Hay un hombre que ríe y no está en Washington
El chat de la guerra de Trump no llega a la altura de los tobillos de Gila, un gran estratega a su lado


Hay alguien sentado con sobredosis de palomitas para disfrutar del espectáculo que nos está dando la Administración de Trump. Y ese es Vladímir Putin. Ni en sus mejores sueños ni en los planes de intoxicación y guerra sucia que practica con saña en Occidente pudo imaginar el show que estamos contemplando: la cúpula militar y de seguridad de EE UU radiando en directo el bombardeo de rebeldes hutíes en un chat ante un periodista invitado por error. Como quien prepara un cumpleaños. El show, por cierto, se titula Make America Great Again.
¿Recuerdan cuando Gila llamaba por teléfono al otro bando y sencillamente preguntaba “¿Está el enemigo?”. Nuestro genial humorista era un estratega de altura comparado con los presentadores de televisión y oligarcas que se han hecho con el poder en EE UU.
El aplomo y la naturalidad de Gila con esa pregunta desarmaba cualquier reverencia ante la autoridad militar y por eso nos descacharrábamos. Si veíamos las guerras como tótems fuera de nuestro control, si creíamos que las órdenes secretas caminaban por cauces inaccesibles para el común de los mortales, ahí estaba Gila para traernos a tierra. Eso era humor con mayúsculas.
Estos días, el equipo de Trump no es de cómicos que nos mejoran la vida y nos ayudan a digerir lo que está pasando, sino de paletos que han llegado al poder y celebran las bombas arrojadas con emoticonos infantiles en el chat. A la vez, exhiben su desdén y sus complejos ante una Europa cuya humillación es hoy política de Estado.
Al frente del show hay dos estrellas de la Fox como Pete Hegseth, secretario de Defensa, y Michael Waltz, consejero de Seguridad Nacional y una secretaria de Seguridad que posa en camiseta ante los presos de Bukele como una instagramer con algún trofeo. Frente a la burla y la exigencia de etiqueta a un Zelenski que luce sobrio y guerrero, Kristi Noem y Elon Musk exhiben sus outfit informales por encima de cualquier protocolo.

El monólogo de Gila proseguía con otra pregunta sencilla y un guion surrealista: “¿Ustedes podrían parar la guerra un momento? ¿A qué hora van a avanzar mañana? ¡Pero a las siete estamos todos acostados! No sé si tendremos balas para tantos, pero nosotros disparamos y ustedes se las reparten...” Los guionistas del Pentágono no están en esto, sino exactamente en lo contrario. Mientras Gila nos hacía reír a todos sin hacer daño a nadie, los chicos del chat de Trump solo hacen reír a uno que puede dañarnos a todos. Las carcajadas ante la decadencia del imperio americano se oyen fuertemente desde el Kremlin.
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