“Máynez, Máynez, Máynez”: el candidato presidencial que aspira a hacerse viral

El equipo de Jorge Álvarez Máynez está convencido de que el primer debate presidencial cambió su suerte. “Es otra campaña”, aseguran una y otra vez sus colaboradores, mientras esperan en la sala de abordar el vuelo que los llevará a Hermosillo, Sonora. El abanderado de Movimiento Ciudadano (MC), tercero en las encuestas, ha tenido que librar su propia batalla en el desierto. Llegó como un completo desconocido a la contienda, prácticamente sin haber hecho precampaña y en sustitución in extremis del gobernador Samuel García. En automático, él y su partido fueron tildados de “esquiroles” por una oposición que aún no les perdona que no se hayan sumado al frente. Durante el primer tramo de la contienda, no hubo foro en el que no se le cuestionara si pensaba en declinar, no hubo mesa de análisis que no tildara su candidatura de “testimonial” y parecía no encontrar su lugar en un país volcado a discutir quién será su primera presidenta. El escepticismo no ha desaparecido ni tampoco los cuestionamientos.

Sin embargo, a partir del primer encuentro cara a cara de la contienda, Máynez ha dejado de ser el aspirante que pasaba desapercibido en las calles, ha insistido en hablarle al oído a millones de jóvenes que no se sentían representados y ha encontrado su propio grito de batalla con jingles o canciones de propaganda que se han vuelto un fenómeno viral en Spotify. La estrategia no gusta ni interesa a amplios sectores de la población, que ven en estas elecciones una contienda entre dos y que arquean las cejas cuando les hablan de memes, cringe y TikTok.

Al mismo tiempo, eso le importa poco al partido naranja, que ha visto cada vez más gente en sus mítines, un millón y medio de seguidores más en las redes de su candidato y una mística de campaña que hace unas semanas no estaba ahí. “La política les ha arrebatado el futuro a los jóvenes”, afirma Máynez. “Esa política que los ha abandonado y les ha fallado, es la misma que los quiere regañar por estar construyendo una forma distinta de hacer política”, agrega.

El primer candidato millennial en la boleta presidencial viaja acompañado de un grupo de escuderos que, en su mayoría, no pasa de los 40 años. El destape de Máynez, a cargo del propio Samuel García a finales del año pasado, provocó críticas por romper códigos: con caguama en mano, el gobernador de Nuevo León le levantó la mano a quien hasta ese momento era su coordinador de campaña. El comité de bienvenida en Hermosillo lo recibe en el Parque de La Ruina, una antigua fábrica donde ahora fluyen las cervezas, las costillas BBQ y la música de rock.

Es viernes por la noche y su círculo de colaboradores agradece la hospitalidad sonorense, después de estar por la mañana en la Convención Bancaria de Acapulco y un día antes en Culiacán y Mazatlán, las dos principales ciudades de Sinaloa. Las campañas no perdonan a nadie: el trabajo nunca se acaba, no hay tiempo para nada y siempre hay que estar corriendo. “La campaña me ha pasado factura bastante, tres días antes del primer presidencial no podía hablar”, reconoce el aspirante.

Máynez confiesa que uno de sus temores era que la contienda contaminara su círculo más íntimo. Es algo de lo que ha hablado con Sarah Aguilar, su pareja, y con Luciano, su hijo mayor. “Sarah me dijo que le preocupaba que Luciano fuera a sentirse frustrado si no ganaba la elección o si me iba mal y me pidió que hablara con él para explicarle que era prácticamente imposible que ganara”, cuenta.

El candidato se negó, dudoso de que esa fuera la imagen que quería proyectar al niño de cinco años y apeló a una metáfora futbolera para salir del enredo. Le explicó que su candidatura era como un equipo pequeño que estaba jugando por primera vez la Champions y que estaba haciendo feliz a su afición. “Le dije que así se siente la gente de Movimiento Ciudadano, que era la primera vez que teníamos un candidato presidencial y que ya se siente feliz con lo que hemos hecho”, agrega. “Pero nosotros vamos a jugar para ganar, eso es en lo que estamos”, zanja, con un dejo de orgullo.

