El optimismo tocado pero no hundido de la Fundación Gates: “El impacto de la pandemia podría haber sido mucho peor”
El golpe de la covid-19 en el progreso del mundo ha sido duro y ha mermado la esperanza de lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. Pero los esfuerzos colectivos han evitado los peores escenarios. Así lo destaca el informe anual ‘Goalkeepers’ de la mayor entidad filantrópica en salud global, que llama a redoblar esfuerzos también contra el hambre, la pobreza y la desigualdad partiendo de las lecciones aprendidas de esta crisis
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La covid-19 ha matado a más de 4,6 millones de personas en el mundo hasta la fecha. Ha desencadenado una crisis sanitaria, social y económica de la que no hay ser humano sobre el planeta que no se haya visto afectado de una u otra forma. Ha frenado el avance contra la pobreza, ha revertido los progresos en la lucha contra el hambre, ha dejado sin educación y vacunas básicas a millones de niños, y sin empleo a sus padres. Y todo ello, siempre peor para las niñas y las mujeres. La pandemia ha puesto a prueba el reconocido optimismo de Bill Gates y Melinda French Gates. “Pero no lo ha destruido”, escriben ambos en el informe Goalkeepers 2021: innovación y desigualdad de la Fundación Gates, publicado este martes, horas antes del comienzo de la 76ª Asamblea General de la ONU. El golpe en el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ha sido duro: si antes había pocas esperanzas de lograr las metas para 2030, ahora menos. Pero el revés no ha sido tan fuerte como preveían hace un año.
“El impacto de la pandemia podría haber sido mucho peor”, aseguran los dirigentes de la mayor institución filantrópica del mundo. Los esfuerzos colectivos desde el nivel comunitario hasta el internacional, así como la investigación e innovación, han evitado los peores escenarios que los datos auguraban hace un año. “Y como optimistas impacientes que somos, creemos que podemos empezar a aprender de los éxitos y fracasos hasta ahora. Si somos capaces de capitalizar lo positivo que hemos vivido estos últimos 18 meses, finalmente podremos dejar la pandemia atrás y acelerar una vez más el progreso al abordar temas fundamentales como la salud, el hambre y el cambio climático”.
Los datos recabados por la Fundación para este informe anual desvelan que en muchos indicadores claves de desarrollo, el mundo intensificó sus acciones para evitar algunos de los peores escenarios. Destaca el estudio el ejemplo de la malaria. La Organización Mundial de la Salud advirtió el año pasado que la interrupción de los programas contra esta dolencia haría retroceder una década el progreso y provocar hasta 100.000 muertes adicionales (a las 409.000 de 2019), especialmente en África, donde se concentran el 90% de los casos. “Esa proyección estimuló a muchos países a adoptar medidas preventivas y garantizar la distribución de mosquiteras y la disponibilidad de pruebas y medicamentos antipalúdicos”, sostienen los autores. Uno de ellos fue Benin, donde esta enfermedad es la principal causa de muerte. Diseñó un nuevo sistema de distribución digitalizado de mosquiteras tratadas con insecticida, lo que permitió hacer llegar 7,6 millones de ellas a hogares de todo el país en tan solo 20 días.
A falta de datos de calidad para evaluar el impacto real de la pandemia sobre los ODS, la Fundación Gates identifica las “señales positivas” en la respuesta a esta crisis a las que aferrarse como recordatorio de que si fue posible amortiguar el golpe, también lo es retomar la senda del progreso. De cada uno de los 18 indicadores de esta agenda internacional en los que se enfoca la institución, el informe aporta las nefastas cifras sin paliativos, pero recuerda en cada caso que podría haber sido peor. Sirve la estadística relativa a la vacunación infantil rutinaria, que cayó a niveles del 2005. Si bien 30 millones de niños quedaron sin inmunizar hasta mediados de 2020 —eso son 10 millones más, a causa de la crisis—, hubo “un dato sorprendente”. El Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud estimó que la cobertura de vacunación caería 14 puntos porcentuales a nivel mundial en 2020, lo que habría representado “25 años de progreso tirados a la basura”, en palabras de los autores. Cálculos más recientes muestran una reducción de “solo” siete puntos.
Si somos capaces de capitalizar lo positivo que hemos vivido estos últimos 18 meses, finalmente podremos dejar la pandemia atrás y acelerar una vez más el progreso
Documentos como el Goalkeepers y el último estudio del Fondo Mundial contra el VIH, la malaria y la tuberculosis demuestran que la lucha contra las llamadas enfermedades de la pobreza ha sufrido un varapalo histórico en 2020. Para Gonzalo Fanjul, director de análisis del Instituto de Salud Global (ISGlobal), “lo peor podría estar por llegar”. En su opinión, la comunidad internacional ha aguantado las líneas en este envite de la covid-19, pero llegará el momento en que se agoten los fondos extraordinarios y toque además una reposición del Fondo Mundial o la Alianza Global para las Vacunaciones (Gavi). ¿Habrá fatiga de los donantes? ¿Seguirá el coronavirus concentrando los recursos? ¿Continuarán los países ricos invirtiendo en ellos mismos mientras dedican una cantidad “miserable” para ayudar a los menos adelantados?, plantea Fanjul. La respuesta a estas cuestiones determinará si la comunidad internacional aprovecha este paso atrás para dar dos hacia adelante o si presenciaremos una hecatombe sanitaria, advierte.
