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El escenario sin ETA difumina el recuerdo de Miguel Ángel Blanco

La figura del exconcejal, símbolo de la deslegitimación social del terrorismo, pierde actualidad en Euskadi, aunque no peso

Homenaje en Ermua a Miguel Ángel Blanco.
Homenaje en Ermua a Miguel Ángel Blanco.Miguel Toña (EFE)

Hoy se cumplen 15 años desde que ETA hirió de muerte a Miguel Ángel Blanco. El entonces concejal del PP en Ermua marcó un antes y un después en la historia reciente de Euskadi, al convertirse en símbolo de la deslegitimación de un terrorismo frente al que la sociedad vasca había callado hasta entonces. Tres lustros después, el escenario de paz abierto tras el cese definitivo de la banda ha difuminado el recuerdo del exedil. No ha evitado, sin embargo, la celebración de sencillos homenajes como el que su propio partido le ha brindado hoy en la localidad vizcaína.

Hasta 40 localidades españolas celebrarán sus actos de recuerdo mañana, al cumplirse década y media de la muerte de Blanco. El Ayuntamiento de Ermua será el único que se sumará en el País Vasco. La figura del concejal ha perdido actualidad en Euskadi, que no peso histórico, más como reflejo de un nuevo tiempo de esperanza que como evidencia del vacío social hacia las víctimas que imperó hasta aquel julio de 1997. Mucho ha cambiado en apenas década y media. Lo ha ejemplificado hoy la candidata de EH Bildu a lehendakari, Laura Mintegi, al reconocer en Euskadi Irratia que “aquel asesinato fue una tragedia terrible”.

Más allá de los nombres, el papel de las víctimas se erige en fundamental para definir el escenario de convivencia tras el fin de ETA.

Apenas el impulso del propio PP ha servido para organizar homenajes como el de hoy en Ermua, en el que ha tomado parte el líder del partido en la comunidad autónoma, Antonio Basagoiti, y la parlamentaria vasca y hermanada del fallecido, Marimar Blanco. “Hemos ganado a la pistola que asesinó a Miguel ángel Blanco”, ha celebrado el primero. “La memoria será la base fundamental de un futuro en convivencia, paz y libertad”, ha añadido la segunda, quien ha agradecido a sus compañeros de partido la defensa de los “mismos principios y valores” por los que su hermano entró en política.

Más allá de los nombres, el papel de las víctimas, mortales o no, se erige en fundamental para definir el escenario de convivencia en Euskadi tras el fin de ETA. Su relación con los asesinos, su labor pedagógica en las aulas e incluso el reconocimiento del Gobierno vasco a los damnificados por otros tipos de violencia, como la del Estado (GAL) o la policial, se antojan factores decisivos para la reconciliación.

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