Carta a David Pla (o carta a un etarra desocupado)
El viejo y deplorable tiempo ha sido tan duro por tu culpa
David:
Encabezo únicamente con tu nombre porque no encuentro ningún apósito apropiado. No tengo ninguna razón para decirte ni “querido”, ni “apreciado”, ni “estimado”, ni “señor”, ni “don”. Probablemente cualquiera de tales tratamientos te sorprendería, aunque te aseguro que te considero “prójimo” mío y, como tal, a pesar de que no cuente con el don de la fe cristiana, también a ti hago extensiva mi condición solidaria, de modo que la felicidad a la que aspiro junto al resto de los humanos también a ti te alcance.
Según las informaciones, fuiste tú quien leyó el comunicado en que ETA anunció que deja la actividad terrorista de forma definitiva. Al parecer, también fuiste tú el que leyó el anterior comunicado, que no tenía vocación de definitivo. No sé cuál es la razón por la que eres siempre tú el elegido para leer; tal vez tu buena voz o tal vez la confianza que tiene depositada la Dirección en ti. En cualquier caso, me dirijo a ti con el convencimiento de que has de ser tú el más convencido partidario de cuanto contiene el comunicado.
Te podría preguntar algo sobre ese “secular conflicto político” que nos aqueja: a qué es debido, cuándo comenzó, por qué perdura… Te podría preguntar por las “consecuencias del conflicto”: ¿no serán más bien las consecuencias de vuestras acciones y comportamientos? Te podría objetar si crees que han sido vuestras pistolas las que “han creado esta oportunidad” o ha sido el trabajo de los demócratas y la ausencia de venganzas por su parte la que te ha hecho reflexionar, a ti y a los tuyos. Más cosas podría preguntarte que sin duda no podrías contestar sin sonrojarte y avergonzarte, pero no podría comprobarlo porque esa “responsabilidad y valentía” para la que es llegado el tiempo, según nos comunicaste, quedó claramente plasmada en la flagrante cobardía que supone que salieses oculto tras una capucha de verdugo.
Estoy convencido de que tu vida no es nada fácil. Es doloroso vivir huyendo, viendo por todos los lados ojos que te vigilan, pasos que te siguen, cámaras ocultas que te graban; por eso, es más patológica tu cobardía. Tanto lo es que has sido capaz de dedicar un recuerdo a tus “compañeros y compañeras que la crudeza de la lucha se ha llevado para siempre”, y no has dedicado ni una letra a los más de ochocientos que tú y tus amigos asesinasteis. Creo, por eso, que eres eminentemente malo, y hubiera sido saludable que te hubieras hecho bueno aprovechando la oportunidad, que te hubieras despojado de la capucha para “mirar el futuro con esperanza”, porque la capucha os ha servido, hasta ahora, para esperar agazapados que llegaran vuestras víctimas al lugar en que a ellas se les acabaría la esperanza.
Mira, David, yo sí creo en ese nuevo tiempo que, dijiste, se está abriendo, pero también creo que el viejo y deplorable tiempo ha sido tan duro por tu culpa. Si fueras capaz de aceptarlo sería mejor para todos, suscitarías compasiones, cosecharías perdones y podrías mirar a tu hijo disfrutando. ¡David! ¿Estás convencido de que tu hijo va a comprender tus fechorías cuando sea mayor y lea la Historia? Recuerdo que mi hija, cuando apenas tenía media docena de años, no comprendió que yo matara a un ratoncillo que se había colado en la despensa de la casa. Le expliqué las cosas y lo entendió. ¡Fíjate lo terrible que hubiera sido si en vez de un ratoncillo hubiera sido una persona! Te aseguro que la capacidad humana de perdonar es muy grande, mucho mayor que la que se muestra para pedir perdón. Tu entereza cobrará sentido cuando pidas perdón. Llorar y pedir perdón y mostrar arrepentimiento y dolor no es cosa de niñas cursis ni de débiles; al contrario, si lo haces habrá quien responda con rabia, pero en el fondo pensarán que los tienes bien puestos.
Ya no es tiempo de capuchas. Así lo creo y así debes creerlo tú también, aunque tus amigos de la izquierda abertzale se han manifestado en Bilbao poco después del comunicado, y han pintado la palabra “Amnistía” en la pared de un edificio patrimonial ocultos tras un buzo y unas máscaras blancas. Total, todo el mundo te conoce por las fotos del periódico, tanto que si te ve en la calle se volverá a mirarte. Así que es tiempo de caras descubiertas, de pasos firmes y afirmados, de cierta condescendencia. Como puedes ya ver, los demócratas seguimos siéndolo y, aunque nadie dude de que habéis sido derrotados, nadie ha demostrado deseos de aprovecharse de vuestra debilidad para infligiros el castigo merecido. Vuestros cómplices de la izquierda abertzale nunca han sido tan respetados y considerados por los demócratas como ahora lo están siendo. La gente estaría dispuesta a olvidar que exististeis si no fuera porque en cualquier esquina, en cualquier familia, en cualquier institución o en cualquier reunión humana hay huellas de vuestros 829 muertos asesinados. Por eso, David, se trata de que seas valiente sin pistola del mismo modo que fuiste cobarde cuando la empuñabas.
Nada más. La vida es muy valiosa. Perderla es arruinarse por completo. Que te la roben es perderla ignominiosamente La ignominia es una de las más tristes condiciones de los asesinos. ¡Agur David!
Josu Montalbán es candidato del PSE al Congreso por Bizkaia.
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