Las grietas de Morena: jóvenes, mujeres y clases medias
Si la plataforma no reconecta con estos sectores es muy posible que la continuidad del proyecto de López Obrador, o al menos su aspiración hegemónica, se ponga en riesgo en 2024
Los datos de la jornada electoral dejan un sabor agridulce para Morena y el presidente López Obrador. Por un lado, obtiene victorias clave en varias gubernaturas que permite ampliar su despliegue territorial, y por el otro, la elección federal y la de la Ciudad de México representan retrocesos importantes que dejan ver algunas de las grietas que se abren entre Morena (y aliados) y su electorado.
Previo a la jornada electoral del 6 de junio existía una pregunta especialmente difícil de responder: ¿por qué, en medio de una pandemia que dejó una de las tasas de mortalidad más altas del mundo, con una fuerte crisis económica, con altos niveles de inseguridad y de violencia de género, la aprobación de la gestión del presidente se mantiene casi de forma monolítica en al menos dos terceras partes de la población? En ese momento, muchos esperaban que la consistencia de la conformidad con su mandato se traduciría en gran medida en intención de voto.
Sin embargo, resultados de la elección cuentan una historia un tanto distinta, en la cual sectores importantes de la población deciden castigar con su voto a la coalición Juntos Haremos Historia. Aunque López Obrador estuviera en la mente de todos los votantes, en la soledad del ciudadano frente a la boleta su nombre no estaba presente. La marca de Morena como instituto político, su selección de candidatos y campañas, resultaron estar devaluadas en comparación con la figura del jefe del poder ejecutivo. La población no tuvo remordimientos en hacer esta distinción a la hora de emitir su voto. La coalición oficialista perdió 43 distritos electorales que habían ganado en 2018.
Hay al menos tres variables que están moldeando los contornos de las fisuras que se van abriendo, y que afectan al partido por encima de su líder: la edad, el nivel socioeconómico y el sexo.
En primer lugar, parece que Morena ha perdido el contacto privilegiado con la población más joven del que alguna vez disfrutó. Si vemos los datos de encuesta de salida de SIMO de la elección de 2018 los votantes de 18 a 25 años representaron el apoyo más decidido para López Obrador, muchos de ellos ávidos de impulsar un cambio en su primera participación electoral. En ese entonces los votantes tanto de Ricardo Anaya como José Antonio Meade mostraban un claro envejecimiento, mientras que para el eventual vencedor se mostraba mucho más transversal. La dinámica actual, asociada al partido, ha cambiado por completo: A juzgar por los datos de la encuesta preelectoral de SIMO para El País, el apoyo a Morena crece con la edad de los electores, siendo este primer grupo de 18 a 25 donde ahora tienen sus peores rendimientos. Es interesante ver, además, como el PAN corre en sentido contrario, teniendo entre los más jóvenes a la mayoría de sus votantes.
Por otro lado, al revisar las claves de la victoria en 2018, se observa que los votantes de López Obrador en ese entonces cubrían una buena parte del espectro socioeconómico, partiendo desde la clase baja, pero con una presencia importante en clases medias. Al PRI lo preferían en las clases bajas y al PAN entre las clases medias y altas. Morena era más diverso en términos socioeconómicos que sus adversarios, es decir, la alianza entre clases sociales para derrotar al PRI era más amplia. Sin embargo, los resultados de esta elección muestran que Morena ha perdido presencia en zonas urbanas del país donde la case media y media alta tiene mayor presencia. Un claro que de tan claro se volvió meme es la segregación espacial que muestra el mapa electoral de la Ciudad de México. En el oriente de la ciudad –la zona con mayores carencias socioeconómicas– Morena conquista todas las alcaldías; sin embargo, pierde todo el poniente de la ciudad, especialmente las zonas de mayor concentración de riqueza, donde antes tenía una presencia importante.
Finalmente, Morena es el partido que muestra un mayor desbalance de preferencias por sexo. Las mujeres muestran consistentemente mayor desconfianza a ese partido político en relación con los hombres. A pesar de que esta diferencia existe desde las elecciones de 2018, esta no ha podido ser revertida, incluso el partido se ha distanciado de manera reiterada de las demandas feministas.
Estos tres factores conforman un primer retrato sobre quiénes están adelgazando la coalición que respalda al proyecto de López Obrador, y permiten tener una idea más clara de lo que sucede cuando su nombre no está en la boleta. Si la plataforma no reconecta con jóvenes, mujeres y clases medias es muy posible que la continuidad de su proyecto, o al menos su aspiración hegemónica, se ponga en riesgo en 2024.
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