― Si usted fuera un equipo de fútbol, ¿cuál sería?

― Yo siempre digo que el Nápoles de Maradona.

― ¿No le está echando mucha crema a sus tacos?

― No, no, al contrario. Yo siempre digo que nosotros no somos el Manchester City ni el Real Madrid. Somos los underdogs [los menos favoritos].

La jornada de sábado tiene en agenda la celebración de dos actos de campaña: un encuentro con jóvenes ―la marca de la casa― y el arranque de la campaña local en Sonora. Antes que nada, el equipo arranca la jornada desayunando en El Chino, un restaurante donde la especialidad son los tacos de lengua y cabeza. Todo el aparato se mueve como un leviatán de fotógrafos, asesores y operadores en sincronía con el candidato, que apura el último bocado antes de volver a subirse en el convoy vigilado por la Guardia Nacional.

“La gente agradeció que, ante un escenario de fuego cruzado, ataques e insultos, hayamos sonreído, presentado propuestas y haya sido el único candidato que respondió a todas las preguntas que se mandaron”, contesta Máynez, sobre el impulso que ha recibido en el debate y la sonrisa que desató innumerables comentarios en redes sociales. La conversación se corta mientras la camioneta se estaciona en un Starbucks para hacer tiempo antes de que empiece el mitin y se verá interrumpida en varias ocasiones por quienes quieren una foto, un autógrafo y saludar al candidato. “Me había pasado en momentos específicos, pero de una forma acotada, me gusta”, dice sobre la interacción con sus seguidores.

― ¿Qué le dice a la gente que le gustan sus propuestas, pero no cree que usted tenga posibilidades de ganar?

― Primero, creo que la única opción que puede ganarle a Morena somos nosotros. La candidata del PRI y del PAN, que antes no era rechazada, ahora es una candidata odiada por el país y tiene un rechazo del 70% de la población. El porcentaje de quienes estarían dispuestos a votar por ellos no rebasa ningún caso el 25%. Nosotros tenemos un potencial de crecimiento enorme, una mejor distribución de positivos y negativos, un margen de crecimiento en reconocimiento. Esperamos cerrar la campaña con un conocimiento del 80% o 85%.

Máynez dispara datos para refutar la narrativa de que su candidatura no tiene chances y cita ejemplos de sucesos electorales como el triunfo del ultraderechista Javier Milei sobre el kirchernismo en Argentina o, en sentido contrario, de Gabriel Boric sobre Antonio Kast en Chile. “Más importante quizá que la viabilidad de ganar, yo pienso que la democracia no tiene que ser un concurso de apoyar al que gane, sino de representación. Si una persona votara por una opción política que lo representa sabiendo que va a perder, está perfectamente en lo correcto, sirve para representar nuestras agendas, nuestras causas, y para que haya partidos que lo hagan”, argumenta.

Su explicación confirma que en la estrategia de MC para el primer tramo de la carrera por la presidencia era clave darse a conocer. Su equipo dice que su reconocimiento en la población aumentó 20 puntos después del debate, un esfuerzo apuntalado en la viralización de “Máynez presidente” en Tik Tok. “El primer objetivo de la campaña para los primeros 45 días era rebasar el 50% de posicionamiento y era muy complicado lograrlo sin dinero y sin spots”, explica el candidato.

La melodía buscaba explícitamente posicionar su nombre y por eso, la letra lo menciona 25 veces en poco más de un minuto: “Máynez, Máynez, Máynez, Máynez presidente”. Además del efecto de repetición, la duración es corta y está pensada para lo que funciona en la plataforma china de videos. Moisés Barba, el compositor de los jingles más populares del partido, aprendió el truco cuando vivía en Europa y tocaba canciones de medio minuto o 40 segundos en el metro para pagarse los estudios. Si era más larga, no daba tiempo de pedir dinero.

