¿Qué aprendizajes dejó una migración sin precedentes en México en 2022?
La gobernanza migratoria necesariamente debe plantearse desde un enfoque regional e incluso global
Existen más de 280 millones de personas migrantes en todo el mundo. Buena parte de esas personas dejaron sus hogares debido a múltiples factores de empuje y atracción relacionados con la pobreza, la falta de acceso a un trabajo decente, violencia en múltiples formas, inseguridad alimentaria, amenazas ambientales y climáticas, desastres, corrupción, así como por un deseo de reunirse con familiares, de estudiar, o la esperanza de encontrar una vida mejor, pese al gran coste físico y psicológico que puede tener migrar para ellas.
En México cerramos el año pasado con cifras sin precedentes en materia migratoria. Según la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas (UPMRIP), en 2022 las autoridades migratorias registraron casi 445.000 eventos de personas migrantes en situación migratoria irregular en el país, un 44% más que los registrados en 2021. La cifra creció en un promedio de 8% cada mes, con una diversidad de nacionalidades cada vez mayor. Entre los principales países de procedencia estuvieron Venezuela, Honduras, Guatemala, seguidos por Cuba, Nicaragua, Colombia, El Salvador y Ecuador.
Importante hacer notar que gran parte de la población que llegó a México desde América del Sur lo hizo atravesando el Tapón del Darién, en el sur de Panamá, cerca de la frontera con Colombia, un paso que también alcanzó una cifra récord de flujos en 2022, casi duplicando la del año previo. Según cifras del Servicio Nacional de Migración del Gobierno de Panamá, se registraron aproximadamente 248.000 personas en tránsito irregular a través de esta selva en 2022, en comparación con las cerca de 134.000 en 2021.
Los encuentros registrados por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, siglas en inglés) rompieron otro máximo histórico. Tan solo en diciembre pasado se alcanzó la cifra récord de más de 251.000 encuentros, el 31% de ellos, de personas mexicanas.
Frente a este contexto, la gran enseñanza que nos ha dejado 2022 es que la gobernanza migratoria necesariamente debe plantearse desde un enfoque regional e incluso global. En ese sentido, es importante recordar que en 2018 se adoptó el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, representado en el primer acuerdo negociado a nivel gubernamental con los auspicios de las Naciones Unidas. El Pacto aborda todas las dimensiones de la migración internacional en un modo holístico e integral. Los países firmantes se comprometieron a alcanzar 23 objetivos con la finalidad de mejorar la gobernanza migratoria, afrontar los desafíos asociados con la migración en la actualidad, y fortalecer la contribución de las personas migrantes y de la migración al desarrollo sostenible.
El Pacto Mundial sobre Migración ofrece un marco de colaboración y cooperación, en donde se reconoce explícitamente que ningún Estado puede gestionar exitosamente la migración en solitario. Además, establece compromisos clave en materia de protección de los derechos de las personas migrantes, incluida la no separación familiar, la detención migratoria como último recurso, la prevención y combate de la trata de personas, el reforzamiento de la respuesta trasnacional al tráfico ilícito de migrantes y la consideración del interés superior de las niñas, niños y adolescentes migrantes.
Desde OIM hacemos eco de la importancia que representa la cooperación internacional para avanzar en el cumplimiento de los 23 objetivos del Pacto Mundial sobre Migración, así como los recientes compromisos emanados de la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección adoptada en junio pasado por 21 países del Continente Americano en el marco de la IX Cumbre de las Américas.
México es un país de origen, tránsito, retorno y con mayor frecuencia de destino de personas migrantes. Necesitamos escuchar las voces de las personas migrantes que transitan por el país o que buscan en él un nuevo hogar, escuchar a las personas que están retornando ya sea de manera voluntaria o forzada a México, y de aquellas personas que están buscando otras alternativas de vida fuera de él.
He tenido la oportunidad de recorrer diversos campamentos y albergues desde la frontera norte hasta la frontera sur del país, en donde he escuchado los pensamientos y sentir de la población migrante en México, sus intereses, preocupaciones, y sueños.
Cada vez estoy más convencida de que una gobernanza migratoria efectiva requerirá necesariamente de un enfoque regional donde abordemos todas las dimensiones de la migración y promovamos la inclusión de las propias personas migrantes, de las diásporas, de las comunidades locales, y de cualquier otra institución o entidad, privada o pública, interesada en mejorar la gobernanza migratoria sin dejar a nadie atrás.
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