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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Lo de la censura de Pablo Motos y Alfonso Guerra

Parece fácil vivir en la ‘dictadura’ de Pedro Sánchez, y lo es. La visita del exvicepresidente a ‘El hormiguero’ provoca una cadena de mensajes en X

Pablo Motos, en 'El Hormiguero'.
Pablo Motos, en 'El Hormiguero'.Carlos Álvarez López
Manuel Viejo

Parece fácil vivir en la dictadura de Pedro Sánchez, y lo es. La gente opina demasiado. Hay tanta libertad desde las elecciones del 23 de julio, que el cómico del momento, Alfonso Guerra, ha abierto un debate sin precedentes en España: los límites del humor. Qué sería del humor en España sin los límites. Ya solo falta que pregunten a los humoristas españoles por ellos. Ay, mi querida España, esa España nuestra… Camisa blanca también, a veces madre, siempre madrastra, y ahora frutera. Algún día habrá que comentar que el nuevo eslogan del PP ―Me gusta la fruta― también incluye los frutos rojos. No hay que descartar una Frutería Txapote en breve. Por cierto, la única forma de peatonalizar Madrid —que es España— es con las manifestaciones. Adelante con todas.

Menos mal que Guerra —además de monologuista, figura clave en la política de la predictadura de Sánchez y probable tertuliano de Todo es mentira— acudió la semana pasada a divertirse a El hormiguero. Sí, también podría haber acudido a Ferraz a las ocho. Quién sabe si hubiera coincidido aquí con La Mariposa de Mask Singer, más conocida como Esperanza Aguirre. Últimamente, por cierto, hay mucho político aburrido en la dictadura sanchista y un sinfín de quehaceres en la capital a partir del toque de queda.

El caso es que Guerra se despachó a gusto en este programa blanco, familiar y especializado en ciencias políticas. Aquí, muy preocupado por la libertad de expresión —porque cuando uno opina en el programa más visto de la televisión tiene que estar muy preocupado por la libertad de expresión— dijo: “No me pueden limitar la libertad de expresión [...]. Me dan siempre mucha pena los humoristas porque no pueden hablar de nada”. De pronto, Pablo Motos interrumpe y sostiene la misma tesis con una frase para enmarcar: “De nada”. Tiene razón también. Cuando uno habla de todo en un programa de televisión, corre el riesgo de no hablar de nada. El caso es que Guerra continuó con su monólogo: “Antes había [chistes] de homosexuales, de enanos, de todo… y ahora no”. Motos frena a Guerra de nuevo y suelta: “Ahora, cuando un humorista hace un espectáculo, está más tiempo diciendo sobre lo que no se puede hablar que sobre lo que sí”. Sí, es curioso que uno diga lo que no se puede decir en un escenario y se critique también. Al final, Guerra cierra tajante: “Eso es censura y yo no quiero censura”. Aplausos del regidor y del público.

Inmediatamente, los tuiteros se lanzaron a opinar por doquier. Normal, por otra parte. Con la censura no hay más opciones que expresarte. El caso es que Javier Padilla —ahora secretario de Estado de Sanidad y antes diputado por Más Madrid— publicó una cadena de mensajes en X —lo que antes de la dictadura era Twitter— y confesó que el día después de mencionar a Motos en un discurso sobre la masculinidad y las desigualdades en salud, recibió un correo y una llamada de su agencia de comunicación. “Supongo que él no lo llama censura, sino ‘gestión de riesgo reputacional’ o algo así. En fin”. Al rato, el humorista Facu Díaz contó algo parecido en un vídeo que ya ha alcanzado los cinco millones de visualizaciones: “Pablo Motos te dice que no se puede decir nada mientras llama para presionar a cómicos para que quiten chistes que tienen que ver con él”. La columnista de televisión Jimina Sabadú confesó este lunes que un “subalterno” de Motos la llamó en un festivo por una opinión sobre Motos. Hasta el músico Rayden contó otra anécdota parecida. Pues... ¿Sabe usted qué es lo que no quiero? La censura de El hormiguero.


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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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