Aislado... y con el viento en contra
La indiferencia de Washington frente al eventual “genocidio” en pleno desarrollo o ignorar las decisiones de los más altos tribunales internacionales abrirá, lógicamente, una brecha de EE UU con el mundo
Es asombroso el páramo global dentro del que se inserta actualmente la lógica belicista de Netanyahu. Con un aislamiento dentro del escenario global que tiene pocos precedentes comparables en las últimas décadas. Así como, a la vez, hay pocos precedentes en los que las acciones militares de un Estado sean calificadas como “genocidio” por el derecho internacional.
Muy grave, pero es eso lo que está ocurriendo.
Y no se trata -con lo del genocidio- de una facilista adjetivación sino de un grave crimen internacional así considerado. Ya no sólo por la Corte Internacional de Justicia. Sino por la opinión pública internacional, incluyendo a la juventud universitaria de Estados Unidos, principal aliado y suministrador del arsenal y equipamiento militar de Israel.
Pues fluye incontenible la información sobre la mortandad palestina y hasta sobre la Inteligencia Artificial usada como herramienta para “cazar” a hijos, nietos y hasta bisnietos de quienes Israel considera líderes de Hamas. Y con Biden, como consecuencia, jaqueado. No sólo internacionalmente. Sino en casa, lo que puede afectar su elección en noviembre. E incide en el controvertido liderazgo global desde Washington, fuente de la incontenible provisión de armamento y dinero para las acciones militares de Netanyahu.
Si lo de Netanyahu es “genocidio” para el derecho internacional, eso abre grandes interrogantes en sus efectos y debiera afectar a la coalición que sostiene militarmente a Netanyahu. Es grave. Y pesa. Para los EE.UU. y países que, como Alemania o Francia, también proveen a Netanyahu en un belicismo que la Corte Internacional de Justicia ya calificó jurídicamente como genocidio.
Más desastres diplomáticos
Los últimos días han condensado varios desastres diplomáticos para Israel y los Estados Unidos. Sucesión de decisiones internacionales de envergadura y sin precedentes en el derecho internacional y las relaciones internacionales. Al menos en dos espacios internacionales fundamentales. Afectando medularmente la legalidad y legitimidad de la sostenida ofensiva militar contra Gaza y Rafah.
Primero, la Corte Penal Internacional (CPI). Que está dando claras señales no sólo de que vive, sino que tiene que actúa y que tiene que ser tomada en cuenta. El pasado mayo Karim Khan, el fiscal de la CPI, el más importante fiscal y de mayor relevancia en el planeta, dio el paso que muchos estaban aguardando. Comedido en todas sus actuaciones y nada llamado al show off, Khan dicto órdenes de detención contra Netanyahu, primer ministro israelí. Y también contra su poco “comedido” ministro de Defensa, Yoav Gallant.
En segundo lugar, la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Que no sólo sigue de cerca los hechos a partir del proceso de análisis generado por la solicitud de Sudáfrica, sino que sigue dando señales sustantivas al mundo: de que no sólo la Corte existe sino que da pasos concretos para interpretar y monitorear la vigencia del derecho internacional en situaciones sometidas a su conocimiento. Esto ocurrió dentro de la misma semana en la que el fiscal Khan de la Corte Penal dispuso la detención de Netanyahu.
Así, en un corto período de cinco días, los dos tribunales más importantes del mundo emitieron duras reprimendas a Israel. En el mismo sentido y dirección. Algo así no se había visto nunca en la larga historia del derecho internacional. Ni puede ser pasado por alto en las relaciones internacionales.
La interrogante principal, acaso, podría ir orientada a la Unión Europea, cuya posición “silente” ante estropicios como los mencionados difícilmente es sostenible. De los resultados electorales europeos del próximo domingo saldrán autoridades renovadas que no podrán dirigir sus miradas y políticas al espacio celeste ignorando las decisiones de los dos más importantes tribunales internacionales del planeta.
Europa: pesa
Porque la tradición jurídica democrática y de respeto al derecho internacional de Europa y, en estos tiempos, de la Unión Europea tiene peso muy relevante. Que en el actual contexto multipolar no puede dejar de ser tomado en cuenta.
Así como Washington no actúa sólo en su apoyo logístico a la Ucrania, lo hace con el concurso fundamental papel de países como Alemania o Francia. En general, pues, la perspectiva europea y del derecho internacional no es irrelevante en lo de Israel/Gaza. Pesa y debería ser considerada. Pues se trata de un espacio geopolítico -el europeo- en el que, ante las grandes otra crisis regionales -como la guerra contra Gaza- los EE.UU. no juegan solos. Ni pueden hacerlo.
La indiferencia de Washington frente al eventual “genocidio” en pleno desarrollo o ignorar las decisiones de los más altos tribunales internacionales abrirá, lógicamente, una brecha de EE.UU. con el mundo. Pero, en particular, con la UE, cuyo peso en la gestación y composición de los dos tribunales internacionales ha sido fundamental y decisivo.
Hacer como si la CIJ o la CPI no existieran es imposible. Pues es algo muy serio, delicado que qolisiona con el derecho internacional.
Existen para actuar
Los tribunales internacionales creados para actuar, existen y están en acción. Como debe ser; es lo mque está poniendo sobre el tapete los dos principales tribunales del mundo. La Corte Internacional de Justicia ya se pronunció y la CPI avanza ya con el medular pronunciamiento del fiscal Kahn. Y esto tiene consecuencias.
