Balas de plomo, clavos de ataúdes y una cruz de metal: arqueólogos descubren entierros de la Intervención Francesa en Puebla
Los investigadores hallaron ocho entierros, con al menos 20 individuos. Las osamentas fueron descubiertas en el Templo de San Francisco Javier, en el centro histórico de la Ciudad de Puebla, sitio usado como fortaleza durante la guerra entre México y Francia
La historia oficial cuenta que el 5 de mayo de 1862, los “primeros hijos de México” comandados por el general Ignacio Zaragoza derrotaron al mejor ejército del mundo, el francés, en la celebérrima batalla de Puebla, protagonizando así “una de las jornadas más gloriosas que registra nuestra historia patria”. Las huellas de aquella guerra fueron encontradas a principios de este año por arqueólogos mexicanos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el Templo de San Francisco Javier, en el centro histórico de la ciudad de Puebla, sitio usado como fortaleza durante la guerra entre México y Francia. Destaca la osamenta del que podría ser el cuerpo de un soldado herido de muerte por una bala que atravesó su cadera. En el entierro se halló el proyectil, que coincide exactamente en tamaño con el agujero que dejó en su hueso iliaco.
Los investigadores también encontraron balas de cañón, botones de ropa hechos de huesos de animales, fragmentos de talavera poblana, suelas de zapatos, alfileres, los clavos de los ataúdes, fragmentos de madera y una cruz de metal que una mujer debió portar como collar, los cuales podrían estar relacionados con las epidemias decimonónicas y, especialmente, con la época de la invasión francesa y el imperio de Maximiliano de Habsburgo, entre 1862 y 1867. “Nosotros creemos que es un hallazgo inédito porque por un lado nos da información del conjunto religioso jesuita de San Francisco Javier y, además, nos habla de cómo era la ciudad de Puebla, al menos en el siglo XIX. Un espacio que se convirtió en escenario de las batallas de la invasión francesa. Hay restos de un personaje que probablemente pudo fallecer a causa de una herida de bala, más algunos elementos como botones y balas que nos puede empezar a dar información sobre la batalla, que se realizó en las calles de Puebla, convertidas en trincheras y las casas en verdaderos bastiones para defender la soberanía de nuestro país”, dice en entrevista con EL PAÍS, el director del INAH en Puebla, Manuel Villaroel, tras presentar los hallazgos en el templo construido a mediados del siglo XVIII, que funcionó primero como colegio Jesuita y más tarde como hospital donde se atendían a enfermos de epidemias como la viruela. Durante la batalla del 5 de Mayo fungió como fuerte por los combatientes republicanos tras el avance francés sobre los fuertes de Loreto y Guadalupe, en 1863; y a finales del Siglo XIX se convirtió en una de las penitenciarias más importantes de México.
Pero la gloria no duraría mucho y lo que pasó antes y después del 5 de mayo es menos conocido. Tras la Guerra de Reforma, en julio de 1861, México se encontraba en una fuerte crisis económica, por lo que el presidente Benito Juárez decidió suspender el pago de la deuda extranjera. Como respuesta, Francia, España e Inglaterra pusieron en marcha su plan de ocupación para asegurar el pago de las deudas contraídas por el Gobierno de México. Las tropas enviadas para tal efecto llegaron a las costas mexicanas en diciembre. España envió 6.000 hombres; Inglaterra solo 700 y Francia 7.000, que desembarcaron en Veracruz sin encontrar resistencia. El canciller Manuel Doblado prometió pagar la deuda una vez superadas las urgencias que había llevado a la moratoria. Inglaterra y España retiraron sus tropas, no así Francia, que hizo llegar refuerzos con ánimo de ocupar el país. El emperador Napoleón III deseaba establecer en México una monarquía con un príncipe católico. El emperador de los franceses se sentía llamado a salvar a la raza latina frente al expansionismo angloamericano y la oportunidad se ofrecía ahora que Estados Unidos entraba en una gran guerra civil. Los mexicanos que animaban la intervención monárquica aseguraban en Francia que las tropas francesas serían aclamadas como libertadoras de la nación.
En 1862, con el control del camino que unía la costa con el Altiplano, los franceses atacaron la ciudad de Puebla, de donde fueron obligados a retirarse el 5 de mayo por las tropas comandadas por Zaragoza. La derrota no implicó mayores pérdidas, pero sí fue un serio contratiempo para el mejor ejército del mundo, que se vio obligado a esperar refuerzos. Al año siguiente, cerca de 30.000 franceses y contingentes mexicanos avanzaron sobre Puebla, defendida por el general Jesús González Ortega, gobernador de Zacatecas, y militar improvisado. La ciudad cayó después de dos meses de sitio, el 17 de mayo de 1863. La derrota sufrida por los franceses el año anterior habría sido, en realidad, una retirada, y su poderoso ejército volvió a imponer su superioridad.
El equipo de especialistas, integrado por los arqueólogos Mariana Navarro Rosales y Raymundo Ramírez Marcos, la antropóloga física Lizbeth Chicas Martínez; el historiador del Centro INAH Puebla, Jesús Joel Peña Espinosa y ilustradora científica Selene Bagatella, ha identificado, hasta ahora, ocho entierros. La mayoría de las osamentas corresponden a adultos que podrían haber sobrepasado los 25 años de edad al momento de fallecer, pero será hasta la conclusión de los trabajos en campo y el análisis en laboratorio que podrán determinarse el sexo, la edad y otras características de los individuos.
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