Pánico colectivo
El miedo a un atentado terrorista navega por las redes y explota en la vida cotidiana, alimentado por una sociedad adicta a las noticias de última hora
El miedo a morirse es universal, aunque haya quien crea que en otras latitudes resulta distinto. Es sabido que a los pobres los muertos les duelen menos. “No vayas al centro hasta que no pase un tiempo. Y ahora menos que se acerca la Navidad”, se escucha al otro lado del teléfono. “Es lo mejor. Al menos hasta que afloje un poco todo esto de Israel y Palestina”, añade quien procura por el bienestar de los suyos. Ante esa muestra de preocupado amor, qué menos que asentir y tranqui...
El miedo a morirse es universal, aunque haya quien crea que en otras latitudes resulta distinto. Es sabido que a los pobres los muertos les duelen menos. “No vayas al centro hasta que no pase un tiempo. Y ahora menos que se acerca la Navidad”, se escucha al otro lado del teléfono. “Es lo mejor. Al menos hasta que afloje un poco todo esto de Israel y Palestina”, añade quien procura por el bienestar de los suyos. Ante esa muestra de preocupado amor, qué menos que asentir y tranquilizar, aunque lo que pide el cuerpo es soltar una buena reprimenda por tanta Navidad prematura y tanta paranoia colectiva.
El mejor ejemplo del miedo que se ha desatado en las últimas semanas se encuentra en X (antes Twitter). “Circula un mensaje de WhatsApp que alerta de un atentado terrorista ‘inminente’ y pide que se evite el transporte público y otros puntos de interés. ¡Es falso!”, tuitearon los Mossos d’Esquadra en su cuenta oficial el 19 de octubre. El mensaje llegó a cerca de 160.000 personas, pero, a juzgar por los comentarios, no les creyó ni el Tato. “Hasta que pase… ¿O es que se alertó en las Ramblas?”. “Yo sí que me lo creo. Puñaladas, agresiones, etc., cada día”. “Cuando el río suena, algo hay…”. “¿Nos lo podéis garantizar al 100% o al 90% que no hay riesgo?”. “El peligro está, con o sin bulo”...
El miedo a un atentado terrorista navega por las redes y explota en la vida cotidiana, alimentado por una sociedad adicta a las noticias de última hora. Y cuanto más alarmantes, mejor. “Pánico en Mataró: un marroquí hiere a dos personas con un machete al grito de Alá es grande”, escribía un medio de comunicación sobre el ataque de un hombre con un cuchillo a dos personas en una calle de dicha ciudad barcelonesa, el pasado día 15. Una cuenta ya clásica en la difusión de bulos, Avi Siset, añadía falsamente que los dos heridos estaban en estado crítico, en un tuit con casi medio millar de retuits y un impacto en 22.000 personas. “Silencio absoluto en los medios y el Gobierno”, añadía, de nuevo faltando a la verdad.
Los Mossos aclararon que el detenido en Mataró era un perturbado. Descartaron la motivación terrorista y explicaron que el estado de salud de los heridos no revestía gravedad. Un chasco indignante, si no una mentira directamente, para todas esas cuentas apocalípticas, a un paso de defender la teoría del gran reemplazo. Pero sus oraciones fueron escuchadas. Tres días después, Okdiario publicó que el hombre detenido por los Mossos por el ataque en Mataró tenía una alerta por yihadismo en Francia. Alabado sea el Señor. Por fin alguien contaba la verdad. Sindicatos policiales, agentes con seudónimo y otros usuarios de bien corrieron a avisar a la ciudadanía. “¿Recordáis el marroquí que el domingo atacó a varias personas a machetazos en Mataró gritando Alá es grande? Los medios lo llamaron enfermo mental. Los Mossos negaron un ataque islamista. Tiene una alerta de Francia por terrorismo yihadista. Estamos en manos de irresponsables”, escribió Guaje Salvaje, otra de esas cuentas que viven de la conspiración constante, con notable éxito entre sus casi 70.000 seguidores. El tuit obtuvo 1.500 retuits y llegó a 44.000 personas. No importa que los Mossos negasen oficialmente que hubiese ningún tipo de alerta sobre el detenido. “Los franceses no lo conocen de nada”, cuenta de forma oficiosa un mando de la Policía catalana especializado en la lucha contra el terrorismo yihadista. Pero ¿qué más da? Si uno está en Twitter es para confirmar su propio sesgo. La verdad resulta secundaria. Y lo del atentado, solo es cuestión de tiempo.