Mohamed VI reactiva su presencia pública en Marruecos con un amplio reajuste del Gobierno
El monarca alauí, que había limitado su actividad oficial en los últimos meses, se dispone a recibir a Macron para sellar la reconciliación diplomática con Francia
Mohamed VI había restringido en los últimos meses su presencia pública, limitada a un puñado de señalados actos oficiales y religiosos. Visiblemente más delgado tras años de perfil obeso, el rey de Marruecos, de 61 años y que se sometió a sendas intervenciones de cirugía cardiaca en 2018 y 2020, volvió a comparecer en el palacio real de Rabat en la noche del miércoles en una cadena de audiencias oficiales en las que recibió a numerosos altos cargos, entre ellos los nuevos walis (gobernadores) que ha designado, y tomó juramento a los miembros del Gobierno surgido de un amplio reajuste en el que han entrado ocho ministros y seis secretarios de Estado. Además, el monarca de la dinastía alauí se dispone a recibir la semana que viene al presidente de Francia, Emmanuel Macron, en una esperada visita oficial que sella la reconciliación diplomática con la antigua potencia colonial tras el decidido giro dado hace tres meses por París en favor de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
El soberano ha mantenido la tradición de mostrarse en público en celebraciones religiosas, como la fiesta del sacrificio o del cordero, en junio, y laicas, como la fiesta del trono, en julio, que coincidió con el 25º aniversario de su llegada al poder, pero apenas se dejó ver durante sus vacaciones en las playas próximas a Tetuán, que este verano no se prolongaron en Alhucemas (también en la costa del norte del país magrebí), como era habitual a mediados de agosto. En septiembre, durante una visita privada a París, donde posee una lujosa residencia cercana a la Torre Eiffel, Mohamed VI declinó reunirse con Macron en el Elíseo, según habían anticipado medios de comunicación franceses y marroquíes.
De regreso a Rabat, el monarca ha reactivado su presencia pública coincidiendo con la difusión en las redes sociales de comentarios sobre el presunto deterioro de su estado de salud. Para marcar el tradicional inicio del periodo de sesiones, el pasado día 11 pronunció ante el Parlamento un discurso en el que ensalzó el “apoyo claro” de Francia y de su presidente al plan de autonomía de Marruecos como “única solución” para el conflicto del Sáhara Occidental, y agradeció también al “país amigo España” su respaldo en la cuestión de la antigua colonia española, que definió como la “primera causa nacional” del país magrebí.
Una semana después, el rey presidió un Consejo de Ministros en el que se definió el proyecto de presupuestos públicos para 2025 y fueron nombrados decenas de nuevos altos cargos. Y cinco días más tarde se fotografió en el palacio real con el Gobierno recién remodelado en pleno, en un gesto que parece querer mostrar que sigue al timón del poder ejecutivo.
En Marruecos es habitual que los gobiernos sufran reajustes a mitad de mandato. El Gabinete del primer ministro Aziz Ajanuch, en el cargo desde 2021 tras haber derrotado en las urnas a los islamistas que gobernaron el decenio anterior, ha soltado lastre al relevar a los ministros más quemados de la coalición tripartita de los independientes del jefe de Ejecutivo, los liberales del Partido Autenticidad y Modernidad, enclavado en feudos territoriales, y los nacionalistas conservadores del histórico Istiqlal (Independencia).
Entre otros, han salido los titulares de las carteras de Agricultura, cuyo papel en la gestión de la sequía había sido cuestionado; el de Enseñanza Superior, que se ha enfrentado a una larga huelga de los estudiantes de Medicina, contrarios al recorte de su programa de estudios, y el de Sanidad, un departamento a cuyo frente ha sido nombrado uno de los gestores del grupo de empresas de la familia de Ajanuch, considerada la segunda fortuna del país norteafricano, tras el fondo Al Mada, cuyo principal accionista es la familia real marroquí. “Había muchos asuntos que habían quedado en suspenso, lo que ha forzado de manera significativa una decisión radical de reorganización gubernamental”, analiza Abbas el Uardi, profesor de Derecho de la Universidad Mohamed V Rabat, citado por el portal digital Hespress.
El cambio ha sido amplio ―en ocho de las 24 carteras, en las que se incluyen seis secretarías de Estado― pero, en lo fundamental, casi todo sigue igual. Los ministerios llamados “de soberanía”, como los de Interior o Exteriores, que controlan parcelas clave del poder, rinden cuentas ante el rey, que designa a sus responsables directamente. “El Gobierno de Ajanuch ha sido criticado por su falta de comunicación con la sociedad y por desentenderse de sus promesas electorales, sobre todo en materia de empleo”, destaca en su edición digital el semanario panafricano Jeune Afrique, que además advierte al Ejecutivo de que se le agota el plazo, con dos años de legislatura restantes hasta las próximas elecciones generales.
Pese a haber retornado en las últimas semanas a la actividad pública, Mohamed VI ha declinado en los últimos tiempos asistir a cónclaves internacionales como los organizados por la Liga Árabe y la ONU. En diciembre del año pasado efectuó su primer viaje oficial al exterior en cinco años para sellar un acuerdo de inversiones multimillonarias de Emiratos Árabes Unidos en Marruecos, como la ampliación hasta Marraquech de la red ferroviaria de alta velocidad, la primera y única operativa del continente africano, o la construcción de grandes puertos cerca de Dajla (antigua Villa Cisneros española) en el Sáhara Occidental, y Nador, próximo a Melilla.
El año pasado canceló el tradicional discurso conmemorativo de la Revolución del Rey y del Pueblo, que recordaba cada 20 de agosto el exilio de Mohamed V bajo la colonización francesa, hace 70 años. Su intervención pública para marcar el hito de la lucha por la independencia de los marroquíes bajo el liderazgo de su abuelo era uno de los cuatro discursos que solía pronunciar al año.
La presencia pública del rey es clave en un país con alta concentración de poder ejecutivo en manos del jefe del Estado, según le otorga la vigente Constitución de 2011, aunque delegado en parte en sus consejeros del gabinete real, en los ministros de soberanía y el resto del Gobierno. En el trono convergen casi todas las decisiones relevantes del reino jerifiano. En la madrugada del 8 de septiembre del año pasado, Mohamed VI se encontraba en su palacete de París en un viaje privado cuando un fuerte terremoto sacudió la región del Atlas. Su ausencia contribuyó a generar un embudo inicial en la toma de decisiones hasta su retorno a Rabat, que se produjo ya en la tarde del día 9.
El debate sobre la presencia pública del Mohamed VI se reavivó después de que pasara más de seis meses en el extranjero en 2022 (en Gabón, las Seychelles y en Francia) y otros tres meses en los mismos países en 2023. “Vamos en un avión sin piloto”, declaró a The Economist ese mismo año un ex alto cargo amparado en el anonimato. Hace dos años, el exministro Mohamed Ziane, de 81 años y también con nacionalidad española, fue condenado por la justicia y encarcelado después de haber difundido un vídeo en las redes sociales en el que criticaba “las ausencias de Mohamed VI”, por desentenderse presuntamente de los asuntos del reino, y reclamaba que abdicase en favor de su hijo, el príncipe heredero Hasán, de 21 años.
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