Trump defiende la inmunidad presidencial incluso para el asesinato de rivales políticos
Los abogados del expresidente de EE UU sostienen que no puede ser procesado si antes no ha sido condenado por el Senado en un juicio político, pero las juezas parecen rechazar ese argumento
“¿Puede un presidente que ordene [a un grupo de operaciones especiales] que asesine a un rival político ser sometido a persecución penal sin haber sido condenado políticamente [en un impeachment]?”. La pregunta de la jueza Florence Pan puso contra las cuerdas al abogado de Donald Trump, John Sauer, este martes en una vista celebrada en los juzgados federales de Washington. Para que su extrema teoría legal sobre la inmunidad presidencial no se derrumbase, la defensa de Trump, con el expresidente de Estados Unidos presente en la sala, tuvo que defenderla incluso para ese supuesto. Las jue...
“¿Puede un presidente que ordene [a un grupo de operaciones especiales] que asesine a un rival político ser sometido a persecución penal sin haber sido condenado políticamente [en un impeachment]?”. La pregunta de la jueza Florence Pan puso contra las cuerdas al abogado de Donald Trump, John Sauer, este martes en una vista celebrada en los juzgados federales de Washington. Para que su extrema teoría legal sobre la inmunidad presidencial no se derrumbase, la defensa de Trump, con el expresidente de Estados Unidos presente en la sala, tuvo que defenderla incluso para ese supuesto. Las juezas del tribunal de apelaciones que revisa el recurso en el caso penal de Washington por intentar alterar los resultados de 2020 no se mostraron nada convencidas. Probablemente, rechacen la inmunidad, como ya lo hizo la jueza en primera instancia, y el caso acabe en el Tribunal Supremo.
Trump parece haberle cogido gustillo a los juzgados. Cada vez que se pasea por ellos sube en las encuestas y la máquina registradora de su campaña se pone a hacer caja. Así que este martes se presentó en Washington en una vista a la que no tenía ninguna necesidad de asistir. Al tiempo que acudía voluntariamente y por decisión propia, mentía en mensajes a sus seguidores y en las redes sociales diciendo que el presidente Joe Biden le obligaba a interrumpir su campaña a solo seis días de los caucus de Iowa, el pistoletazo de salida de las primarias para la nominación a la presidencia. Sabiendo que las cámaras lo apuntaban, Trump ha comparecido tras la vista con sus bulos y su propaganda política habitual —pero sin admitir preguntas—, mostrando que acudir a los juzgados es ya parte de su campaña.
Sin las gélidas temperaturas de Iowa, Washington también le recibió con una mañana lluviosa y desapacible. Quizá eso, quizá que todo cansa, no había apenas ni curiosos en torno al complejo de los juzgados federales, donde sí le esperaban algunos centenares de periodistas y agentes de policía haciendo guardia. Frente al espectáculo de sus imputaciones, esta vez lo que había era un solitario manifestante poniendo música de circo a todo volumen.
Dentro del edificio, en el juzgado 31, en la quinta planta del edificio E. Barrett Prettyman, a poco distancia del Capitolio, el abogado del expresidente apelaba una decisión de la jueza Tanya Chutkan, encargada del caso, en la que rechazó la inmunidad de Trump de forma rotunda. El fiscal especial Jack Smith quería que el Supremo decidiese al respecto directamente para no perder tiempo y poder empezar el juicio el 4 de marzo, la fecha para la que está inicialmente agendado. El Supremo, sin embargo, ha decidido esperar su turno, en lo que ya es una pequeña victoria para Trump, que logra ir dilatando el caso.
“Abrir la caja de Pandora”
Sauer recordó que la Constitución estadounidense concede inmunidad al presidente para los actos realizados en el ejercicio de sus deberes oficiales. Sostuvo en la vista que si se permite ahora procesar a Trump, Estados Unidos entraría en una era de ajustes de cuentas en la que un presidente procese al anterior. “Autorizar el procesamiento de un presidente por actos oficiales abriría una caja de Pandora de la que esta nación podría no recuperarse nunca”, advirtió gráficamente, expresión que luego repetiría Trump en su comparecencia. Una presidencia de venganzas y represalias es, por otra parte, lo que ha prometido precisamente Trump si vuelve a la Casa Blanca.
Según Sauer, para que un presidente de Estados Unidos pueda ser procesado por actos que se pueda interpretar que desempeña en el ejercicio de su cargo, primero tiene que ser procesado políticamente por la Cámara de Representantes a través de un impeachment y luego condenado por el Senado, con una mayoría de dos tercios. Además, sostuvo que no se puede juzgar a un presidente por la separación de poderes.
Tras su alegato inicial, las tres juezas del Tribunal de Apelaciones, dos de ellas nombradas por presidentes demócratas, empezaron a cuestionar sus argumentos. La progresista Florence Pan fue especialmente incisiva. Ante las evasivas de Sauer, no se cansó de preguntar y repreguntar una misma cuestión, a veces hasta siete veces, hasta conseguir algo parecido a una respuesta.
Puso en aprietos a Sauer al reducir al absurdo sus tesis: le preguntó si, a falta de una condena por impeachment, un presidente podría ser procesado por vender secretos nucleares, indultos a delincuentes u ordenar a un comando especial asesinar a un rival político. Se centró en esa pregunta, atornillando al abogado de Trump, mientras el presidente permanecía impasible, como con la mirada perdida, en la mesa de sus abogados. “Tendría que ser y sería sometido rápidamente a impeachment y condenado [por el Senado] antes de la persecución penal”, contestó el abogado. La jueza insistió e insistió, pero el abogado seguía manteniendo esa tesis de que no podría ser imputado sin un impeachment previo. “¿Así que su respuesta es no?”, insistió la jueza. “Es un sí hipotético”, replicó el abogado.
En la argumentación de Sauer resuena la de otro abogado de Trump en 2019, ante un tribunal de Nueva York, en la que dijo que el presidente no podía ser investigado ni procesado mientras estuviera en la Casa Blanca, ni siquiera por disparar a alguien en plena Quinta Avenida, pero también una declaración del propio Trump en 2016 de que podría hacerlo y ni siquiera perder votos.
Incluso la jueza Karen Henderson, nombrada por el republicano George H. W. Bush, parecía escéptica: “Creo que es paradójico decir que su deber constitucional de velar por la fiel ejecución de las leyes le permite violar la legislación penal”, dijo.
El fiscal James Pearce insistió en que Trump no es inmune: “El presidente tiene un papel constitucional único, pero no está por encima de la ley. Los principios de separación de poderes, el texto constitucional, la historia, los precedentes y las doctrinas de inmunidad apuntan a la conclusión de que un expresidente no goza de inmunidad procesal”, argumentó en su turno.
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