_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Partidos sin ideas

La crisis no es del PP, sino de un sistema de formaciones políticas planteadas como parásitas del poder, cuyo único fin es acumularlo y mantenerlo sin importar para qué

Alberto Núñez Feijóo, Pablo Casado, Alfonso Fernández Mañueco e Isabel Díaz Ayuso, en el cierre de campaña del PP de las elecciones de Castilla y León.
Alberto Núñez Feijóo, Pablo Casado, Alfonso Fernández Mañueco e Isabel Díaz Ayuso, en el cierre de campaña del PP de las elecciones de Castilla y León.Nacho Gallego (EFE)
Sergio del Molino

Hubo un tiempo que ni los más viejos del lugar recuerdan en que los partidos políticos representaban unas ideas sobre la sociedad. Cuanto más radicales eran esos partidos, más precisas eran sus ideas. Las de los partidos grandes eran más generales y abiertas, pero claras. A sus votantes no se les exigía erudición doctrinal y a la mayoría se les escapaban los matices que distinguen a un socialista de un socialdemócrata, o a un conservador clásico de un liberal, pero sabían quién representaba mejor la sociedad que preferían.

Las peleas internas de cada partido iban sobre despachos y sillones, pero se planteaban en una base ideológica: unos dirigentes luchaban por imponer su visión del mundo a otros, y recababan apoyos entre quienes pensaban parecido. Esto es insólito para los españoles del siglo XXI, que contemplan el apuñalamiento y la cacería cruenta de los dirigentes del PP sin saber qué ideas están en conflicto ni por qué unos se alían con otros. ¿Es una pelea entre conservadores y liberales o entre cristianodemócratas y laicos? Aquí nadie sabe quién defiende qué. Dicen que Ayuso y Feijóo representan los dos extremos, y ciertamente han hecho cosas muy distintas en los gobiernos de Madrid y Galicia, pero sus diferencias son de estrategia y de pose. Una plantea una puesta en escena melodramática y populista, y el otro, sobria y hacendosa. La única virtud de ambos es que saben mantenerse en su papel, al contrario que Casado, que unos días se viste de Trump y otros, de Churchill, sin que le caiga bien ninguno de los dos disfraces. Su caída se debe a su inconsistencia como actor, no al texto que recita.

Esto no va de traiciones, de amigos que se enemistan, de barones oportunistas en busca de una sombra a la que arrimarse o de líderes amortizados que aprovechan para hacer leña del Casado caído. La crisis no es del PP, sino de un sistema de partidos planteados como parásitos del poder, cuyo único fin es acumularlo y mantenerlo, sin importar para qué. De eso se alimentan los extremos populistas. En Francia, la suma del voto antisistema de extrema derecha y extrema izquierda (Le Pen, Zemmour y Mélenchon) oscila entre un 39% y un 45%, según los últimos sondeos. Sin partidos grandes democráticos y entregados al liderazgo carismático de un Macron que también presume de no ser muy ideológico, los ciudadanos abrazan a quienes sí parecen dispuestos a partirse la cara por unas ideas, aunque estas no sean más que cuatro gritos desafinados. @sergiodelmolino

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_