La CPI, por su lado, difícilmente se puede poner ahora de perfil: debe decidir si emiten las órdenes de captura contra Netanyahu y adjuntos. Con todo lo que eso significa de obligaciones ineludibles de cooperación para los Estados.
La Corte Internacional de Justicia, por su lado, se sabe que no es un tribunal penal que procesa a particulares. Conoce de litigios entre Estados. En este caso entre Israel y Sudáfrica: Sudáfrica ha acusado a Israel de genocidio y ha pedido a la CIJ que ordene el cese de sus operaciones militares. La petición más reciente se centraba en la ofensiva contra Rafah, la ciudad más meridional de Gaza.
Los abogados de Sudáfrica describieron Rafah como «el último refugio de los palestinos en Gaza». Y afirmaron que una campaña de demolición, igual a la de Israel había librado en otras partes de Gaza, haría imposible la sobrevivencia de los palestinos en el territorio.
El tribunal internacional se pronunció claramente. En una sentencia con 13 votos a favor y sólo 2 en contra, la Cote ordenó a Israel detener cualquier acción en Rafah «que pueda infligir al grupo palestino de Gaza condiciones de vida que puedan provocar su destrucción física total o parcial». Lenguaje tomado de la convención de la ONU sobre genocidio y focalizado en ella. Los jueces no ordenaron a Israel, pues, que detuviera “todas” las operaciones militares en Rafah. Sino aquellas que pudieran causar la muerte generalizada de civiles y un sufrimiento equivalente al genocidio. Diferente pero contundente teniendo en cuenta lo que allí viene ocurriendo desde hace ocho meses de horror.
¿Cuánto de esto genera responsabilidad internacional no sólo para Israel sino en los países proveedores de armas y equipamiento militar? Reto grave para la CIJ. Que difícilmente puede abdicar de sus funciones y dar por hecho que sus decisiones sean ignoradas. Habrá que ver.
Directo contra el derecho internacional
¿Qué viene ahora? Vista la dinámica unidireccional prevaleciente en los últimos meses, improbable que Netanyahu acate la orden del tribunal y reduzca la ofensiva en Rafah. O que Washington fuerce a Netanyahu a comportarse. Ya que la Corte Internacional carece de poderes coactivos, el único paso posible -y necesario- sería, en teoría, el Consejo de Seguridad de la ONU y que se ocupe de la cuestión. Pero, probablemente, Estados Unidos vetaría cualquier acción contra Israel. Provocando, con ello, una mayor condena diplomática y el aislamiento no sólo de Israel sino de Estados Unidos.
Quedaría, por cierto, en teoría, el camino de la real politik: que EE.UU. fuerce a Israel a detener los combates en Rafah y a mejorar las condiciones en el resto de Gaza. Algo en esa dirección ya sería un paso civilizatorio. Se comenta que después del fallo de la CIJ, Biden llamó a Abdel-Fattah al-Sisi, presidente de Egipto. Y le pidió que reanudara los envíos de ayuda a través del paso fronterizo de Rafah. El presidente egipcio habría accedido.
Una lucecita al fondo del oscuro túnel. Paso modesto, pero positivo en la perspectiva de cortar la arremetida militar israelí contra Rafah y su población civil.
Regresando a la génesis
Es evidente que en la última quincena la ofensiva de Netanyahu contra Gaza y vecindario ha sido jaqueada severamente por el derecho internacional. A lo que se suma la decisión de reconocer al Estado Palestino adoptada en días pasados por tres Estados europeos (Irlanda, Noruega y España).
Lo que, en este contexto complejo, puede ser considerado sólo “simbólico”. Pero con consecuencias de fondo. Pues la posición oficial -y sostenida por más de 70 años- de las Naciones Unidas es clara y fundamental. Apuntar a los “dos Estados” como la solución geopolítica a las tensiones en la zona. Lo que, lógicamente, sólo es viable en la medida en que, precisamente, haya dos Estados: Israel y Palestina.
En cualquier caso, el hecho es que la suma de estas decisiones de los dos tribunales internacionales más importantes del planeta, muestran a un Israel crecientemente aislado. Que depende totalmente del apoyo de Estados Unidos. Los combates en Rafah continuarán, seguro. Al igual que la inestabilidad y tensión en la zona. Que no tiene a Israel como el único factor, que Israel crecientemente profundice su aislamiento, por sus propias acciones, no es bueno.
Pues distancia la solución de fondo y encontrar la luz al fondo del túnel con la paz en la región asentada en dos Estados con fronteras y atribuciones definidas. La Relatora de la ONU sobre derechos humanos en los territorios palestinos, Francesca Albanesa, viene planteando que ante el genocidio en marcha los Estados miembros de la ONU deben imponer un embargo de armas y sanciones a Israel Lo que remite a los dos principales proveedores de armas a Israel: EE.UU. y Alemania. Complejo, pero está allí la propuesta.
Mientras, regresar a la génesis, para encontrar una luz. Que no saldrá de la tierra arrasada en Gaza o Rafah. Sino de la recuperación de la tesis -y decisión- fundamental de la ONU, dos Estados, conforme a la resolución 181 de 1947 de la asamblea general: creación de dos Estados, uno arabe y otro judío y una zona bajo régimen internacional particular. Lo que supone, por cierto, la desocupación de los territorios en Cisjordania, Gaza y demás, ocupados por Israel desde 1967. Todo en violación de numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General, incluyendo las fronteras establecidas en la resolución 181 de 1947 de creación de Israel.
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