Andrés Roemer acusa en un video a la Fiscalía de “fabricar” contra él los procesos de violación
El comunicador mexicano huido en Israel muestra la imagen de las víctimas y las identifica con nombre y apellidos
El comunicador Andrés Roemer ha aparecido después de un año huido de la justicia para emitir un video en el que defiende su inocencia de las violaciones por las que tiene abiertas carpetas en la fiscalía de Ciudad de México y una orden de captura, puesto que está refugiado en Israel. Roemer, acusado por más de 60 mujeres de abusos en el sótano de su casa y de varias violaciones, ha dejado a la luz el nombre de las víctimas y sus imágenes en el video grabado y ha acusado a la Fiscalía de abrir un proceso interesado contra él.
El divulgador muestra en el video una serie de documentos, entre los cuales están los billetes de avión, el pasaporte sellado, el hotel y papeles de los médicos que atendieron a su hijo Alejandro en Dallas el 25 noviembre 2017, cuando se le acusa de una de las violaciones. “Yo ni siquiera estaba en México”, dice. “La fiscalía de la Ciudad de México, encabezada por Ernestina Godoy está dando ordenes de aprehensión con información falsa” y llevando un proceso “a modo”, acusa Roemer. El acusado dice que ha presentado todos esos documentos ante la Fiscalía. “Yo no estaba ahí y jamás abusé de ella ni la violé”, afirma. Una de las víctimas ha asegurado que todo eso son inventos de Roemer.
Pero el comunicador insiste en que se han “fabricado” carpetas contra él y acusa a la Fiscalía de hacer “caso omiso” de las supuestas pruebas que él ofrece de su inocencia para evitar “que se conozca la verdad”. “En cualquier sistema de justicia sólido serían inmediatamente invalidadas las injurias en mi contra”. Roemer solicita que la Fiscalía reconozca a sus abogados y se abran las cuatro carpetas para poder defenderse. “Están blindadas por razones políticas y de intereses personales”, sostiene. “Así de destrozado está el Estado de derecho en nuestro país”, señala.
Andrés Roemer era un hombre de fama y reputación en México, embarcado en proyectos de cazatalentos así como conocido por sus programas televisivos en TV Azteca, de su socio Ricardo Salinas Pliego. En febrero del año pasado, un video de la bailarina Itzel Schnaas destapó la caja de los truenos. Le acusaba de haberla llevado al sótano de su casa, en una plaza céntrica de la capital mexicana, y haber tratado de abusar de ella. Decenas de mujeres se animaron después a dejar su testimonio en redes sociales, con relatos semejantes o de agresiones sexuales consumadas, lo que finalmente le llevó ante la justicia. Roemer huyó a Israel, país con el que México no tiene tratado de extradición, y donde, según los últimos indicios, sigue refugiado.
En el video ahora publicado, el antaño diplomático menciona además a la exmujer de un amigo suyo, quien también le acusa de violación. Emite su imagen y algunas otras fotos de cuando todos eran amigos y, de nuevo, su línea de defensa es que la fechas en que supuestamente ocurrió aquella agresión, el 21 de marzo de 2008, él no estaba allí, sino grabando un programa del que dice tener la bitácora y los testimonios de quienes colaboraban con él.
A la espera de que un día pueda ser apresado y llevado a juicio, Roemer sigue defendiéndose por un procedimiento informal, las redes sociales, pero su fama será difícil que pueda levantarse de nuevo. Fue repudiado de los organismos internacionales en los que trabajaba. Cuando se difundieron los abusos, científicos de medio mundo hicieron comunicados en los que se desmarcaban de él, al que se dio en llamar el “Weinstein mexicano”. También el festival La Ciudad de las Ideas, que se celebraba en Puebla canceló futuras ediciones a raíz del escándalo y el gobernador del Estado, Miguel Barbosa, pidió que se aclararan estas acusaciones antes de poner un peso más para dicho festival.
Las declaraciones de las víctimas, todas ellas mujeres jóvenes y guapas cuando cayeron en su red, eran inequívocas. Muchas coincidían en el mismo modo de hacer: las convencía de que tenían mucho talento por explotar y se ofrecía a proporcionarles trabajos bien remunerados. Acababan citadas en su casa, las conducía al sótano, donde tenía instalado una especie de sala de cine con todo lo necesario para una noche con velas. Allí, según el testimonio de decenas de ellas, se las insinuaba y trataba de mantener relaciones sexuales.
Un año después, con las fiscalías de México siempre en el punto de mira por sus endebles procesos, Roemer ataca al sistema de justicia y pide una reparación de su caso, mostrando sin empacho la imagen de las víctimas y haciendo públicas sus identidades.
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