El PRI bloquea la negociación de la reforma eléctrica por “los ataques de Morena”
El partido tricolor, clave en la aprobación de los cambios constitucionales, endurece su postura anticipando un largo tira y afloja que medirá la fuerza de toda oposición para el resto del sexenio
El PRI ha cerrado por el momento la puerta. Si en junio la dirección del partido parecía dispuesta a un acercamiento, ahora manda la negativa a cualquier negociación por la reforma eléctrica, la medida estrella del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que necesitará obligatoriamente de un puñado de votos de la oposición para sacarla adelante. La razón detrás del cambio, según fuentes del PRI, se centra en los “ataques de Morena” coronados este fin de semana por la aprobación por rodillo de los presupuestos, sin aceptar una sola propuesta de la oposición. El desencuentro ha obligado de momento a aplazar hasta la primavera la votación de la reforma prevista para este mismo mes, anticipando un largo tira y afloja que medirá la fuerza no solo del PRI sino de toda oposición para el resto del sexenio.
Las elecciones de junio otorgaron al histórico partido mexicano el papel de bisagra de cara a la mayoría calificada que abre las puertas de las reformas constitucionales que tanto anhela el presidente. Los cambios a fondo del mapa eléctrico son los primeros en la agenda del Gobierno, seguidos de otro vuelco en la legislación electoral y el blindaje definitivo de la Guardia Nacional. La idea original era desbloquear esta primera reforma antes de que acabara noviembre. Pero el enfriamiento ha provocado ya un primer aplazamiento hasta abril.
La fecha no es inocente y también está en disputa. En marzo, se celebrará la consulta sobre la revocación de mandato de López Obrador. Morena busca aprovechar la inercia de unos previsibles resultados positivos para redoblar su apuesta y elevar la presión sobre el PRI. En otro movimiento defensivo, el partido tricolor ha avisado que no está dispuesto a sentarse a discutir nada antes de las elecciones de junio, donde se juegan seis gubernaturas.
La contienda electoral está en el centro de la tensión entre ambos partidos. En concreto, unas declaraciones del presidente de Morena, Mario Delgado: “Nos va a tocar desaparecer al PRI del mapa político de México. Les vamos a ganar Hidalgo y le vamos a ganar Oaxaca en el 2022, y le vamos a ganar Coahuila y el Estado de México en 2023″. Tras perder en junio ocho gubernaturas a manos de Morena, el riesgo de ser engullidos definitivamente por el partido de López Obrador es su mayor fantasma. Fuentes del partido apuntan a que las declaraciones de Delgado “cerraron la ventana” que parecía medio abierta durante los últimos meses.
El cortejo había comenzado antes incluso de la presentación el mes pasado del proyecto legislativo en el Congreso. López Obrador intensificó la polarización –”si no avalan la reforma serán salinistas”, ha repetido este lunes- para llevar a su terreno el debate sobre el giro estatista de la reforma, que devuelve grandes poderes a la estatal Comisión Federal de la Electricidad (CFE) echando para atrás la liberalización del mercado impuesta, precisamente, por el último Gobierno del PRI en 2013. Presionado desde todos los flancos, tanto por el resto de oposición como por voces críticas dentro de su partido, la dirección del PRI había mantenido una meditada ambigüedad que le abría la puerta a negociar tanto con unos como con otros.
La equidistancia se rompió definitivamente este fin de semana tras la aprobación de los presupuestos sin margen alguno para la oposición. “Esto demuestra la torpeza política de Morena y de sus aliados. Con este presupuesto el Gobierno pone en riesgo el futuro del país. Pronto estarán fuera y tendremos que unirnos todos para corregir el rumbo de México” señaló el domingo el presidente del PRI, Alejandro Moreno, desde su cuenta de Twitter.
Pese al distanciamiento de la postura de hace unos meses, fuentes del partido reconocen que no están cerrados a negociar. Pero lanzan un mensaje a Morena: “Primero deben mostrar respeto y tener más oficio político si luego van a pedirnos ayuda”. El histórico partido parece demandar que se guarden los viejos códigos de la negociación política. Desde el inicio, su argumento ha sido que no darán una carta en blanco a Morena, pero que si el Gobierno cede en algún punto polémico a petición del PRI y les otorga así una victoria simbólica, hay margen para el acuerdo. “No vamos a ir en contra de México”, añaden desde dentro del partido.
El dilema del PRI tendrá repercusiones para todo el resto de la oposición. En horas bajas y ante la aplastante victoria de Morena en las presidenciales de 2018, el PRI accedió a formar parte de un acuerdo insólito con su antagonista histórico: el PAN. La alianza de todos —también incluye al PRD— aspira a consolidarse como un frente común para disputar la acción legislativa de Morena. La postura del PRI sobre la reforma eléctrica será la prueba de fuego de cara al fortalecimiento del bloque opositor o la vía libre para los proyectos del Gobierno.
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