Ehud Olmert: “La arrogancia impidió a Israel evitar los ataques del 7 de octubre”

El ex primer ministro israelí pide parar la guerra en Gaza y lograr la vuelta de los rehenes y piensa que Netanyahu, al que considera acabado y “fuera de sí”, debería ofrecer un “horizonte político” de dos Estados para no perder apoyo internacional

El ex primer ministro israelí Ehud Olmert, durante la entrevista en su despacho de Tel Aviv, el 31 de diciembre.QUIQUE KIERSZENBAUM

Sostiene Iñaki Anasagasti, exdiputado y exsenador del PNV, que la expresión “jarrones chinos” —un objeto muy valioso pero que nadie sabe dónde colocar— aplicada a los exmandatarios que, una vez terminada su carrera, se sienten con la libertad de decir lo que piensan por impopular que sea, se la inventó el expresidente chileno Eduardo Frei. En la actual situación en Israel y Palestina, con 1.200 muertos por los ataques de Hamás del 7 de octubre y otros más de 21.000 debido a la ...

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Sostiene Iñaki Anasagasti, exdiputado y exsenador del PNV, que la expresión “jarrones chinos” —un objeto muy valioso pero que nadie sabe dónde colocar— aplicada a los exmandatarios que, una vez terminada su carrera, se sienten con la libertad de decir lo que piensan por impopular que sea, se la inventó el expresidente chileno Eduardo Frei. En la actual situación en Israel y Palestina, con 1.200 muertos por los ataques de Hamás del 7 de octubre y otros más de 21.000 debido a la respuesta militar israelí sobre Gaza, Ehud Olmert (Binyamina, Israel, 78 años) encaja bien en ese concepto.

El que fuera primer ministro israelí entre 2006 y 2009 con el partido centrista Kadima es consciente del fuerte apoyo social con el que cuenta la campaña militar de su país pese a las enormes cifras de civiles muertos que ha causado, pero considera que el Gobierno de Benjamín Netanyahu debería parar la guerra ya para conseguir la libertad de los 125 rehenes que aún permanecen en manos del grupo islamista. Muy crítico con Netanyahu, que le sucedió en el poder y al que considera acabado, Olmert es partidario de retomar las negociaciones con la Autoridad Nacional Palestina con la vista puesta en una solución de dos Estados. “Israel tiene que proporcionar un horizonte político”, repite.

Pregunta. Tras los atentados del 7 de octubre, Israel atraviesa uno de sus peores momentos desde su fundación. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

Respuesta. Israel quedó absolutamente conmocionado. Estoy seguro de que Israel tenía toda la inteligencia necesaria para saber lo que estaba pasando. Incluso hubo advertencias concretas de servicios amigos de la posibilidad de un ataque militar muy serio por parte de Hamás. Durante mucho tiempo, Israel ha desarrollado un cierto grado de arrogancia y complacencia. Netanyahu dijo que no quería tratos con la Autoridad Palestina. La Autoridad Palestina es un socio potencial para las negociaciones políticas, pero desde el punto de vista del Gobierno israelí, las negociaciones políticas casi inevitablemente significan concesiones territoriales a los palestinos. Para alguien como Netanyahu, cuya base política depende del concepto del Gran Israel, era imposible. Así que cambió de dirección y degradó a la Autoridad Palestina, a Mahmud Abbas, diciendo que no es digno de confianza, que son terroristas... Netanyahu dijo que preferiría tratar con Hamás. La diferencia entre Netanyahu y los palestinos era que los palestinos estaban aumentando constantemente sus capacidades militares. Su objetivo era hacer lo que hicieron el 7 de octubre: intentar sacudir la base de la confianza y las fortalezas de Israel para crear este terremoto sin precedentes. Netanyahu pensó que podía comprar a Hamás con dinero porque piensa que todo se puede comprar. Pero con dinero no puedes comprarlo todo.

