El desprecio de Milei hacia las personas con discapacidad
Los lectores escriben sobre el presidente de Argentina, la declaración de la expareja de Ábalos ante el juez, la pérdida de una mascota, y el placer de leer en papel

No sé cómo empezar esta carta sin que, por un lado, la furia y, por otro, el dolor hagan que los ojos se me aneguen por las lágrimas. Me alegro, de verdad, de sospechar que en la familia de Javier Milei no haya nadie con discapacidad. Y lo intuyo casi sin temor a equivocarme, porque de tener un familiar con discapacidad nunca habría llamado idiotas, descerebrados y mongólicos a esas personas. Lo cierto es que tuve que releer la noticia varias veces para darme cuenta de que mi “imaginación prodigiosa”, como dice mi hermana Malena, no había vuelto a jugármela. Ella que, según el Gobierno de Milei, desde el pasado 14 de enero, sería o “idiota”, o “imbécil”, o “débil mental profundo, moderado o leve”. Mi tío Álvaro tuvo que exilarse a Argentina porque sus ideas lo habrían llevado a la muerte aquí en España. En esa España que, hasta el 13 de mayo de 1986, ponía “subnormal” en el DNI. Un día, Malena lo vio y me preguntó el porqué de ese calificativo, ya que, me dijo, ella era normal, aunque no igual que yo.
Liliana Nogueira Pache. Vigo
Qué está pasando
Después de escuchar la declaración de la expareja de Ábalos ante el juez, cobrando bajo contratos de empresas públicas sin hacer nada, vivienda gratis, etc., tirando de hemeroteca, veo que estas situaciones se repiten continuamente en los dos partidos con aspiraciones de gobierno. Se repiten tanto que se corre el riesgo de que la ciudadanía termine por considerar “normal” lo que es un agravio no solo a los trabajadores en activo, también a los parados con pocas o nulas posibilidades de reincorporarse al mundo laboral, con las precarias condiciones que se ofrecen. Si se baja el listón sobre las reglas de juego más básicas, la democracia se pone en duda. Eso es precisamente lo que está pasando.
Carlos Llorente Rastrilla. Madrid
No estás solo
En respuesta a Alejandro Martín Requena y su carta Un duelo que aún no tiene nombre del 7 de marzo. Alejandro: somos muchos los que, al leer tu carta, hemos sentido indignación y dolor. Muchos los que hemos llorado a Pancho y aplaudido tus palabras. Y muchos los que hemos pasado/pasaremos por lo mismo. Pero la incomprensión y frialdad de la sociedad no puede, ni podrá nunca, con el calor de toda la gente que ahora mismo está asintiendo a mis palabras. Te aseguro que nunca te han abrazado tanto. Pancho ha tenido la mejor familia, y lo sabes. De lo que no sé si te has dado cuenta es de que le has hecho el homenaje más bonito del mundo...
María Sacristán Rodríguez. Madrid
Leer en papel
El libro electrónico me mira entre el polvo preguntándose por qué fue adquirido. Y es que no puedo abandonar esa satisfacción de pasar las hojas. Para esos días que las fuerzas flaquean y encuentro cobijo en las palabras, pienso en lo que soy y en lo que era. “García Márquez me avisó”, me digo entre lágrimas. También busco esa esperanza que me dio un autor en esos días en que la desidia pesa demasiado porque creer en el amor a Maga de Cortázar alegra al corazón. Deseché las redes porque solo castigaban mi imperfección y robaban mi tiempo. Leer me hace ver más allá de las sombras.
Paula Lorente. Madrid
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