Scholz y Merz chocan por la inmigración y la ultraderecha sin romper puentes ante una futura coalición en Alemania
El candidato democristiano, favorito para las elecciones el 23 de febrero, pone a la defensiva al canciller socialdemócrata en un duelo televisivo en un ambiente polarizado
El democristiano Friedrich Merz, favorito en las elecciones en Alemania del 23 de febrero, y el canciller socialdemócrata, Olaf Scholz han chocado este domingo por la política migratoria y las relaciones con la extrema derecha en un debate televisivo duro en el fondo, pero respetuoso en las formas. Ambos se han acusado mutuamente, en los primeros minutos de una confrontación de una hora y media, de incumplir promesas y carecer de credibilidad, y en ocasiones Merz ha logrado poner a Scholz a la defensiva. Al mismo tiempo, ambos se han cuidado mucho de medir sus ataques personales. Saben que las formaciones que lideran posiblemente están condenadas a gobernar en coalición después de las elecciones.
Scholz ha acusado a Merz de haber “roto un tabú” y “faltado a su palabra” al aceptar hace 10 días el apoyo de la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) en varios votos parlamentarios sobre inmigración. “Desgraciadamente, no puedo estar seguro de que usted no vaya a repetirlo”, ha dicho el canciller, para sugerir que el democristiano ha roto el cordón sanitario y un día podría aliarse con los radicales. El líder democristiano se ha defendido prometiendo, como ha hecho otras veces, que nunca pactará con el partido Alianza para Alemania (AfD) ni aceptará sus votos para gobernar. Y, en uno de los momentos más tensos del debate, ha acusado al canciller de “no vivir en este mundo” al hablar de la inmigración en Alemania y “contar cuentos de hadas”.
El debate abre la fase final de una campaña marcada, primero, por el apoyo del magnate trumpista Elon Musk a AfD. Y, sobre todo, por la decisión de Merz, de aceptar los votos de la extrema derecha en el Bundestag para varias iniciativas sobre inmigración. Socialdemócratas, ecologistas, las iglesias católica y protestante e incluso la excanciller democristiana Angela Merkel criticaron a Merz por votar junto a AfD y le acusaron de haber roto un tabú que debilita el cordón sanitario frente a la ultraderecha. Centenares de miles de alemanes han salido a las calles de las principales ciudades para protestar.
Para Scholz, era una de las últimas oportunidades para intentar la remontada que denodadamente busca desde que precipitó las elecciones al destituir en noviembre a los ministros liberales y quedarse en minoría junto a Los Verdes. Para Merz, se trataba de no cometer ningún error de bulto y preservar su hasta ahora cómodo liderazgo en los sondeos. Para ambos, era un examen sobre la capacidad de recoser los puentes, rotos en campaña, entre las formaciones moderadas.
No se han roto puentes en el debate, pero ambos han marcado sus diferencias respecto a los votos con AfD la política migratoria o la economía. Merz ha acusado a Scholz de inacción tras una serie de crímenes y atentados perpetrado por extranjeros, y el canciller ha reivindicado haber hecho más durante su mandato que los Gobiernos anteriores. Pero ha añadido que la propuesta de Merz para rechazar en las fronteras alemanas a los demandantes de asilo rebasa los límites del derecho europeo. “Lo que propone el señor Merz va en contra de los intereses alemanes”, ha dicho “¿Por qué seríamos tan estúpidos de hacer algo así?” El democristiano ha señalado que otros países —y entre ellos ha citado a Francia y España— ya practican las llamadas “devoluciones en caliente” que él propone.
El formato, con solo dos participantes, provocó críticas e incomprensión. Participaban el mejor situado en los sondeos, Merz, y el tercero, Scholz. Pero quedaron fuera Alice Weidel, la candidata de AfD, en segunda posición en los sondeos, y el cuarto, Robert Habeck, de Los Verdes. Que los organizadores, las cadenas públicas ARD y ZDF, optasen por un duelo Scholz-Merz se explica por la tradición de enfrentar al canciller con el jefe de la oposición y principal aspirante a relevarlo, aunque Scholz ya ha dado a entender que si no gana —y vistos los sondeos es casi imposible que gane—no piensa ser ministro en un Gobierno con otro canciller.
Ante la economía estancada desde 2019 y la profunda crisis industrial, el canciller ha alegado: “No fui yo quien invadió Ucrania”. Se refería a la crisis energética que supuso el fin del gas ruso barato para Alemania. Merz le ha respondido con una pregunta: “¿Por qué en medio de esta crisis profunda energética desconecta tres centrales nucleares que funcionan?” A la pregunta de una de las moderadoras sobre el plan del presidente de EE UU, Donald Trump, para Gaza, Scholz ha respondido: “Es un escándalo. El desplazamiento de población es inaceptable y va en contra del derecho internacional”. “Lo comparto”, ha dicho Merz.
El debate, moderado por las periodistas Sandra Maischberger y Maybrit Illner, se ha emitido desde los estudios berlineses de Adlershof, que fueron los estudios centrales de la televisión del régimen comunista de la República Democrática Alemania. Los debates electorales en el formato de duelo son una tradición relativamente nueva en este país: los primeros se celebraron en 2002, entre el entonces canciller, el socialdemócrata Gerhard Schröder, y el aspirante conservador, Edmund Stoiber.
ARD y ZDF había previsto al principio otro duelo entre Habeck y Weidel, pero el líder ecologista y actual ministro de Economía se negó a participar en este debate de segundo plato y además con la candidata de la extrema derecha. La cadena privada RTL ha convocado para el 16 de febrero otro debate en el que, esta vez sí, estarán presentes los cuatro candidatos mejor situados: Merz, Weidel, Scholz y Habeck.
La discusión sobre la inmigración y, en paralelo, sobre la relación de los partidos moderados con la extrema derecha ha copado la campaña, pero el efecto en los sondeos, por ahora, ha sido nulo. Lo curioso es que llevan meses como si estuviesen congelados: la CDU/CSU, en torno al 30%; AfD, el 20%; SPD, el 15%, y Los Verdes, un poco por debajo y, en algún sondeo, por delante de los socialdemócratas. Como ningún partido tendrá mayoría, y puesto que Merz ha prometido que, pese a sus polémicos votos en el Bundestag, nunca pactará con AfD, el interrogante es si se verá abocado a formar gobierno con el SPD, con Los Verdes o con ambos a la vez.
Hay campo para el entendimiento. Al abordar la economía, Scholz ha defendido una flexibilización del límite constitucional al endeudamiento, al que se achaca el déficit de inversiones en Alemania. Merz, sin renunciar del todo a mantenerlo, se ha mostrado abierto a la discusión. En política exterior, no han coincidido solo en condenar el plan de Trump para Gaza, sino al afirmar que la entrada de Ucrania en la OTAN, mientras dure la guerra, no está al orden del día. El centro, maltrecho tras una campaña que aleja al centroizquierda del centroderecha, puede recomponerse.
Y la foto del debate, pese a las diferencias en inmigración o en la economía, no es la de dos líderes irremediablemente polarizados. Será difícil que el duelo altere la campaña. Un sondeo del instituto Forschungsgruppe Wahlen da un resultado igualado: un 37% de telespectadores cree que ganó Scholz; un 34%, Merz; un 29% los vio igualados. La última frase de cada uno resumió bien el tono general. “Tenemos un plan para este país”, ha dicho Merz. Y ha concluido Scholz: “Solo votando al Partido Socialdemócrata habrá con seguridad un Gobierno que se preocupe porque Alemania avance y siga siendo estable”.
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