África se sube al negocio de las remesas digitales y presiona para reducir el coste de las transacciones
Las ‘start-ups’ despiertan el interés de inversores y, a la vez, empujan al mercado para aprovechar mejor el dinero que envía la diáspora africana hacia el continente más caro del mundo para estas operaciones financieras
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África, pionera en dinero móvil y en pagos a través de teléfonos inteligentes, ahora quiere dar el salto final para que el envío de remesas a través del móvil sea cada vez más barato y más fácil, desde el Norte Global hacia todos los rincones del continente africano. En la última década, varias start-ups (empresas emergentes) han sacudido el mercado y han presionado a compañías tradicionales para que las tasas por transacción sean más económicas. Ahora, estas compañías nativas africanas toman un nuevo impulso y expanden sus negocios por cuenta de inversores interesados en este mercado en África. Así, compañías como Nala (creada en Tanzania), Juicyway y Flutterwave (Nigeria), APS (Gambia), Cauridor (Costa de Marfil), Mukuru y Mama Money (Sudáfrica) han extendido su cobertura y han potenciado la competencia.
Una de las fintech, como se llama a las empresas dedicadas a la tecnología financiera, más populares de África es Nala. Se creó en 2021 y en julio pasado recaudó 40 millones de dólares (38,16 millones de euros) por cuenta de inversores. Con esos recursos, espera expandirse. Nala, de momento, tiene 500.000 usuarios que pueden enviar dinero desde la Unión Europea, Estados Unidos y Reino Unido hacia 10 países africanos. Otra fintech que ha conseguido millonarias inversiones es Cauridor, que recientemente recaudó 3,5 millones de dólares para su expansión y para mejorar su infraestructura de pagos.
Además del interés privado por estas start-ups, organizaciones internacionales también impulsan esta forma de envío de remesas. El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de Naciones Unidas, por ejemplo, adelanta un proyecto con la compañía APS para acelerar la llegada de remesas digitales a zonas rurales de Gambia.
Pese a estos avances, aún hay brechas. África Subsahariana es la región más cara del mundo para enviar dinero y en la que más se ha encarecido esta transacción entre 2023 y 2024, según datos del Banco Mundial. En el mundo, enviar 200 dólares al exterior implica pagar de media una tasa del 6,65% por la transacción. Pero si esos 200 dólares van hacia África Subsahariana, la media de tasa es del 8,37%, una cifra bastante alejada de la meta de Naciones Unidas, que quiere reducirla a menos del 3% para 2030.
En África, más de 200 millones de personas se benefician de las remesas, según datos de Naciones Unidas. Con el dinero, las familias pueden pagar alimentos, educación, vivienda, servicios y gastos médicos. En 2024, África recibió más de 100.000 millones de dólares en remesas, de acuerdo con datos provisionales de expertos del Banco Mundial. Nigeria, con 19.800 millones de dólares al año, está en la cima de países que más reciben dinero por cuenta de las remesas. En otros Estados, las remesas representan una parte importante de su Producto Interno Bruto (PIB). En Gambia, por ejemplo, equivalen al 21,4% del PIB; en Sudán del Sur, al 17,5%, y en Lesotho, al 20,6%. Además, la ONU calcula, a partir de los datos de 2023, que las remesas en África equivalen a casi el 6% del PIB del continente y superan la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) “que asciende a 42.000 millones de dólares y a la Inversión Extranjera Directa (IED), que es de 48.000 millones de dólares”.
Las tareas pendientes para aprovechar las remesas
De ahí que, según expertos, sea vital insistir en abaratar costes para aprovechar el flujo de las remesas. Killian Clifford, asesor senior de gobernanza de migración y empoderamiento financiero y económico de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) asegura, por correo electrónico, que “corresponde a la comunidad internacional, a los gobiernos y al sector privado por igual, ayudar a eliminar las barreras de inclusión para promover remesas más rápidas, seguras y baratas”. Para Frédéric Ponsot, especialista técnico sénior en remesas y diáspora del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la clave está en incentivar la competencia. Esto implica no solo facilitar el surgimiento de nuevas compañías, sino promover que haya más actores especializados en ciertos corredores de envío, es decir, las “vías” que toma el dinero cuando va de un país a otro. “APS, por ejemplo, está en Gambia, pero también tiene licencias de operación en Reino Unido y Europa, por lo que puede cubrir el corredor de principio a fin”, explica Ponsot en una videollamada. Así, APS no tiene que hacer alianzas con otras grandes compañías como Western Union para operar y todas las ganancias quedan dentro del grupo. Por eso, el modelo es sostenible.
Corresponde a la comunidad internacional, a los gobiernos y al sector privado por igual, ayudar a eliminar las barreras de inclusión para promover remesas más rápidas, seguras y baratasKillian Clifford, asesor senior de gobernanza de migración y empoderamiento financiero y económico de la OIM
Sin embargo, llegar a funcionar como lo hace APS es caro, reconoce Ponsot. “Uno de los principales retos es conseguir capital. Cuesta mucho conseguir que los clientes confíen en la marca y cuesta mucho conseguir las licencias”, recuerda el experto. También, agrega, hay barreras a la hora de lograr respaldos con los bancos, que ven en las start-ups negocios de alto riesgo. Frente a esto, la OIM, advierte de que si esas start-ups quieren “convertirse realmente en panafricanas” es necesario armonizar las normas y los sistemas de pago de los países. “Rara vez son interoperables”, reconoce Clifford, pero considera que con la llegada de la Zona de Libre Comercio Continental Africana podrían verse avances.
Otro de los mayores desafíos a largo plazo, de acuerdo con los expertos, es cómo estas start-ups serán sostenibles y cómo lo conseguirán sin convertirse en un riesgo. Hay compañías que ofrecen tasas bajas por transacción y otras que, incluso, prestan gratis el servicio porque sacan sus ganancias a través de tasas de cambio de moneda que les son más rentables. “Nos preguntamos si están alterando el mercado de manera justa o injusta. Al principio, el coste [de las transacciones] bajará, pero si las empresas quiebran, el mercado se concentrará de nuevo [en pocos competidores] y el coste volverá a subir”, advierte Ponsot y agrega que si las start-ups desaparecen, pueden minar la confianza que África ha empezado a tener en las remesas y billeteras digitales.
La sudafricana Onafriq, una de las empresas pioneras en dinero y remesas digitales, ya consiguió ser sostenible a través de un sistema de alianzas y sociedades con otras marcas. Ahora, avanza al siguiente nivel. Rachel Balsham, directora general para el sur y el oriente de África, explica que Onafriq trabaja en nuevas herramientas y alianzas para lograr que ese dinero enviado de forma digital siga circulando en el sistema de forma digital, sin pasar al efectivo. Además, también busca promover “las remesas con propósito”. Esto lo harán, explica, facilitando que los africanos en el exterior puedan pagar directamente el hospital o la escuela de sus familiares. “Esto da a la diáspora un poco más de control sobre su dinero”, afirma la directora.
Aunque Balsham reconoce que bajar el coste de las tasas seguirá siendo un reto, advierte que el atractivo de las remesas digitales en el contexto africano va más allá. “La gente elige enviar remesas por el móvil no solo por el coste, sino porque dan una sensación de seguridad, conveniencia y control”, afirma.
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