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¿Dónde está Javier Modesto? El niño indígena de tres años hijo de jornaleros desaparecido en Guanajuato

El pequeño esperaba a sus padres mientras trabajaban en los campos agrícolas de León cuando se le perdió la pista hace casi una semana. Casi un centenar de organizaciones presionan para que se presente al menor con vida

desaparicion de javier modesto
La ficha de búsqueda de Javier Modesto.Alerta Amber
Erika Rosete

El pasado 15 de mayo, el pequeño Javier Modesto, de tres saños de edad, esperaba debajo de un árbol, en la orilla de un campo de León, en el Estado de Guanajuato, a sus padres, jornaleros indígenas que habían llegado a la comunidad para trabajar como recolectores de tomatillo, cuando desapareció sin dejar rastro. La información más reciente sobre el niño, confirmada a través de las autoridades locales, es que vestía únicamente una camiseta color rojo, de mangas largas, sin pantalón, ni zapatos, y tampoco pañal. El pequeño únicamente habla mixteco y todavía toma leche materna. Casi un centenar de organizaciones de la sociedad civil se han puesto en marcha para llevar a cabo búsquedas en los alrededores y presionan, a través de un comunicado conjunto, para que Javier Modesto sea presentado con vida: “Es preocupante que a más de 120 horas sin saber nada de Javier, las autoridades municipales, estatales y federales no implementen acciones contundentes y coordinadas para que a la brevedad se localice al niño Javier”, dicen.

La familia Javier Modesto había llegado en los primeros días del mes de mayo a trabajar como jornaleros en los campos de tomatillo, cerca de las poblaciones de El Jagüey y La Sandía, en los límites del municipio de Romita —a unos 130 kilómetros de Guanajuato, la capital del Estado— y de León. La familia, como miles más que migran desde el empobrecido sur mexicano hacia el norte del país a trabajar en los campos agrícolas, llegó desde la comunidad de Joya Real, en el municipio de Cochoapa el Grande, en la región de La Montaña del Estado de Guerrero. Se identifican como pertenecientes a la comunidad Ñuu Savi, que en castellano significa Pueblo de la lluvia, y que también son conocidos como mixtecas. Es por ello, debido a su origen y a su edad, que el pequeño Javier Modesto no habla español y no podría comunicarse de otra manera.

“Familiares y organizaciones de la sociedad civil temen por su integridad, ya que se encuentra en riesgo de ser víctima de algún delito. Hasta el momento, han pasado más de cinco días desde la desaparición de Javier y no ha sido localizado”, enfatizan las más de 80 organizaciones civiles, lideradas por el Centro de Desarrollo Indígena Loyola A.C. (CDIL), el Centro de Derechos Humanos de la Montaña de Guerrero Tlachinollan, y varias decenas de asociaciones de varios puntos del país, que, además, señalan “una falta de debida diligencia” por parte de las autoridades locales, estatales y federales, al no poner en marcha un mecanismo de búsqueda de forma inmediata.

Además, recuerdan que el contexto en esta entidad —una de las más violentas en el país, bastión del PAN y uno de los Estados que más aporta al PIB nacional— hace que el caso se complique todavía más: “Sumado el contexto de macrocriminalidad, las desapariciones, la corrupción e impunidad que identifica al Estado de Guanajuato y, sobre todo, la desaparición de un niño indígena y jornalero migrante, hace que este caso sea complejo”, dicen en el comunicado.

Mayo Meza Trejo, directora del CDIL —que acompaña a pueblos originarios desde hace 30 años— y que enfocan también sus esfuerzos en las familias de jornaleros que llegan desde La Montaña de Guerrero, asegura que en el caso Javier, el protocolo para buscarlo debió de haber sido activado de forma inmediata y señaló que por parte de las autoridades no se proporcionó a los padres de intérpretes para darles la información sobre lo que harían a continuación. Fueron ellos, los propios jornaleros y voluntarios de algunas redes de apoyo, quienes ayudaron para traducir en su lengua la información que iba resultando. “Estamos muy preocupadas porque hasta ahora no hay noticias de Javier y porque las primeras horas son de suma importancia y nos parece muy preocupante que existiendo los protocolos adecuados, haya demasiadas limitantes para seguirlos”, dice.

