hasta el inicio de la guerra de Gaza, las banderas verdes de Hamás estaban prohibidas en Ramala. Pero el viernes, tras el rezo del mediodía, unas 500 personas se repartían decenas de ellas a las puertas de la mezquita Gamal Abdel Nasser y emprendían el camino hacia la plaza de Al Manara, el centro neurálgico de la capital administrativa palestina. Los hombres y los niños iban delante, ataviados con todo tipo de parafernalia de la organización islamista; las mujeres los seguían pocos metros atrás, algunas de ellas con fotos de líderes rebeldes hutíes de Yemen, el grupo que, desde hace semanas, dispara sus misiles contra el sur de Israel. Un hombre lanzaba gritos en medio de la masa que luego corean los demás. “¡Gaza es la tierra de la libertad!”, repetían todos. “¡La victoria ya está aquí!”. La policía palestina contemplaba la escena desde sus coches, pero no intervenía.
Pocos días después de los ataques islamistas del 7 de octubre, con Israel conmocionado tras 1.200 asesinatos en su suelo y más de 200 secuestrados, el portavoz del ejército israelí, Daniel Hagari, detalló los objetivos de la respuesta militar que se acababa de lanzar: “Destruir completamente la capacidad de Gobierno y militar de Hamás”. Tras más de dos meses de bombardeos e incursiones terrestres en Gaza que han causado la muerte de más de 19.000 personas, entre ellas al menos 11.000 mujeres y menores, según Naciones Unidas, puede que la organización que lidera Ismail Haniye haya perdido parte de su capacidad operativa. Pero Hamás sigue vivo en el corazón de los palestinos. Y la operación armada no ha hecho más que multiplicar su apoyo.
La popularidad de este grupo —considerado terrorista por EE UU y la UE y que Israel compara con el Estado Islámico— ha crecido en la Franja pese a la enorme ola de destrucción y al desastre humanitario al que han sido sometidos sus habitantes. Pero no solo en ese territorio, que gobierna desde su victoria electoral en 2006 y controla en solitario desde un año más tarde. En Cisjordania, los partidarios de Hamás prácticamente se han cuadruplicado con la guerra, como refleja el último sondeo del Centro Palestino de Políticas e Investigación de Encuestas (PSR, en sus siglas en inglés), hecho en colaboración con la Fundación Konrad Adenauer durante la semana de tregua humanitaria y de intercambio de prisioneros y rehenes que acabó el 1 de diciembre.
“La gente considera que la agresión de Israel en Gaza es de una dimensión mucho mayor que los ataques del 7 octubre”, explica Walid Ladadwe, uno de los coordinadores del estudio, en la sede de su instituto en Ramala. “Lo que los palestinos ven en los medios es que los bombardeos han causado la muerte de miles de inocentes, mientras que entienden que los miembros de Hamás están defendiendo y protegiendo a la población de estas agresiones”, añade. “Los ciudadanos valoran, además, su habilidad para sacar a presos palestinos de las cárceles israelíes. Estoy seguro de que su apoyo va a seguir creciendo mientras dure la guerra”.
Los resultados de la encuesta de Ladadwe son abrumadores. Cuatro de cada 10 palestinos residentes en los territorios ocupados (el 43%) apoyan a Hamás. Se trata de una cifra que prácticamente duplica a la obtenida hace solo tres meses (22%), cuando se hizo el anterior sondeo. En Gaza, el crecimiento ha sido moderado, pasando del 38% al 42%. Pero en Cisjordania, donde los ataques de Israel han sido de menor entidad, la subida ha sido exponencial, pasando del 12% de apoyo obtenido el pasado septiembre, al 44% actual.
La empatía con el sufrimiento de los gazatíes tiene mucho que ver con el fenómeno. Pero también la creciente desafección hacia la Autoridad Nacional Palestina (ANP), sobre todo en Cisjordania, el territorio que controla. El apoyo a Al Fatah, el partido del presidente Mahmud Abbas, ha bajado del 26% al 17%. “El descenso de su popularidad se debe a que los ciudadanos han visto que su relación con Israel y Estados Unidos no ha traído ningún progreso para Palestina”, asegura Ladadwe. “La imagen de las terribles matanzas de Israel en Gaza les han penalizado todavía más por esa razón”, prosigue.
Sin trabajo ni oportunidades
Apenas a unos kilómetros de ese lugar, desde un pequeño colmado del campo de refugiados de Kalandia (16.000 habitantes), Yousef Abed al Hafiz, de 69 años, un trabajador de hotel jubilado y partidario de Al Fatah durante décadas, confirma esa tendencia. “Hemos luchado de forma pacífica durante muchos años, pero ¿cuál ha sido el resultado?”, se pregunta. “Los refugiados palestinos seguimos discriminados por nuestro propio Gobierno y nuestros hijos no tienen trabajo ni oportunidades. Vivimos en la pobreza mientras nuestros líderes solo piensan en llenarse los bolsillos”.