P. ¿Cómo intentó comprar a Hamás?

R. Permitió que Qatar financiara a Hamás con miles de millones de dólares. Y pensó que con ese dinero podría comprar su cooperación tácita. Pero no todo el mundo es como Netanyahu. Yahia Sinwar [líder de Hamás en Gaza y presunto cerebro del 7 de octubre] lo interpretó de manera muy hábil. Aunque Netanyahu lo llama ahora “nazi”, fue él quien lo liberó de la cárcel a cambio del soldado israelí Guilad Shalit. Él y otros 1.026 prisioneros palestinos por un soldado. Lo que no sabía es que Sinwar no juega a este juego. A Sinwar le ayudó su experiencia en la cárcel. Sabía que los israelíes son muy arrogantes y que no creían que los palestinos pudieran hacer lo que hicieron. Que no tienen esa sofisticación y sabiduría para engañar a Israel. La inteligencia y la ciberinteligencia israelí es la mejor del mundo y dio buenos resultados. La mentalidad israelí estaba a otra cosa y eso es lo que permitió la matanza. La arrogancia. Ese fue el problema.

P. ¿La arrogancia no es un fallo de los servicios de inteligencia?

R. No hubo ningún fallo de inteligencia. Hubo fracaso psicológico e intelectual, no de inteligencia. Lo sabíamos todo. Ahora podemos mostrar películas de cómo entrenaban, de lo que hacían. Esto también sucedió en 1973, antes de la Guerra de Yom Kipur. Con Hamás fue lo mismo. Vimos el entrenamiento y nos preguntamos: “¿Hamás nos la va a jugar? ¿A nosotros los israelíes? Somos la nación de las startups. Lo sabemos todo”. Lo sabemos todo, pero a veces no sabemos leer la mente de otra persona. No entendimos lo que pasaba.

P. ¿Ha afectado toda esta cadena de errores a la popularidad de Netanyahu?

R. Estoy seguro de que todavía queda alguno que lo apoya, pero su número baja cada día. Todas las encuestas publicadas después del 7 de octubre muestran que Netanyahu ha perdido más de la mitad del apoyo que tenía hasta ahora. Está en las últimas.

Ehud Olmert, ex primer ministro de Israel, durante la entrevista en Tel Aviv, el 31 de diciembre. QUIQUE KIERSZENBAUM

P. Los objetivos de la guerra de Gaza son erradicar a Hamás y liberar a los rehenes. ¿No son contradictorios teniendo en cuenta la violencia de la operación militar?

R. Hay dos actitudes diferentes. Una dice que cuanto más fuerte sea la presión militar, mayores serán las posibilidades de que los rehenes sean liberados. Luego hay otra opinión, según la cual cuanto más larga sea la operación militar, menores serán las posibilidades de liberación. Tal vez podamos destruir a Hamás, pero no tendremos rehenes vivos. Por lo tanto, puede que no haya una sincronización de estos dos objetivos. Israel debería detener los combates para intercambiar todos los rehenes. Los vivos y los muertos. Israel ha golpeado a Hamás de una manera muy dolorosa. Hamás sufre, Hamás sangra, pero no está destruido. Han perdido miles de soldados, pero hay que entenderlo desde el punto de vista de Yahia Sinwar y Hamás. Para lograr su objetivo sagrado, 10.000 soldados asesinados no es gran cosa. Tienen una visión completamente diferente de las vidas humanas, del sacrificio. Así que sí, hemos destruido una parte importante de la capacidad militar de Hamás, pero no a Hamás. Es muy difícil destruir una organización terrorista. Hamás tiene entre 20.000 y 30.000 terroristas. Matas a 10.000. Es una pérdida enorme. Pero tienen otros 20.000 y mañana tendrán otros 5.000 o 10.000 más, porque si no tienen un horizonte político, si no tienen un futuro político, se convertirán en terroristas. Derrotar a una organización terrorista significa algo completamente diferente de lo que estamos acostumbrados. Hemos matado a muchos, hemos destruido sus túneles, sus puestos de mando, algunos de sus comandantes. ¿Hemos acabado con Hamás? No.

P. Las encuestas muestran que, desde el 7 de octubre, el apoyo a Hamás en los territorios palestinos ha crecido. En Cisjordania casi se ha cuadruplicado.

R. No sé si Hamás ha aumentado su apoyo en Gaza. No se puede medir porque no habrá elecciones libres mientras Hamás tenga el control. En Cisjordania creo que aumentaron su apoyo. Porque la gente que vive en Cisjordania no tiene por qué sufrir lo que ha hecho Hamás como en Gaza, donde el 50% del territorio está destruido, los edificios están hundidos, la gente siente que esto está destruyendo sus vidas y no todos están muy contentos. Pero en Cisjordania, puedes ir a un café, a un bar... Es próspero. Cuando ven lo de Gaza en televisión se identifican emocionalmente y les resulta más fácil apoyar a Hamás.

