Solo seis vocales pedirán la dimisión de Dívar por las luchas en el CGPJ
La petición de dimisión de Dívar suma solo seis vocales por las luchas en el CGPJ El consejo llega al pleno sin una posición común a pesar de múltiples reuniones
El pleno extraordinario que hoy celebra el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para pedir explicaciones a su presidente, Carlos Dívar, por los 20 viajes de fines de semana de cuatro días o más a Puerto Banús (Marbella) con cenas de dos personas en restaurantes de lujo, se presenta largo, difícil y con sabor a fracaso. Los vocales llevan ya tres horas reunidos sin que de momento haya trascendido cómo se está desarrollando el complicado debate.
Desde que el pasado lunes el teniente fiscal del Tribunal Supremo, Juan José Martín Casallo, hizo público el archivo de las diligencias informativas abiertas con motivo de la denuncia por malversación de caudales públicos presentada por el vocal José Manuel Gómez Benítez, se han sucedido numerosas reuniones de los vocales para llegar a un acuerdo. Se trataba de encontrar un mínimo común denominador con el que ir juntos al pleno y tratar de lavar la imagen de descontrol del gasto del Consejo y despilfarro de su presidente. Un Consejo que clama por la honradez de sus miembros y que está muy enfadado por la falta de explicaciones de Dívar.
Sin embargo, a pesar de todas esas reuniones, que se mantuvieron durante todo el martes y siguieron este miércoles por la mañana y durante toda la tarde, no se alcanzó ningún acuerdo y todo parece indicar que hoy, alrededor de media docena de vocales exigirá la dimisión del presidente por causa de indignidad, mientras que el resto, todo el sector conservador incluido —que ha recibido el mensaje de que no se inmiscuyan en lo que dicen que es una disputa entre Gómez Benítez y Dívar— no respaldará la petición. El Consejo lo componen 20 vocales y el presidente.
Hay quien sostiene que habrá vocales que reprobarán la conducta de Dívar, pero que no votarán en su contra. Y el presidente piensa en sobrevivir, dando por sentado que el que resiste gana, y que como dijo el ministro Alberto Ruiz-Gallardón, saldrá reforzado si no se produce su remoción.
Lo curioso del caso es que Dívar puede beneficiarse de las luchas internas por el poder en el Consejo. Ninguno de los vocales quiere que le asocien con el presidente, pero su salida supondría que el vicepresidente, Fernando de Rosa, ocuparía su puesto hasta el final del mandato, puesto que nadie cree que los vocales puedan ponerse de acuerdo para elegir a otro presidente. En ese caso, De Rosa, únicamente presidiría el Consejo, mientras que el presidente de Sala más antiguo, en este caso Juan Antonio Xiol, pasaría a presidir el Supremo.
Y esa solución gusta a algunos, pero horroriza a otros, porque hay quien analiza que eso favorecería un incremento en las cotas de poder por parte de los vocales Margarita Robles y Manuel Almenar, que ya en la actualidad constituyen un poder fáctico de primer orden y manejan con regularidad el capítulo de nombramientos de altos cargos para el Supremo, los Tribunales Superiores de Justicia y la Audiencia Nacional. Es decir, que para evitar que el tándem adquiera más poder, algunos están dispuestos a hacer lo que sea, incluso a perpetuar a Dívar a pesar de que son conscientes de que la solución es pésima, porque muy probablemente salgan a la luz otros viajes sospechosos del presidente que no fueron los de Marbella y en fin de semana.
Hoy mismo se le pidieron explicaciones sobre otro viaje diferente que hizo pasar por oficial. La explicación que Dívar ofreció como coartada es que había ido a reunirse con una persona. Pero los vocales llamaron a esa persona y esta negó haberse reunido con el presidente.
El caso es que la inmensa mayoría de los vocales saben que los viajes a Marbella no eran oficiales y también con quién cenaba el presidente, pero no quieren hacer sangre. Solo si Dívar en un error de cálculo intenta alguna jugada extraña —el viernes pasado había pedido los gastos de viajes y protocolo de todos los vocales, pues había dicho que si él caía no lo haría solo— o les miente podría provocar que un grupo de vocales —a algunos de los que se han reunido estos días los funcionarios les llaman “los indignados”— se ponga de acuerdo en hacerle caer. De momento, las componendas de poder son más importantes que el repudio a la inmoralidad y a la falta de estética.
La Unión Progresista de Fiscales, como ya hizo Jueces para la Democracia, ha reclamado la dimisión de Dívar, pero este va a tratar de eludirla todo lo que pueda. Con 70 años pasaría a la jubilación y perdería sueldo (130.000 euros), coche oficial, escoltas...
Lo cierto es que ya hubo un precedente del intento de remoción de un vocal que resultó un fiasco. Pascual Sala, presidente del Consejo entre 1990 y 1996, planteó la destitución del vocal Pascual Estivill por estar incurso en una causa de remoción.
Estivill estaba entonces implicado en una causa por delito fiscal por la que fue condenado en el Tribunal Supremo y en otro proceso por el que acabó en la cárcel por mercadear con prisiones y libertades. La propuesta de Sala solo obtuvo 8 de los 17 votos posibles. Siete vocales votaron en contra y dos se abstuvieron. De modo que el Consejo ya ha vivido este tipo de experiencias.
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