Al Afiz asegura que el apoyo a Hamás en el campo de Kalandia viene creciendo desde hace años, pero se ha multiplicado con la guerra. “La gente considera que la resistencia es la única forma de lograr sus derechos”, sostiene. “Los palestinos estábamos completamente olvidados. Siento mucho las muertes que se están produciendo, pero Hamás ha conseguido resucitar nuestra causa y que todos vuelvan a hablar de ella”, añade. “Si hoy hubiera elecciones, yo sería el primero en votarlos”.
No es el único. Según la encuesta del PSR en caso de que ahora se abrieran las urnas —los últimos comicios, que ya ganó Hamás, se celebraron en 2006—, el grupo islamista arrasaría con el 51% de los sufragios. Además, el 54% de los encuestados cree que Hamás es la organización que, pese a sus ataques en territorio israelí y la guerra posterior en Gaza, merece representar y liderar al pueblo palestino, según recoge el sondeo. En septiembre solo lo pensaba el 27%.
La inmensa mayoría de los consultados considera justificados los ataques de 7 de octubre. Siete de cada 10 cree que la decisión de Hamás de perpetrarlos fue “correcta”. El porcentaje de apoyo a estas acciones es mayor en Cisjordania (82% de los encuestados) que en Gaza (57%), debido a que en este último territorio muchos culpan al movimiento islamista de la ola de destrucción provocada por los bombardeos y las incursiones de Israel, según Ladadwe, el coordinador del sondeo. El 89% considera que las 1.200 muertes causadas por su brazo militar en Israel no constituyeron un crimen de guerra, sin embargo sí ven así los bombardeos indiscriminados y sistemáticos en Gaza, según el 95% de los consultados.
“Casi todo el mundo en Cisjordania apoya lo que ocurrió el 7 de octubre”, señala el columnista y analista político Nihad Abughosh en su casa de Ramala. “Frente a la idea generalizada de que la ANP y Abbas están maniatados por Israel y son corruptos y ladrones, Hamás ha demostrado a los palestinos que pueden conseguir mucho con la resistencia”, añade. “Abbas nos ha hablado durante años también de resistencia, pero de resistencia pasiva, pero no ha conseguido nada”. “A todo esto se suma la brutalidad de esta guerra, un desastre que va a ser muy difícil de olvidar”.
Ladadwe agrega: “Está claro que las Brigadas de Ezedin al Qasam [el brazo armado de Hamás] atacaron Israel, pero los israelíes llevan años matando palestinos, llevándolos presos o demoliendo sus casas tanto en Gaza como en Cisjordania”. Y concluye: “Con esta guerra, Israel no va a conseguir su objetivo de acabar con la organización porque, a medida que avanza el conflicto, la gente quiere cada vez más y admira más a sus combatientes. Muchos palestinos piensan que estos solo quieren defenderlos y que les devuelvan su tierra de una vez por todas”.
Un asedio de 17 años
Ahmed al Shialleh, vicepresidente de la asociación de abogados de Cisjordania, es uno de los muchos que muestran comprensión por esos ataques. “Es muy fácil entender por qué Hamás llevó a cabo esas acciones”, afirma en la plaza de Al Manara de Ramala mientras espera a los manifestantes de las banderas verdes. “Gaza ha estado bajo asedio israelí durante los últimos 17 años. Es una prisión al aire libre para dos millones de habitantes. Miles de gazatíes quisieron emigrar, pero no les dejaron y muchos murieron al intentarlo. Han sufrido cuatro guerras y años y más años de agresiones israelíes”.
“Desde los acuerdos de Oslo [los que dieron lugar, en 1993 a la creación de la ANP configurando la actual división territorial], han pasado muchos años en los que nuestros políticos han tratado de lograr una solución negociada, pero la gente se ha dado cuenta de que no hay horizonte por ese camino. Mientras, la agresividad de Israel no ha dejado de aumentar”, continúa este letrado, que durante muchos años fue partidario de Al Fatah. “Todo eso ha creado una enorme distancia entre lo que piensa la sociedad y lo que hacen sus gobernantes y Hamás ha sido muy hábil para cubrir ese hueco. La gente lo ve como la gran esperanza”.
Viernes 15 de diciembre. A las 12.30, el verde omnipresente de la comitiva de miembros y simpatizantes de Hamás que salió de la mezquita baja por la calle Al Nahda y toma la plaza central de Ramala, a menos de un kilómetro de la Muqata, la sede de la presidencia de la ANP. El griterío da paso a un silencio sepulcral. Varios manifestantes levantan a hombros un enorme altavoz entre la multitud. A través de él, desde su refugio en Qatar, uno de los dirigentes de Hamás, Husam Badran, se dirige por teléfono a los asistentes. “Con esta guerra contra la agresión arreglaremos la casa palestina”, dice encendido. “Esta ocupación ha movilizado a todos los palestinos y no acabará con nosotros”, prosigue. Nuestra lucha no terminará, no levantaremos la bandera blanca. Liberaremos nuestra tierra y la mezquita de Al Aqsa. Volver atrás no es posible, nuestra lucha es el único camino”, concluye. La masa lo aclama.
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