La campaña de MC ha sido criticada por sus rivales de caer en la frivolidad, al incorporar elementos duros de política, pero también una parte soft: es el partido que critica al “PRIAN” y a Morena, pero también el que se pone los tenis fosfo fosfo. “Es un absurdo, cuando estaba en la carrera leía a científicos sociales como Fernand Braudel, pero también veía la Champions y nunca encontré un dilema o una contradicción en eso”, defiende. “No se contradice esa ligereza y esa pasión por la vida con la firmeza y la densidad que se necesita tener en ciertos temas”, agrega. Las redes son la columna vertebral de ese acto de equilibrismo: lo fueron antes para Movimiento Ciudadano y lo son ahora. El candidato levanta la pantalla para enseñar las estadísticas de uso de su teléfono: pasa más de diez horas diarias revisando su celular.

“Estamos demostrando lo que esta generación de mexicanas y mexicanos jóvenes es capaz de hacer”, afirma, ya frente a un millar de seguidores, en el primero de sus eventos. Los mensajes son concisos y directos, duran apenas unos minutos. Máynez habla de energías renovables y cuidado al medio ambiente, de la diversidad sexual, de una “revolución educativa”, de una nueva política de drogas, de poner en el centro a los niños y a las niñas. Nunca sigue un guion rígido, aseguran sus estrategas.

Se guía por líneas sobre las que improvisa con facilidad y con una confianza trabajada en casi siete semanas de recorridos, en las que ha pulido su personaje público. En una pausa entre eventos, en la que aprovecha para ver un partido de fútbol y tomar una cerveza cuando el termómetro marca 32 grados, asegura que tiene espacio abierto para crecer entre los desencantados con Xóchitl Gálvez y, sobre todo, entre quienes apoyan a Andrés Manuel López Obrador, pero no están convencidos de Claudia Sheinbaum.

“Cualquier candidato necesita su propio ejército y al principio, eso no lo teníamos, no lo teníamos cuando pasó lo del estadio, por ejemplo”, afirma el aspirante y de visita en la tierra del priista Manlio Fabio Beltrones, el otro protagonista de ese pleito y uno de sus principales adversarios. Esta también fue su casa. Fue en Sonora donde recibió su primer encargo de MC hace más de una década: construir una estructura territorial y operar su primera campaña local en el partido. Lo explica mientras suena PXNDX en el estéreo de la camioneta, un tema de conversación que lo ha vuelto trending topic en X (antes Twitter).

“Tiene muy buen marketing, lo sigo en redes y quería verlo en la vida real, porque él si escucha a los jóvenes”, explica Yoselín Ocaña, una estudiante de mercadotecnia de 21 años, que le pide una foto en el segundo mitin, que convocó a 300 muchachos. Son encuentros de bajo costo y que lo consolidan en el sector donde se siente más fuerte. En medio de dos bloques partidistas que pelean por llevar a la primera mujer a Palacio Nacional, MC juega su propio partido: su candidato quiere visitar 50 universidades antes de que sean las votaciones.

En el evento, los jóvenes suben historias en Instagram, los niños repiten las coreografías que se han vuelto tendencia y un mar de letreros naranjas lo arropa durante poco más de una hora. El candidato baila, sonríe y se toma el tiempo para que nadie se quede sin una selfie. Aunque la mayoría de las encuestas publicadas lo ponen con un solo dígito, Máynez asegura que ya tiene un 15% de las preferencias, según sus mediciones internas, y confía en revertir el marcador. “Detrás de cada celular, hay una persona”, afirma. La mira está puesta en el segundo debate del próximo 28 de abril y en llegar a tiempo al aeropuerto. Su próximo vuelo está por salir en una hora y media.

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