Un euro
Caducada desde hace mucho tiempo la tabla de equivalencia con las antiguas pesetas, la semana pasada hemos tenido la oportunidad de descubrir una nueva manera de calcular su valor
¿Cuánto vale un euro? Caducada desde hace mucho tiempo la tabla de equivalencia con las antiguas pesetas, la semana pasada hemos tenido la oportunidad de descubrir una nueva manera de calcular su valor. Ahora el precio depende sobre todo de la identidad del propietario original de esa humilde moneda. Las medidas ―no sólo acertadas sino, en mi opinión, incluso indispensables― que adoptó el Gobierno para rebajar la factura de la luz, multiplicaron las apariciones de expertos que advertían que no nos dejáramos engañar, porque no había que confundir los megavatios con los kilovatios. En el intento de restar importancia al impacto de las fabulosas ganancias de las eléctricas sobre el consumo familiar, presentaban simulaciones de facturas en las que se calculaba que la diferencia entre poner la lavadora a una hora u otra, con esta o aquella tarifa, a la larga no iba a suponer un incremento de gasto superior a quince o veinte euros mensuales, total, casi nada, es decir, nada que ustedes o yo no pudiéramos asumir rumbosamente. Pero un par de días más tarde, el acuerdo entre el gobierno y los sindicatos para elevar quince euros el salario mínimo interprofesional, cambió el panorama de una manera radical. Quince euros, no para poner la lavadora sino para mejorar ligeramente el nivel de vida de quienes la ponen, se convirtieron en una cifra elevadísima, abismal, imposible de asumir para los empresarios españoles sin poner el riesgo el sistema. Así que ya saben, ¿cuánto vale un euro? Pues depende. Si es usted consumidor, una pequeña parte de una miseria. Si es usted empresario, una pequeña parte de una millonada. Piénselo, recapacite sobre su lugar en el mundo y llegue a sus propias conclusiones. Tenemos donde elegir.
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