Bruselas plantea más flexibilidad en las reglas de gasto para consolidar una nueva era en la defensa europea
La Comisión Europea se abre a suspender las normas fiscales para financiar el rearme durante más de los cuatro años inicialmente barajados


Alemania da un giro histórico para rearmarse de forma masiva y Polonia aplaude entusiasta. Es, seguramente, una de las señales más claras del radical cambio de rumbo de una Europa construida con la paz como mantra y que ahora tiene que volver a militarizarse para preservar, precisamente, esa construcción europea que tanto costó consolidar. El libro blanco sobre el futuro de la defensa europea, presentado este miércoles en Bruselas, pretende ser la guía para esa transición, que necesitará una financiación extraordinaria para los próximos años. Algo para lo cual la Comisión Europea abre la mano y se muestra dispuesta incluso a suspender más tiempo las reglas fiscales para que países renqueantes, entre ellos España, aumenten el gasto en defensa.
“Tenemos una oportunidad única de reforzar la industria de defensa europea”, ha recalcado la alta representante para Política Exterior, Kaja Kallas, al presentar este miércoles junto al comisario de Defensa, Andrius Kubilius, los diferentes planes e instrumentos con los que el Ejecutivo europeo quiere aprovechar esa oportunidad.
Uno de los elementos clave para ello —y para apaciguar al presidente estadounidense, Donald Trump, que ha dejado en el aire la disposición de Washington de seguir siendo el paraguas de seguridad europeo si el Viejo Continente no gasta más en su propia defensa— es la denominada cláusula de escape del pacto de estabilidad. Las reglas fiscales de la UE limitan el déficit anual máximo de los países al 3% de su PIB, y esta cláusula congela esa obligación por un tiempo. Es este caso, se permitirá que los países puedan gastar en defensa hasta un 1,5% más del PIB fuera del techo de déficit sin ser penalizados.
Esta medida ya había sido anunciada hace un par de semanas por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Pero en los documentos presentados este miércoles en la capital belga, a menos de 24 horas de que los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete se vuelvan a reunir con la defensa y el rearme como plato fuerte de su nueva cumbre (la tercera en menos de dos meses, otra señal del cambio de era que vive Europa), se dan más pistas y, sobre todo, más flexibilidad para usar este instrumento que se considera urgente: de hecho, insta a los socios comunitarios que quieran hacer uso de ella a presentar sus peticiones “antes de finales de abril”.
En una comunicación presentada junto al libro blanco, centrada en el “reacomodo” del gasto en defensa con el pacto de estabilidad, el plazo inicial para usar la cláusula de escape se fija en cuatro años a partir de 2025, en consonancia con el objetivo de tener 2030 como meta para la autonomía europea en defensa, según lo fijó Von der Leyen.
Pero, y ahí llega la “mayor flexibilidad” prevista, como ha subrayado Kubilius, se deja claro que “la legislación permite una revisión de la situación antes de la fecha de caducidad [de la cláusula], para considerar una posible extensión” de la excepción fiscal. Sin mencionarla, constituye un claro guiño a Alemania, que ha reclamado abiertamente que esta cláusula sea un instrumento a largo plazo y no solo para responder a la emergencia actual —con una guerra en Ucrania y Washington cada vez más alejado de los intereses de Europa—, conforme al inmenso esfuerzo que acaba de realizar Berlín al aprobar una reforma constitucional para gastar centenares de miles de millones en defensa, infraestructuras y medio ambiente.
El plan también razona que, dado que en materia de contratos de equipamiento militar a veces la fecha de entrega es larga y, por lo tanto, puede ser mayor que el periodo de la cláusula de suspensión, se propone que todo aquel gasto comprometido durante los cuatro años de margen fiscal, pero que sea efectivo en un momento posterior, podrá compatibilizarse con la medida de flexibilización, siempre que se demuestre que los contratos se firmaron en el periodo marco establecido.
Por otro lado, Bruselas fija ahora como punto de referencia de ese 1,5% de gasto militar aumentado el año 2021, argumentando que fue el “inmediatamente anterior a las circunstancias excepcionales que provocaron la activación de la cláusula de escape nacional”, es decir, la ofensiva rusa en Ucrania. Con ello logra dos objetivos. Por un lado, Bruselas deja explícitamente claro a aquellos países que, como Polonia, han incrementado desde entonces enormemente su gasto en defensa (Varsovia pasó del 2,10% en 2021 al 4,12% tres años después), que esta circunstancia será tenida en cuenta a la hora de evaluar los procedimientos de déficit excesivos en los que muchos han entrado. “Si el exceso del crecimiento en gasto neto observado puede ser completamente explicado por un incremento de gasto en defensa y ese exceso se mantiene en el máximo del 1,5% del PIB, la Comisión no recomendará medidas de ejecución”, promete.
Al mismo tiempo, esta fecha de base busca alentar a gastar más a aquellos países que apenas superan o ni siquiera llegan aún al 2% del gasto en defensa acordado por la OTAN —y que ya se está hablando de elevar, de cara a la cita anual de la Alianza Atlántica, en junio, a más del 3%—, al obtener estos la garantía de que no les computarán los gastos negativamente en sus déficits nacionales. Es el caso de España, ahora a la cola del gasto en defensa en la OTAN con el 1,28%, pero también de Italia (1,49%), Portugal (1,55%), Países Bajos (2,05%) o incluso Alemania (2,12%).
Si Bruselas está dispuesta a hacer tantos compromisos en materia fiscal, es porque el rearme europeo no puede esperar. “El problema con el gasto en defensa es que, para cuando lo necesitas, ya es demasiado tarde”, ha subrayado Kallas. “Tenemos que invertir antes; si no lo hacemos ahora, en cuatro o cinco años será demasiado tarde”, ha insistido la estonia al desgranar parte del libro blanco que, como ya adelantó EL PAÍS, no solo insta a un incremento masivo del gasto en defensa, sino que también analiza cuáles son las “lagunas” en las capacidades militares críticas que hay que resolver, propone proyectos comunes y compras conjuntas de material clave —como sistemas de defensa antiaérea o antimisiles, drones, municiones y elementos para la guerra electrónica— o reforzar las alianzas con países amigos más allá de las fronteras europeas.
Con la vista puesta en la cita de este jueves en Bruselas, Kubilius ha insistido en que la prioridad debe ser “implementación, implementación, implementación” de todo lo propuesto. “A Putin no vamos a disuadirlo leyéndole nuestro libro blanco” de defensa, ha dicho. “Le disuadiremos si convertimos el libro blanco en acción y lo utilizamos para construir drones, tanques y artillería para nuestra defensa. Esa es nuestra ambición: disuadir a Putin con pruebas claras de que no solo somos más fuertes en nuestra economía, sino también con nuestra voluntad política democrática y nuestras capacidades de defensa”, ha resumido.
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