Denuncias por la respuesta tardía

La tarde del pasado 15 de mayo, cerca de las 17.00 horas, los padres del pequeño Javier Modesto, Anselmo y Maura, dejaron de ver a su hijo, desde la distancia que los separaba entre el campo de tomates verdes y el árbol en donde habían dejado al pequeño. Algunas versiones, todavía sin confirmar, apuntan a que el pequeño pudo haber sido sustraído por personas que se acercaron a él en vehículos que pasaban por la carretera. La comunidad en la que se encuentra el campo agrícola donde trabajaban está en un entorno rural, así que no había cámaras de vigilancia y tampoco muchos testigos, además de los trabajadores, que pudieran aportar más sobre lo que pudo haber sucedido.

Lo que sí se sabe es que Guanajuato, y específicamente la región de León, es una de las más azotadas por la violencia y el crimen organizado. El 2023 fue catalogado como el año más violento para el municipio. Además de que la condición como migrantes y jornaleros hace que muchas de las familias que se integran a los campos sean blancos vulnerables para la violencia. En el norte de México estos trabajadores y trabajadoras —que desempeñan sus labores sin los mínimos derechos laborales y en condiciones precarias— suelen quedar en medio de balaceras entre grupos rivales que desean controlar las regiones productoras, o suelen ser simplemente “confundidos” en la misma dinámica de poseer el control de una región.

El alcalde interino de León, Jorge Jiménez Lona, aseguró que en el caso del pequeño Javier Modesto se activaron en tiempo y forma los protocolos: “Seguimos preocupados por la situación de este pequeñito, por su condición de edad, él no habla castellano, no habla español, su alimento es la leche materna, estamos muy preocupados por su desaparición”, respondió a medios locales.

Sin embargo, los testimonios de los padres dicen lo contrario. Aseguran que cuando se dieron cuenta de la desaparición de su hijo avisaron de inmediato a la policía de Romita, y que, aseguran, no se movilizó a tiempo para localizarlo, por lo que entre familiares y conocidos tuvieron que hacer recorridos a pie para tratar de encontrarlo. La denuncia por la desaparición ante la Fiscalía se realizó el jueves 16 de mayo con apoyo de personal de la Secretaría del Migrante y Enlace Internacional de Guanajuato (Sermig) y fue hasta ese día en la noche cuando se emitió la alerta Amber y la ficha de búsqueda.

“El Protocolo Adicional de Búsqueda de Niñas, Niños y Adolescentes (PABNNA) señala claramente la urgencia de hacer una búsqueda inmediata, individualizada, diferenciada y especializada para casos de desaparición, como lo es el de Javier. El escenario es cruento porque, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no Localizadas (RNPDNO), en el 2023 hubo un promedio de 25 reportes de personas desaparecidas de 0 a 17 años de edad en México y desde que empezó el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, existen 7.910 niñas, niños y adolescentes que han sido reportadas como desaparecidas”, asegura el comunicado.

Desde el 19 de mayo, el CDIL, voluntarios y colectivos de madres buscadoras; la célula municipal de León y personal de Protección Civil, Bomberos, la Comisión Estatal de Búsqueda y Fiscalía del estado, han llevado a cabo jornadas de búsqueda en comunidades cercanas, sin que todavía haya rastro del pequeño. Meza Trejo, asegura que ya hay algunas líneas por parte de las autoridades, y que ellos seguirán solicitando una investigación exhaustiva del móvil, del porqué se llevaron a Javier. “Esta desaparición no es una situación aislada de las condiciones de vida de las personas jornaleras agrícolas. Nosotras no habíamos acompañado la desaparición de un niño jornalero agrícola, pero sí, por ejemplo, el homicidio de Rodolfo, un niño de cinco años que fue atropellado por un camión; o agresiones hacia los vehículos de personas jornaleras; violaciones a sus derechos humanos... La situación en la que viven las familias nos debería de importar a todos, nos tendría que importar quién está sosteniendo el campo mexicano y bajo qué condiciones”, concluye.

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Erika Rosete
Es periodista de la edición mexicana de EL PAÍS.
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