Putin intentará estrangular a la UE
Varios indicios inducen a creer probable un abrupto corte de suministro de gas ruso para precipitar un gran crisis en Europa en otoño e invierno; sería sabio empezar a acometer medidas de ahorro energético ya
Lo que siempre fue posible, ahora parece probable. Los indicios que apuntan a que Vladímir Putin intentará precipitar una brutal crisis en Europa con un recorte abrupto del suministro de gas de cara al otoño y al invierno son cada vez más consistentes.
De entrada, el Kremlin ya ha adoptado medidas de restricción total o parcial de las entregas frente a una docena de países de la UE. En el caso de Alemania, principal cliente y principal economía europea, el flujo se halla en un 40% de la capacidad, y el gasoducto Nord Stream 1 que une a ambos países se cerrará a partir del lunes por un periodo de mantenimiento ya previsto y que en teoría debería durar unos 10 días. Muchos creen que no volverá a funcionar a partir de ahí.
De fondo, cabe notar que pese a las sanciones implementadas o anunciadas Moscú va acumulando grandes ingresos por sus exportaciones de combustibles fósiles. Lo facturado está permitiendo suavizar la caída de la economía rusa. En ese cuadro, el gas no es el principal mercado de ganancia, siendo este el petróleo, donde Rusia ha encontrado en China y la India clientes dispuesto a aumentar sus compras.
A estos datos fácticos, debería sumarse una interpretación de los cálculos de Putin sobre la base de la historia y el presente de Rusia y la UE. Es probable que el líder ruso considere que su sociedad, a la vista de la represión a la que está sometida y también de un largo historial de aguante de situaciones críticas, soportará más las tribulaciones que hay por delante que las sociedades europeas, acostumbradas desde hace décadas a considerables estándares de bienestar. Esa realidad y la libertad de opinión y de voto puede ser un cóctel molotov, deben estar pensando en el Kremlin.
El conjunto de estos factores induce pues a pensar que el escenario apocalíptico es probable. Bruselas es consciente de ello. Labores de preparación de planes de contingencia están en marcha. La Comisión Europea presentará el próximo día 20 un borrador, que los ministros del sector debatirán el día 26, diseñado para evitar respuestas nacionales descoyuntadas a la probable grave crisis que se avecina. Es necesario avanzar a toda velocidad en el diseño de planes compartidos y solidarios, que desactiven el riesgo de respuestas nacionalistas, como las que se produjeron en los primeros compases de la pandemia.
La Unión Europea tiene en estos momentos los almacenes de gas llenos a un 60% de la capacidad. Es un nivel 10 puntos superior al de la misma fecha del año pasado, pero inferior a los registros de 2019 y 2020. El almacenaje es un colchón importante, pero incluso si se lograra acercarse a llenar los depósitos antes de la temporada fría esto no constituiría una garantía de evitar disrupciones, porque la capacidad de las instalaciones solo representa una fracción del consumo total. En caso de recorte abrupto del suministro, eso no será suficiente ni es creíble pensar que se pueda compensar al completo con otros suministradores en el mercado.
Hay que prepararse, pues, para una significativa bajada del consumo. El uso industrial, evidentemente, tendrá que sacrificarse antes que el uso de calefacción de casas, aunque en este plano también será preciso calentar menos. Hay que prepararse, y parte de la preparación es hablar claro a la población. No solo hay que hacer planes antes de que la crisis se precipite, sino que sería sabio empezar a acometer medidas de ahorro energético ya. Que la borrachera de un verano de tirón turístico no despiste a nadie. De Siberia vendrá, con toda probabilidad, viento frío en vez de gas.
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