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RED DE REDES
Columna
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Prejuicios crónicos

Mientras Fisterra despedía al niño cuya imagen encarnó el desgarro de la emigración, X se llenaba de mensajes racistas

Manuel Ángel Calo y su hijo Juan Jesús lloran en el puerto de A Coruña al despedirse de sus familiares que parten a Argentina en 1957.
Manuel Ángel Calo y su hijo Juan Jesús lloran en el puerto de A Coruña al despedirse de sus familiares que parten a Argentina en 1957.manuel ferrol
Natalia Junquera

Antes de que las redes sociales lo pusieran tan fácil, una imagen tomada en el puerto de A Coruña en 1957 dio la vuelta al mundo. Se titula El padre y el hijo; la tomó, con una cámara escondida en la gabardina, un fotógrafo inmenso llamado Manuel Ferrol, y si logró llegar a tantos ojos distintos tantos años después de haber sido censurada por el franquismo es porque retrata, con un nivel de precisión del que a veces carecen todas las palabras, un dolor universal: el de las despedidas. El padre, Manuel Ángel Calo, O Jurjo, de 29 años, agarra la carita de su niño, Juan Jesús, de 8, ambos llorando desconsolados mientras ven partir en el buque Juan de Garay rumbo a Buenos Aires, a la abuela y las tías del pequeño. El padre falleció en 2006; el niño, el pasado domingo, a los 75, mientras Europa contaba las papeletas del olvido, es decir todos los votos recibidos por partidos que, en diferentes países y a falta de ideas, han decidido desentenderse del éxodo de sus compatriotas que huyeron de la guerra o para buscar una vida mejor, y señalar a un enemigo común: el inmigrante. Es la excusa para los problemas que no saben solucionar: el paro, la vivienda, el miedo, el malestar. Las urnas dicen que funciona.

Varios tuiteros cuelgan la icónica imagen en sus perfiles, medios gallegos difunden obituarios de Juan Jesús Calo, marinero. El periodista de Radio Galega Kiko Novoa entrevista a uno de sus hijos, Alberto, abrumado por la pérdida, quien deja, sin embargo, una frase perfecta: “Era unha casa chea” (”era una casa llena”). Un hombre puede ser un refugio, un lugar de acogida. También cuenta que a su padre le llamaban Chanquete porque se parecía al de la serie y tenía un barco, La Dorada.

Mientras en el fin del mundo, Fisterra (A Coruña), su familia y vecinos despedían a Chanquete y las redes recordaban la icónica fotografía sobre el desgarro de la emigración, la conversación en X estaba capitalizada por #Alvise, su marca política, #SALF (siglas de Se acabó la Fiesta); #LePen... “El Estado español quiere aniquilar al pueblo catalán con inmigrantes conflictivos”, tuitea Sílvia Orriols, diputada del Parlament por la ultraderechista Aliança Catalana. El alcalde de Badalona, Xavier Albiol, del PP, afirma en su cuenta de X que el ascenso de la extrema derecha se debe a “los problemas de integración que genera determinado tipo de inmigración”; El diputado balear de Vox Sergio Rodríguez publica: “Jóvenes inmigrantes ilegales argelinos que huyen del hambre y de la guerra, según la izquierda. Ver para creer. Ni guerra, ni hambre ni pobreza. Nos mandan lo peor que tienen”. Iker Jiménez pide en @navedelmisterio propuestas para su próximo programa. “Diez días de junio y más de 2.000 inmigrantes ilegales en Canarias”, responde @rubnpulido. “250.000 inmigrantes durante 26 años son 6.500.000, sumados a los que ya hay y a los irregulares que no se sabe cuántos son, ¿podemos hablar de reemplazo étnico o tenemos que esperar a verlo?”, tuitea @Silvestre_26279; “Tú verás cuáles son tus prioridades. ¿La mía? Sobrevivir. Si hay que hundirlos antes de que lleguen, pues todos al fondo del mar” (@MiguelLobato82).

O Jurjo y Chanquete no volvieron a ver a aquellas mujeres que partieron a Argentina. Hoy podrían hacer videollamadas, utilizar WhatsApp o Telegram para hablar sin más coste que el de una red wifi. En teoría, las nuevas tecnologías facilitan la comunicación, pero X se ha convertido en un diálogo de sordos. Quienes piden expulsar a inmigrantes no se cruzarán con los que han colgado en sus perfiles la fotografía de Manuel Ferrol. Tampoco verán el informe del Banco de España que afirma que el país necesita casi 25 millones de inmigrantes hasta 2053 para mantener el sistema de pensiones. Se llama sesgo confirmatorio y consiste en leer (de la mano invisible de las plataformas que tanto nos conocen) solo lo que apoya nuestras tesis. Así se hace crónico el prejuicio, esa tupida venda que impide ver que anteayer los inmigrantes éramos nosotros.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.
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