Petro en 240 caracteres
El problema no viene a ser que el presidente de Colombia use Twitter o cualquier red social. El ruido llega cuando eso ayuda a aumentar un clima de polarización cada vez más exacerbado
“Yo le puedo describir cómo va a ser el Gobierno de Petro. El primer año él nombra un buen Gabinete de unidad nacional, no lo logra cohesionar, pasan seis u ocho meses y no pasa mucho, se le desbarata el Gobierno y Petro empieza a tuitear como loco, y básicamente es ese conflicto que crea de manera permanente y la agenda del país gira alrededor del Twitter de Petro y no se hace nada”. Alejandro Gaviria hizo esta premonición en un programa de humor antes de las últimas elecciones colombianas. Gaviria, político del centro colombiano, fracasó en su intento por ser presidente y formó parte del Gobierno de Gustavo Petro después de criticarlo, fue ministro de Educación en esa suerte de Gobierno de unidad nacional que predijo. A los siete meses ha salido del Gabinete. O lo ha echado Petro, aunque quizás es mucho decir que se le ha desbaratado el Gobierno al presidente. De lo que no hay duda es de que Petro ha empezado ―si es que alguna vez lo dejó― a tuitear sin freno. Y eso tiene pendiente a sus socios, a sus enemigos, a la prensa, a los ciudadanos, mejor dicho, dirían en Colombia.
“Yo le puedo describir cómo va a ser el gobierno de Petro”: Alejandro Gaviria, 23 de noviembre de 2021.
— Juan David Laverde (@jdlaverde9) February 28, 2023
Hoy Gaviria se va del gabinete en la primera crisis ministerial del gobierno.https://t.co/Py7bo39fyn
Como contó no hace mucho Inés Santaeulalia, corresponsal de este periódico, se ha empezado a popularizar una frase en el país: “Que alguien le quite el teléfono al presidente”. No es para menos. El presidente colombiano ha tenido errores manifiestos, como anunciar un cese al fuego con las guerrillas y todos los grupos criminales de Colombia mientras sus compatriotas celebraban el Año Nuevo; criticó, más rápido que cualquier mandatario, el rechazo a la nueva Constitución en Chile con un “revivió Pinochet”. Esta semana, además de anunciar que pedía a la Fiscalía que investigara a su hermano y a su hijo (realismo mágico colombiano, pensaron unos; tremenda astucia, otros) se midió en la red social con otro presidente tuitero, Nayib Bukele, a quien replicó un mensaje en el que ponía en entredicho unas declaraciones previas de Petro. La geopolítica latinoamericana, en 240 caracteres.
Pues Nayib @nayibbuke pasamos de 90 homicidios por cada 100.000 habitantes en 1993 en Bogotá a 13 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2022. No hicimos carceles sino universidades.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) March 1, 2023
Es bueno comparar las experiencias. Te propongo un foro internacional. https://t.co/UdBWG44aWT
No es nuevo el papel del político que gobierna en las redes sociales, mucho menos en Colombia, donde Petro casi pierde las elecciones contra un millonario arcaico de 77 que se volvió estrella en TikTok. El otrora antagonista de Petro, el expresidente Álvaro Uribe, concentró buena parte de su oposición a Juan Manuel Santos entonces en 140 caracteres. Uno tenía que activar las alertas de la cuenta de Uribe porque, poco dado a dar entrevistas, lanzaba titulares a través de la red social. Infalibles, en muchos casos. Uribe, al que ahora Petro llama “Álvaro”, como buenos parceros que se han vuelto, sacudió a todo aquel que no compartía su visión.
Alvaro las manifestaciones cuando se les pone la misma camiseta y los mismos carteles a veces mo cantan la realidad.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) March 4, 2023
Es la costa Caribe la que necesita que los médicos vayan a sus casas y se mejoren sus centros de salud pública en corregimientos y municipios https://t.co/TmPDunNm9D
El problema no viene a ser que use Twitter o cualquier red social. Hace bien Petro en utilizar todas las vías posibles para llevar a la opinión pública sus planes de gobierno, cambios que está haciendo en el país o incluso su opinión sobre la política en América Latina. El ruido llega cuando eso ayuda a aumentar un clima de polarización cada vez más exacerbado. El presidente lo sabe de sobra y, lejos de aplacarlo, echa más leña al fuego. Para desesperanza de los colombianos, en general y de sus asesores y cercanos en particular. Cuesta creer que alguien le vaya a quitar el teléfono al presidente, pero más de uno deseará que en una de esas tenga algún contratiempo con la autentificación y deje Twitter tranquilo por unos días. Y a ver si, así, se genera costumbre.
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