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Herman Smetanin, ministro de Industrias Estratégicas de Ucrania: “Producimos más de un tercio de las armas que usamos”

El dirigente ucranio sostiene, en una entrevista en el Foro de Davos, que la falta de presupuesto impide utilizar todo el potencial de producción

Herman Smetanin
Herman Smetanin, ministro de Industrias Estratégicas de Ucrania.
Andrea Rizzi (enviado especial)

El suministro de armamento por parte de los socios occidentales ha sido un elemento crucial en la resistencia de Ucrania ante la invasión de Rusia. Sin embargo, cuando están a punto de cumplirse tres años del ataque ruso a gran escala, el país invadido ya cuenta con una industria de defensa de proporciones muy considerables. Herman Smetanin (Jarkóv, 1992), ministro de Industrias Estratégicas de Ucrania, ofrece su punto de vista sobre logros y retos del sector armamentístico de su país en una entrevista concedida en el marco del Foro de Davos, en la cual señala que más de un tercio de las armas que usan las Fuerzas Armadas ucranias ya son de producción interna.

“En 2022 teníamos una capacidad de producción de armamento en Ucrania de todas las clases por un valor de 1.000 millones de dólares [950 millones de euros]. En 2023 llegamos a 3.000 millones. El año pasado alcanzamos los 20.000 y el plan para 2025 ya muestra que podemos producir a un nivel de 30.000 o 35.000 millones de dólares”, señala Smetanin.

La curva de crecimiento que describe el ministro es considerable. Sin embargo, dos problemas restan brillo a esa tendencia: por un lado, el presupuesto insuficiente impide aprovechar todo ese potencial; por otro, el incremento de las capacidades rusas en este tiempo también ha sido más que notable.

“El año pasado, el presupuesto solo nos permitió explotar la mitad de nuestra capacidad de producción de 20.000 millones de dólares. Y para este año calculamos que habrá un potencial de 15.000-17.000 millones que no podremos aprovechar por falta de financiación”, lamenta Smetanin.

Ante este desajuste, han surgido voces que sugieren flexibilizar la política restrictiva en materia de exportaciones. Aunque a primera vista pueda parecer ilógico que un país que sufre un ataque brutal exporte armas, ante la insuficiencia de fondos para impulsar la producción puede tener sentido exportar la capacidad excedente, y con ella lograr una recaudación útil.

Preguntado al respecto, Smetanin señala que “en términos de ley, no hay una limitación en este sentido”. “Sin embargo”, prosigue, “hay una comisión que define qué podemos exportar y qué no. Está compuesta por varios representantes de departamentos gubernamentales. Por el momento, no hay una decisión tomada al respecto”.

Lecciones aprendidas

La industria armamentística ucrania no está en la vanguardia en los sistemas más sofisticados, pero el desarrollo de producción de armas en uso constante reviste interés por las lecciones aprendidas y la posibilidad de rápido ajuste y refinamiento. En ese sentido, el ministro apunta: “Construimos juntos el arsenal del mundo libre”.

Las capacidades ucranias autóctonas se reparten de forma muy desigual en el abanico de armamento necesario, según los datos que desglosa Smetanin: “En drones de golpeo profundo producimos un 90% de lo que usamos; si hablamos de municiones, un 30%. Sin embargo, si hablamos de defensa aérea, dependemos mucho del extranjero”.

A mediados de enero, EE UU desveló detalles de su ayuda al desarrollo de la industria de los drones en Ucrania. Washington no solo ha entregado a Kiev armamento, sino también fondos y asesoría para impulsar capacidades de producción que, en el caso de los drones, los expertos consideran de muy alto nivel. Según reporta The New York Times, en octubre pasado el Pentágono autorizó una financiación por valor de 800 millones de dólares en este sector.

Mucha ayuda ha ido llegando en forma de entrega de armas o de apoyo al desarrollo de capacidades industriales, pero en cantidades apenas suficientes para resistir el asalto de una Rusia que ha reorganizado su sistema productivo convirtiéndolo en una economía de guerra, y que además recibe también apoyos externos. “Luchamos contra la Federación Rusa. Pero, además, contra las armas y los efectivos que le provee Corea del Norte. O contra los drones que le facilita Irán. Por ello, nuestras necesidades armamentísticas son gigantescas”, subraya el ministro. En Davos, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, dijo que Rusia utilizó alrededor de 200.000 soldados en la invasión de febrero de 2022. Ahora tiene desplegados algo más de 600.000 en la ofensiva, según sus cálculos.

El desarrollo de la capacidad de producción nacional tiene mucho sentido por varias razones, entre ellas la útil cercanía entre quienes producen y quienes usan las armas, la actividad económica que se crea y también que el coste de producción es inferior al correspondiente por fabricación en países occidentales.

Preguntado acerca de las necesidades de desarrollo que considera más estratégicas, Smetanin señala dos: “Necesitamos defensa aérea. Nuestros ingenieros trabajan duramente en ello, pero el desarrollo de este tipo de sistemas requiere mucho tiempo. Por otra parte, necesitamos capacidades misilísticas generales. Una cosa es ser capaz de abatir proyectiles que llegan, y otra es tener un arsenal suficiente como para que sepan que si nos lanzan diez misiles les llegarán veinte de los nuestros. Necesitamos capacidad de disuasión. Mi mandato es desarrollar una industria de defensa poderosa. Para tener paz, debemos contar con una industria de defensa fuerte”.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi (enviado especial)
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).
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