“No soy suficiente”: cinco creencias limitantes en la maternidad y cómo gestionarlas

Los pensamientos negativos, incluso de manera inconsciente, suelen ser frecuentes cuando una mujer se convierte en madre. El autosabotaje o el perfeccionismo son algunas de sus consecuencias

Una de las creencias limitantes más comunes cuando llega la maternidad es: “No puedo hacerlo”.Natalia Lebedinskaia (Getty Images)

Avanzar hacia un objetivo vital pensado y meditado cómo es la maternidad no está exento de pensamientos negativos del tipo “no voy a ser capaz” o “no voy a ser lo suficientemente buena para mi bebé”. Estos son simples ejemplos de lo que se le puede venir a la cabeza a una futura madre. Sin embargo, pensar en ello, a menudo hasta elevar estos pensamientos negativos a la categoría de hechos, puede llegar a asumirse com...

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Avanzar hacia un objetivo vital pensado y meditado cómo es la maternidad no está exento de pensamientos negativos del tipo “no voy a ser capaz” o “no voy a ser lo suficientemente buena para mi bebé”. Estos son simples ejemplos de lo que se le puede venir a la cabeza a una futura madre. Sin embargo, pensar en ello, a menudo hasta elevar estos pensamientos negativos a la categoría de hechos, puede llegar a asumirse como verdadero y, por lo tanto, convertirse en una creencia limitante. “Esta es una idea y un pensamiento que se construye a través de la experiencia adquirida y que hace que se interprete la realidad de una forma que limita el desarrollo personal de una persona, y que impide que alcance aquello que desea”, explica el psicólogo y coach personal barcelonés Xavier Aparicio Felipe.

Una mujer completamente capaz de asumir el rol de la maternidad puede autoconvencerse de que no le será posible nunca alcanzar un nivel óptimo para dar el paso. “Normalmente, estas creencias no responden a verdades o hechos demostrables a través de la razón, sino que son pensamientos asociados a ideas que se toman como ciertas, ya sea por miedo, fe o confianza… Es decir, esas creencias no son verdad, sino que se trata de una realidad que la persona ha construido”, analiza el experto.

Las creencias limitantes comienzan en la infancia. Ya desde pequeños, si en el entorno familiar o en el colegio los niños y niñas han escuchado que no sirven para algo, o que no son buenos para tal o cual cosa, esto puede llegar a establecerse en su cabeza y acompañarles a lo largo de su vida. “Ya en la edad adulta, lo más probable es que nuestras creencias fundamentales estén comenzando a moldear nuestra visión del mundo e, incluso, nuestras vidas”, asegura la psicóloga clínica Kate Telurio, experta en ansiedad y autora del blog Mom with Anxiety (madre con ansiedad).

Para esta experta, estos pensamientos, además, suelen ser inconscientes, por lo que puede que ni siquiera la persona sepa que los tiene hasta que intente mejorar y avanzar en su vida o cuando se produce un cambio vital, como en este caso puede ser la maternidad. “Las creencias limitantes pueden llegar a afectar a la persona en cómo se siente y hacer que se abrume y sienta ansiedad hasta tal punto de que se vea a sí misma de manera negativa”, explica Telurio.

Las creencias limitantes también afectan a las mujeres que, siendo completamente capaces de asumir el rol de la maternidad, pueden llegar a autoconvencerse de que no les será posible. Mariana Alija (Getty Images)

“Los síntomas más comunes de estos pensamientos son el autosabotaje, la evitación, el retraimiento o el perfeccionismo. También son personas que quieren complacer a los demás o sienten miedo para correr riesgos”, incide Telurio. Para esta psicóloga, todos estos síntomas están íntimamente relacionados y tienen que ver con las creencias limitantes, pero no solo en la maternidad, sino que son extensibles a cualquier otro ámbito de cambio o evolución personal vital.

Cinco ejemplos de creencias limitantes comunes y cómo superarlas

Las creencias dan forma a la manera en la que las personas ven e interactúan con el mundo, y, por lo tanto, algunos ejemplos de creencias limitantes para madres son:

  1. No sentirse suficiente. Es una de las más frecuentes y suelen ser los primeros pensamientos de las madres primerizas. “Recordar que se es digna y suficiente sin importar lo que digan, piensen los demás o hagas es esencial, pues la razón principal por la que eres madre de tus hijos —o esperas serlo— es porque te necesitan a ti y solo a ti, y para ellos, tú eres más que suficiente”, asegura Kate Telurio.
  2. Sentir que todos te juzgan. Pensar que todos te juzgan todo el tiempo se vuelve en tu contra y se convierte en una creencia limitante si lo repites y te juzgas a ti misma sin parar. El psicólogo Xavier Aparicio recomienda observar la forma en la que te hablas y repetir la creencia contraria. Decir: “Puede que me juzguen y me critiquen, pero confío en mí, lo hago bien, y continúo mi experiencia todo lo mejor que sé y está en mis manos”.
  3. No puedo hacerlo. “Tu casa parece una selva. Todo está desordenado, tu hijo no para de llorar y no te da tiempo ni a sentarte un segundo. Estás agotada y lo único que piensas una y otra vez es: ‘No puedo, no sirvo”, ejemplifica Aparicio. “Cuando las cosas se ponen complicadas solemos hablarnos así en nuestro subconsciente, y también lo verbalizamos, pero ¡Sí, puedes!”, afirma. El psicólogo explica que una de las formas de reescribir esta creencia negativa es detenerse, respirar e intentar recordar experiencias pasadas en las que la mujer pensó que no podía hacer algo, pero perseveró y lo logró.
  4. Si no llego a todo, saldrá mal. Para Telurio, estar inmersa en el hacer constante y aprovechar el tiempo es una forma de sentir que los logros se entrelazan a través de lo que hacemos. “Siempre intentamos hacer más y más para demostrar que tenemos valor”, señala. Para desafiar esta creencia recomienda que las mujeres recuerden cada día que son suficientes y dignas. “Repítelo todos los días, haz y revisa una lista de tareas pendientes, determina qué puedes hacer de manera realista, y ten en cuenta tu estado de ánimo y el de tu hijo y elimina de la lista sin pensar las cosas que no sean prioridad”, añade Telurio.
  5. Si me equivoco, voy a fracasar. Esta creencia limitante va en consonancia con todas las anteriores y vuelve como en una espiral constante. La idea, tal y como expresa Aparicio, es reformular la creencia: “Una buena manera de reprogramar el cerebro es repetir el pensamiento pero en positivo, y entrenarlo mediante conductas, comportamientos y un lenguaje que esté asociado al mismo para programar la nueva creencia”. Por ejemplo, sugiere, frases como “soy muy útil”, “merezco lo mejor” y “voy a ser feliz”.

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