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Pete Hegseth, el presentador de Fox sospechoso de abuso sexual que pretende acabar con la diversidad en el ejército de Estados Unidos

El periodista de televisión, elegido por Trump para dirigir el Pentágono, carece de experiencia en gestión militar, rechaza que las mujeres combatan y amenaza con cesar a altos mandos

Pete Hegseth
Pete Hegseth, en una gala en la cadena Fox, en Nashville (Tennessee), en noviembre de 2023.Terry Wyatt (Getty Images)
Macarena Vidal Liy

La relación entre el futuro secretario de Defensa y el Pentágono promete ser, cuando menos, explosiva. Contra el presentador de la cadena de televisión conservadora Fox News Pete Hegseth, de 44 años, propuesto por Donald Trump para dirigir el ejército más potente del mundo, han salido a la luz alegaciones de que abusó sexualmente de una mujer y pagó para solventar el caso. Sobre él han rondado también sospechas de extremismo. Es un veterano contrario a que las mujeres sirvan en puestos de combate, opuesto tajantemente a las políticas de inclusión en las Fuerzas Armadas y que planea reestructurar su Departamento con la delicadeza de un hacha. Hegseth carece de experiencia en la gestión militar, pero rebosa las virtudes que prefiere Trump: disposición a poner patas arriba el orden establecido. Y, sobre todo, una lealtad acérrima hacia él.

Desde que Trump anunciara su designación, ha salido a la luz que en 2017 Hegseth fue investigado por un caso de supuesto abuso sexual contra una mujer durante una reunión de conservadoras en California a la que había sido invitado como orador. La mujer, que entonces tenía 30 años, trabajaba para la organización del evento. No se llegaron a presentar cargos. Él asegura que la relación que mantuvieron fue consensuada. The Washington Post publicaba este fin de semana que el presentador pagó una suma de dinero, cuyo monto se desconoce, a esta persona después de que ella firmase un acuerdo en el que se comprometía a no hablar sobre su denuncia.

Todo apunta a que el presidente electo —que también ha seleccionado como fiscal general al congresista Matt Gaetz, al que el Comité de Ética de la Cámara de Representantes investigó por sospechas de abusos a menores— mantiene su apuesta por Hegseth. Su director de comunicaciones, Steven Cheung, respondió: “Ha negado tajantemente todas y cada una de las acusaciones, y no se presentaron cargos. Esperamos con ganas su confirmación [como secretario de Defensa por parte del Senado]”.

Además de esa acusación, estos días también se ha publicado que en 2021 formaba parte de los destacamentos de la Guardia Nacional que participaban en la protección de la investidura de Joe Biden el 20 de enero. Pero dos días antes se le apartó como posible extremista: tiene tatuados una cruz de Jerusalén y el lema Deus vult (”Dios lo quiere”, en latín). Ambos son antiguos emblemas de los cruzados medievales, con una larga historia en el cristianismo, pero más recientemente grupos de extrema derecha los han utilizado como símbolo de la lucha por la civilización occidental.

En declaraciones en su programa, Fox and Friends Weekend, en diversos podcasts del ala dura conservadora o en el libro que ha publicado este año sobre las Fuerzas Armadas, The War on Warriors (La Guerra contra los Guerreros), Hegseth ha dejado clara su voluntad de cesar a los mandos que apoyen las políticas de inclusión de minorías. Empezando por el jefe de la junta del Estado Mayor, el general C. Q. Brown, la máxima autoridad uniformada del país y afroamericano.

Si uno se atiene a sus declaraciones, Hegseth considera que el mayor cáncer de la institución es la aplicación de las políticas contra la discriminación que han permitido que los homosexuales puedan integrarse abiertamente en sus filas y que las mujeres que lo deseen y cumplan los requisitos puedan acceder a puestos de combate. “Las mujeres no deberían estar en esos puestos en absoluto. Ellas dan vida, no la quitan. Conozco a muchas que son unas militares estupendas, que han cumplido el servicio. Pero no deberían estar en mi batallón de infantería”, escribe el presentador. En una entrevista en el conservador Shawn Ryan Podcast insistía en que “que los hombres y las mujeres cumplan su servicio juntos complica la situación, y las complicaciones en combate implican que acabas con más muertos”.

