El PP se inclina por la abstención y no descarta mantener el gravamen si gana
Soraya Sáenz de Santamaría evita aclarar si su grupo se abstendrá o votará en contra No está totalmente descartado el no, pero parece muy poco probable
El PP ha enfilado la recta final de lo que en la calle Génova se presume como un paseo triunfal hacia la mayoría absoluta el 20-N y tal vez un resultado mejor que el de 2000, cuando José María Aznar logró 183 diputados. Nada puede ya impedirlo, señalan en la dirección, salvo errores propios clamorosos. Por eso, la estrategia fundamental consiste en evitar todos los debates izquierda-derecha que trate de introducir el PSOE. Eso es lo que lleva, a falta de una decisión definitiva que tomará Mariano Rajoy poco antes de la votación, como es habitual, a inclinarse por la abstención mañana en la votación de la recuperación del impuesto de patrimonio. Soraya Sáenz de Santamaría evitó ayer aclarar si su grupo se abstendrá o votará en contra. No está totalmente descartado el no, pero parece muy poco probable. Diversos miembros de la cúpula comentan que ese no implicaría darle una baza al PSOE, colocarse como defensor de esas 160.000 personas que tienen más de un millón de euros de patrimonio (300.000 de vivienda habitual y 700.000 al margen) y facilitar un argumento de campaña para el candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Aún así, algunos dirigentes creen que si el PP ha salido en tromba contra el impuesto de patrimonio, lo coherente sería votar que no. Pero esta tesis, que ya durante toda la legislatura ha provocado discusiones dentro del grupo parlamentario —había muchos diputados molestos por lo que consideraban un exceso de abstenciones en votaciones con mucho perfil ideológico— parece condenada al fracaso.
El propio Rajoy ha abierto esa puerta a la ambigüedad ya que hasta en tres ocasiones distintas en los últimos días, dos en público y una en privado, evitó comprometerse firmemente a eliminar el impuesto de patrimonio si llega a La Moncloa. Rajoy utiliza una estrategia que aprecia especialmente: critica las reformas del Gobierno con dureza por su improvisación o porque cree que no van en el buen sentido, pero después no se compromete a derogarlas. Es lo que ha hecho con la subida del IVA o del IRPF a rentas altas, y ahora con el impuesto del patrimonio. Antes lo hizo con el matrimonio homosexual. Dos veces le preguntaron en público, y Rajoy evitó aclarar si lo derogará. Y en privado, donde se puede mostrar más claro, en una cena con empresarios de alto nivel que organizó el Conde de Godó en su casa el jueves, les dijo que lo quitaría siempre que no provoque mucho conflicto. Esto es, que no descarta dejarlo, ya que el Gobierno solo lo ha recuperado para dos años.
El entorno de Rajoy explica que, pese a la crítica política de cada día y a su visión ideológica en contra de este impuesto —el líder del PP llegó a decir que conocía a personas mayores que habían heredado un piso de 700.000 euros y esa era su única renta, y podían perderla con el impuesto—, los asesores económicos son conscientes de las enormes dificultades financieras con las que se va a encontrar Rajoy. Habrá que hacer recortes muy duros. Y nadie descarta en privado que haya que subir impuestos, como ha sucedido en todos los países europeos con problemas. En ese contexto, retirar el impuesto de patrimonio podría agravar el conflicto social con el que el PP ya cuenta, por lo que es muy probable que Rajoy deje pasar el tiempo o como mucho lo modifique sin quitarlo del todo.
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