_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Se acabaron los lujos, llegan las vacas famélicas

Antes de que las sombras caigan sobre Europa, conviene recordar que los tiempos oscuros son también tiempos de hedonismo, no de mortificación

Cartillas de racionamiento
Un despacho de pan en la posguerra, en Madrid.José Julio / Javier Galán (EFE)
Sergio del Molino

El monstruo de la opinión pública se ha puesto de uñas con Dabiz Muñoz porque ha dicho en una entrevista que el menú de 365 euros de su restaurante no es un lujo para ricos. Y no le falta razón: guardando un euro al día se puede uno regalar un menú para su cumpleaños. Si guarda dos, invita a su pareja. Con una renta por hogar de 30.552 euros, según el INE, hay bastante gente en España que puede permitirse tirar un día la casa hipotecada por la ventana. Ahorran para esa cena, como ahorran para esa semana en París o para ir a la final de la Champions. Otra cosa en la que tenía razón el chef Muñoz: hay conciertos, festivales, funciones de ópera y partidos de fútbol que cuestan un ojo de la cara, sin que nadie los considere lujos, porque el lujo es más subjetivo y menos social de lo que parece. Para Fernán-Gómez, consistía en hacer lo de todos los días, pero sin preocuparse por ganar dinero y con un mayordomo que le sirviera el whisky, y para mi amiga Rosa Belmonte (y para mí, pero la idea es suya) es poder comprar los libros que uno quiera.

Todos los pitos que recibió Muñoz por elitista y enajenado de la realidad popular fueron aplausos para el presidente Macron por su discurso histórico sobre el fin de la alegría de la semana pasada. Manteamos al cocinero que nos ofrece juergas y vitoreamos al presidente que, contradiciendo a Ricardo III, dice que el verano radiante de York ya es invierno de nuestro descontento.

Se acabaron los lujos, ya no habrá caprichos, vienen las vacas famélicas. No faltarán quienes vean en el futuro inmediato un camino hacia la purificación, una limpieza de todo lo superfluo y lo banal. No más reguetón, vuelven las nanas de la cebolla. Aleluya, estamos salvados. Pero antes de que las sombras caigan sobre Europa, conviene recordar que los tiempos oscuros son también tiempos de hedonismo, no de mortificación. El terror del año mil y la peste negra inspiraron bacanales, y Fernán-Gómez recordaba en sus memorias que, en el Madrid sitiado de la guerra, los teatros estaban a tope y se aprovechaba cualquier momento, entre bomba y bomba, para reír y gozar. Cuando crees que esa carcajada puede ser la última, ríes mucho más fuerte. Quizá dentro de unos meses acordemos que aquellos caprichos de estrella Michelin y aquellas noches en la ópera no eran pecados tan graves ni dispendios tan extravagantes. Ojalá no tengamos que descubrirlo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_