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Ofensiva de Rusia en Ucrania
Columna
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El putinismo es la enfermedad senil del...

Negar armamento a los ucranios que tratan de paralizar tanques a pecho descubierto es facilitar que les disparen al pecho, sin matices, ni contrapartidas, ni posibilidad ninguna de equilibrio

Un grupo de gente se protege de los bombardeos en la ciudad de Bucha, al oeste de Kiev
Un grupo de gente se protege de los bombardeos en la ciudad de Bucha, al oeste de KievARIS MESSINIS (AFP)
Xavier Vidal-Folch

... Modelo asiático de capitalismo. Algunos reconocerán en este título el del texto “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”, publicado en 1920 por Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin.

Un teórico de densidad intelectual harto discutida pero de devastadora eficacia polémica. Pese a ello, el panfleto será útil a los fieles del bolchevique trocados en apaciguadores a lo Chamberlain bajo el lema omnicomprensivo del “no a la guerra”. Como si todas fuesen iguales.

Lenin abrasaba al izquierdismo por su “absurda teoría” de no participar en los “sindicatos reaccionarios” ni en los “Parlamentos burgueses”. Y por querer “alcanzar su fin” sin detenerse “en etapas intermedias y sin compromisos”. Y, en lo militar, por disponerse a compartir “la insensata y hasta cruel conducta de un Ejército que no se dispusiese a dominar todos los tipos de armas” posibles.

Negar armamento a los ucranios que tratan de paralizar tanques a pecho descubierto es facilitar que les disparen al pecho, sin matices, ni contrapartidas, ni posibilidad ninguna de equilibrio.

Pero el desabrido texto leninista sirve también para recordar que todo movimiento o realidad sociopolítica tiende a generar sus propias enfermedades. Ya sean infantiles, adolescentes o viejunas.

Este último caso, la deriva senil afecta al putinismo, verdadera caricatura del modelo asiático de capitalismo. Que es el fundado sobre un machihembrado heteróclito de mercado (en la economía) y dictadura (en la política). Y que se erige como único modelo iliberal que rivaliza frontalmente con las distintas variantes del capitalismo democrático.

Es el que forjó, uniendo distintos materiales de desecho maoísta y confucionista, el hábil líder chino Deng Xiaoping entre 1978 y 1989. Y que desde la caída del Muro reverberó en Rusia, con variantes suaves: atisbos de pluripartidismo, apariencia de parlamentarismo, bocetos de libertades y de Estado de derecho. Coartadas desmoronadas una tras otra con envenenamientos, asesinatos, cierre de medios y, ahora, en la agresión criminal a los hermanos ucranios.

Elementos de esta enfermedad senil son la desnaturalización del mercado y la competencia por la asfixia del Estado y los privilegios de una oligarquía cleptócrata; el programa de creciente agresividad hasta la inédita destrucción de toda ley interna e internacional y de cualquier orden multilateral distinto u opuesto a su designio; el nacionalismo basado en la amalgama de todas las peores tradiciones propias, del zarismo al sovietismo; el adanismo a conveniencia; el patriarcalismo; el cesarismo...

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