P. Usted habla de parar ya la guerra. ¿Cree que la sociedad israelí lo aceptaría?

R. No lo digo porque pueda ser popular o impopular, sino porque creo que es correcto. Hay un número cada vez mayor de israelíes que comprenden que se está ampliando la brecha entre el objetivo de devolver a los rehenes y el de continuar la guerra. Tenemos que tomar una decisión. ¿Queremos recuperar a los rehenes o queremos seguir luchando? Siempre he estado en contra de estos tratos, pero esta vez es diferente, porque los rehenes fueron secuestrados en sus hogares, sus salas de estar, sus dormitorios, y donde es responsabilidad absoluta del Gobierno protegerlos. Y no pudimos. Cuando envías al soldado al campo de batalla, siempre existe la posibilidad de que no regrese. Pero es un soldado. Nadie te culparía de enviarlo al campo de batalla y no traerlo de regreso si ese es el resultado inevitable de la guerra. Los ciudadanos en sus hogares son responsabilidad absoluta del Gobierno. No puede haber excusa ni justificación. Desde el punto de vista de los israelíes, los rehenes son un asunto inolvidable e imperdonable, y el Gobierno tiene que hacer todo lo posible para recuperarlos. Si el precio de traerlos es el fin de la operación militar, aunque pueda parecer insultante y humillante, tenemos que pagarlo.

P. La enorme pérdida de civiles está erosionando el apoyo internacional. ¿Es consciente el Gobierno del daño en su reputación que está sufriendo el Estado?

R. Puede que Netanyahu sea consciente de la erosión de la simpatía por el Estado de Israel. Pero en lo que a él respecta, su posición y su estatus personal parece ser más importante. Sea como sea, está completamente fuera de sí. Tiene que irse. Hay una creciente desconfianza en Netanyahu. Cada vez más israelíes comprenden que él no es la solución. Él es el problema. Y para llegar a una solución, necesitamos deshacernos de él.

El ex primer ministro israelí Ehud Olmert, en Tel Aviv, el 31 de diciembre. QUIQUE KIERSZENBAUM

P. En público, el primer ministro mantiene el discurso más duro de llegar hasta el final, pero detrás de las cámaras da pasos que antes parecían tabú, como aceptar a la Autoridad Nacional Palestina en Gaza o una retirada parcial de las tropas para que vuelvan los rehenes.

R. Parece que ha perdido el contacto con la realidad. Vive en una burbuja. Creo que lo que siente es que la única manera de salvarse es continuar con estas declaraciones histéricas y arrogantes de destruir y destruir hasta el final, con la esperanza de que mientras dure, se distanciará del impacto que tuvieron los acontecimientos del 7 de octubre. Pero no creo que esté haciendo el cálculo correcto.

P. ¿Por qué rechaza sistemáticamente hablar del escenario posterior a la guerra?

R. Porque no tiene nada que decir. Si dice lo que realmente piensa, será rechazado por toda la comunidad internacional. Si dice lo que la comunidad internacional quiere que diga, perderá su Gobierno. Por eso prefiere no decir nada.

P. Desde su experiencia como primer ministro, ¿cómo debería ser ese escenario?

R. Israel tiene que hacer tres cosas. Primero, anunciar que nos retiraremos de Gaza cuando terminen los combates. Después, acercarnos a nuestros amigos, Estados Unidos y Europa —me temo que no podremos hablar con [el presidente español] Pedro Sánchez porque no es muy cooperativo— y decirles: ¿tienen a alguien que pueda hacerse cargo de Gaza? Ningún otro país debe poner un pie en Gaza después de Israel. Hay que enviar una fuerza de intervención internacional durante un año o año y medio para que mantenga el equilibrio y no permita que los terroristas vuelvan a tomar el poder, un periodo provisional para preparar la toma del poder por la Autoridad Palestina. Además, Israel tiene que embarcarse en negociaciones para una solución de dos Estados. Ofrezcamos la mediación a Egipto. Israel tiene que proporcionar un horizonte político. Así ayudará a Biden, Sunak, Scholz, Macron y a otros a darle a Israel un poco más de tiempo para atacar más a Hamás. De esa manera podrán decir que no les gusta la situación humanitaria pero al menos Israel está preparado para iniciar un impulso político hacia una solución. Si Israel no ofrece ningún horizonte político y piensa, en contra de la comunidad internacional, que puede luchar indefinidamente, perderá mucho más apoyo internacional.

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