“El progreso es posible, pero no es inevitable”, repiten los dirigentes de la Fundación Gates. Y la pandemia ha recordado que es además reversible. Si tal retroceso es coyuntural o permanente dependerá de los siguientes pasos. Según las proyecciones de los 18 indicadores de los 169 de los ODS en los que centra su trabajo y atención, no se alcanzará ninguno ni el mejor de los escenarios posible. En algunos casos la humanidad se quedará lejos de lo comprometido y, en otros, muy lejos. Ocurre con la desnutrición crónica infantil: el 24% de los niños menores de cinco años presentaban retraso en el crecimiento en 2020; en 2030 todavía lo padecerán el 22%, lejos del objetivo de bajar al 15% en 2025.
Las mujeres, peor paradas
“Aunque los hombres son más propensos, en un 70%, que las mujeres a morir de covid-19, ellas siguen viéndose afectadas de manera desproporcionada por los impactos económicos y sociales de la pandemia”, advierte el informe Goalkeepers. La contratación femenina continuará estando 13 millones de empleos por debajo del nivel de 2019, mientras que se calcula que el de los hombres va a repuntar hasta alcanzar las tasas anteriores a la crisis, destaca el documento.
Lo corrobora Megan O’Donnell, directora la Iniciativa de Género y Desarrollo Covid-19 del Centro para el Desarrollo Global. “La pandemia ha sido sin duda una crisis de género, que ha impactado de manera desproporcionada el empleo de las mujeres como trabajadoras asalariadas, las operaciones comerciales como emprendedoras, el aumento del trabajo de cuidados no remunerado y el riesgo de enfrentar violencia de género, entre otros efectos, todos ellos documentados”, afirma. “Estoy de acuerdo con la afirmación del informe de Goalkeepers de que los impactos podrían haber sido aún peores sin los esfuerzos de las organizaciones comunitarias, los trabajadores de salud de primera línea y los programas de asistencia social, muchos de ellos liderados por las propias mujeres para apoyar a sus comunidades”, agrega.
La investigación de la Iniciativa que dirige O’Donnel sugiere inversiones significativas en “cuidados, efectivo y datos” para garantizar que los esfuerzos de recuperación de la crisis de no dejen atrás a las mujeres y las niñas. “En el reciente Foro Generación Igualdad, por ejemplo, Canadá fue el único país de ingresos altos que se comprometió a fortalecer la economía de los cuidados en los países de renta baja y media. Y muy pocos gobiernos (solo cinco) asumieron compromisos centrados en la protección social con perspectiva de género”, denuncia.
Invertir más en las mujeres es una de las recomendaciones centrales que lanza la Fundación Gates en su informe. Las medidas que se tomen hoy, apuntan, serán la semilla para asentar avances en el futuro y evitar que futuras crisis se ceben con ellas. Dos ejemplos: Pakistán y su programa de transferencia de efectivo de emergencia, Ehsaas, para hacer llegar dinero a los hogares pobres, donde las mujeres representan dos tercios de los beneficiarios; Argentina, que publicó recientemente su primer presupuesto con perspectiva de género, destinando más del 15 % del gasto público a programas de promoción de la igualdad de género. “Estamos ansiosos por ver los resultados a largo plazo de estos enfoques innovadores orientados al empoderamiento económico de las mujeres”, redactan.
Ciencia, igualdad y comunidad
Además de invertir en las mujeres como mecanismo para mitigar futuras crisis, la Fundación Gates expone otra batería de recomendaciones. En primer lugar, confiar en la ciencia. La humanidad ha logrado el “milagro” de desarrollar vacunas eficaces contra la covid-19 en un año, cuando este proceso suele prolongarse normalmente entre 10 y 15 años. Es un hito histórico sin precedentes, en palabras de los autores, que agradece a la comunidad científica y, especialmente, a la investigadora húngara Katalin Karikó, que dedicó su carrera al estudio del ARN mensajero. “Durante años, sus ideas poco ortodoxas no lograron obtener apoyo ni financiación (...). Pero la doctora Karikó perseveró”, rememoran. “Es un desarrollo que seguirá produciendo beneficios: ya hay candidatas para vacunas de ARNm en fase de desarrollo que finalmente podrían usarse contra algunas de las enfermedades más mortales del mundo, desde la malaria hasta el cáncer”.
Pero la investigación no basta si no llega a todo el mundo. “Mientras escribimos esto, más del 80 % de todas las vacunas contra el covid-19 se han administrado en países de ingresos altos y medianos altos. Mientras tanto, menos del 1 % de las dosis se han administrado en países de renta baja”, lamentan los redactores del Goalkeepers. “Estas desigualdades son un profundo ultraje moral y aumentan el riesgo muy real de que los países ricos comiencen a tratar la covid-19 como otra epidemia de la pobreza”, agregan en un llamamiento a una mayor inversión en infraestructuras sanitarias en el sur global.
Finalmente, la Fundación reclama mayor apoyo a las pequeñas organizaciones comunitarias que en lo peor de la pandemia han demostrado que la solidaridad local, los grupos de autoayuda, de repartos de alimentos, e incluso para asegurar la vacunación de los vecinos, también salva vida.
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