Hacer pedagogía
Es un sinsentido que después de que los gobiernos vasco y español lograran cambiar el sentido de la convocatoria de homenaje a Parot, PP y Vox mantuvieran el acto en Mondragón para acusar a ambas instituciones de amparar el terrorismo
Los reconocimientos públicos a los presos etarras excarcelados, llamados ongi etorris, son secuelas del pasado terrorista de ETA que enturbian la convivencia en el lado más sensible del drama vivido: suponen una execrable provocación a las víctimas del terrorismo. Pero tienen una complicada respuesta judicial, como ha mostrado la convocatoria de Sare, red de apoyo a los presos, de una marcha reivindicativa en Mondragón (Gipuzkoa) del etarra Henri Parot, condenado por 39 asesinatos a 40 años de los que ha cumplido 31. Tras la protesta de las víctimas, la concentración se transformó en la defensa de una reforma que atenúe el Código Penal de 2003 que elevó de 30 a 40 años la pena máxima por actos terroristas.
El juez autorizó la marcha. Primó el derecho a la libre expresión al no ver enaltecimiento del terrorismo en la convocatoria definitiva. La Delegación del Gobierno en Euskadi informó a la Fiscalía del caso, pero descartó su prohibición. Quiso evitar el precedente de una posible confrontación con la decisión judicial y optó por la vía política y pedagógica.
Esta vía novedosa se tradujo en su actuación conjunta con el Gobierno vasco PNV-PSE, y asociaciones de víctimas, como Covite, la más influyente en Euskadi, y la Fundación de Víctimas del Terrorismo, para centrar el foco en las víctimas y no en los victimarios. El viernes los representantes de los gobiernos central y vasco eligieron el simbolismo del Memorial de Vitoria para homenajear a las víctimas, y específicamente a las 39 del terrorista Parot. El presidente de la Fundación de Víctimas, Tomás Caballero, reconoció la decisión de Sare de desconvocar el acto en Mondragón, eliminar las connotaciones de apoyo a Parot y evitar la confrontación con las víctimas.
El giro de Sare es positivo. La labor pedagógica del Gobierno vasco y la Delegación del Gobierno en Euskadi dio sus frutos. Pero la cuestión de fondo sigue pendiente. Es necesario que el núcleo del abertzalismo, Sortu, continuidad de Batasuna, utilice su autoridad para impedir que continúen los homenajes y critique sin reservas su complicidad pasada con el terrorismo de ETA. Su autocrítica contribuiría sensiblemente a la convivencia en Euskadi y beneficiaría a los presos etarras.
Es verdad que no ayuda la vociferación de la ultraderecha de Vox, pero su objetivo no es suturar con justicia los crímenes del pasado, sino alentar la perpetuación de los rencores. La convivencia requiere que el PP de Casado deje también de utilizar el terrorismo etarra, finalizado hace diez años, y a sus víctimas como arma de confrontación contra el Gobierno. Es un sinsentido que después de que ambos gobiernos rechazaran el reconocimiento a Parot, homenajearan a sus víctimas y lograran cambiar el sentido de la convocatoria, PP y Vox mantuvieran el acto en Mondragón para acusar a ambas instituciones de amparar el terrorismo.
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