En la actualidad, las mujeres representan el 17,5% de los militares en activo y han demostrado excelencia en sus cometidos, según el propio Pentágono; han llegado a los puestos más altos, incluso a la Junta de Jefes de Estado Mayor. Más de 4.000 están destinadas en puestos de combate y operaciones especiales, incluidas ocho boinas verdes.

Hegseth se prepara para una reestructuración profunda del Pentágono que se deshaga de buena parte de los mandos que han apoyado esas políticas de inclusión. “El próximo presidente debería reestructurar radicalmente la jerarquía del Pentágono para prepararnos mejor para defender nuestro país y derrotar a nuestros enemigos. Habría que cesar a mucha gente”, escribe.

Preocupación en el Pentágono

El anuncio del nombramiento, uno de los primeros que Trump dio a conocer para su nueva Administración la semana pasada, causó una enorme sorpresa en el Departamento de Defensa, donde se esperaba algún nombre con mayor currículo en el sector militar. En el Pentágono ya se habían recibido con preocupación declaraciones del candidato presidencial republicano durante la campaña en las que insinuaba que recurriría al ejército para una campaña de deportaciones masivas, o incluso contra el “enemigo interno”, sus oponentes políticos y quienes le criticaron en la carrera por la Casa Blanca.

La mayor experiencia de Hegseth como gestor de equipos se la proporcionó dirigir una pequeña organización no gubernamental para veteranos de guerra. Algo muy distinto a la responsabilidad que afrontará como líder de un departamento con un presupuesto de más de 800.000 millones de dólares (unos 756.000 millones de euros) y casi tres millones de personas: 1,3 millones de soldados en activo y 1,4 millones de trabajadores civiles, militares retirados y otros asignados a cuerpos auxiliares.

El futuro secretario de Defensa afronta graves problemas en su cartera. Su nombramiento llega con dos guerras abiertas en las que Estados Unidos se juega sus intereses: las de Ucrania y Gaza y Líbano. En la primera, la Administración de Trump tendrá que decidir si mantiene la ayuda económica y militar a Kiev contra la invasión rusa. En la segunda, nadie duda de que continuará el apoyo inquebrantable a Israel que demostró el actual presidente, Joe Biden.

Pero, además, Hegseth encabezará el Pentágono en plena era de rivalidad estratégica con China en la región de Asia Pacífico, donde Estados Unidos ha tejido una delicada trama de alianzas militares. En el terreno interno, la institución arrastra graves dificultades crónicas: los suicidios en sus filas crecen desde hace más de una década; continúan los problemas de reclutamiento, solo paliados parcialmente por una mayor incorporación femenina. Y la popularidad de la institución castrense se ha pegado un batacazo desde el primer mandato de Trump: de un nivel de aprobación del 70% en 2017 se pasó al 45% en 2021 y al 48% en 2022, según una encuesta anual del Instituto Reagan.

El Pentágono, de momento, ha intentado poner cara de póker ante su futuro jefe. “Aquí la gente trabaja muy duro, seamos civiles o militares, estamos centrados en nuestra misión y queremos terminarla, hacer cuanto esté en nuestra mano para lograr una transición ordenada y que la nueva Administración lo tenga todo para tener éxito”, apuntaba la portavoz del Departamento de Defensa Sabrina Singh el pasado jueves.

Pero Singh también subrayaba, acerca de la posibilidad de ceses masivos, que “cuando falta gente, cuando no hay gente suficiente para cubrir los puestos, eso tiene un impacto en la moral, en el quehacer diario y en los resultados. Por supuesto que cuando no hay suficiente personal eso causa tensión en el sistema”.

Hegseth pertenece a esa generación de jóvenes patriotas a los que los atentados del 11 de septiembre de 2001 les llevaron a alistarse en el ejército. Estudiante brillante ―se graduó primero en Princeton y concluyó sus estudios en Harvard―, ingresó en la Guardia Nacional en 2003, donde llegó al grado de comandante y con la que fue destinado a Guantánamo, Afganistán e Irak. Originario de Minnesota, quiso hacer carrera política como senador de su Estado, pero tras perder en las primarias de 2012 se incorporó a la cadena Fox en 2014. Allí se convirtió en un ardiente partidario de Trump desde los comienzos de la primera campaña electoral del entonces candidato republicano novato. A él se le atribuye el que convenciera al presidente, en 2019, para indultar a soldados culpables de crímenes de guerra contra civiles en Irak.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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