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Mundos diferentes, objetivo común

CiU y ERC, los posibles aliados, apenas comparten su catalanismo

El pacto entre Convergència i Unió (CiU) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) es una utopía que el nacionalismo catalán anhela desde 1999, pero que nunca desde entonces se ha producido por el recelo entre ambos partidos. El acuerdo que intentarán tejer la federación nacionalista y los republicanos parece el favorito de los electores, según los sondeos —tienen en común el principal objetivo para ambos esta legislatura, la consulta por la autodeterminación—, pero representan dos mundos diferentes.

En 2012 las diferencias programáticas se mantienen. Las más abismales son en el terreno económico. Los republicanos plantean un modelo diametralmente diferente al de los convergentes, basado en una redistribución de la presión fiscal más equitativa. Más concretamente, ERC apuesta por una nueva política de ingresos, que pasa por la recuperación del impuesto de sucesiones para las rentas más altas, una tasa que antes de que CiU la suprimiera nada más llegar al poder, hace dos años, solo afectaba al 5% de la población. Pero la federación nacionalista siempre se ha resistido a recuperar ese impuesto, que según sus cálculos supone unos ingresos de 100 millones de euros anuales.

ERC también propone la creación de una tasa sobre los depósitos bancarios. Se trata de una propuesta que la pasada legislatura ya presentó en el Parlamento autónomo, pero no prosperó porque los nacionalistas no la apoyaron debido a que creen que acabará perjudicando al ahorrador.

En el ámbito social, también las ideas de ambos están a millas de distancia. De forma general, ERC pide acabar con las políticas de ajuste de los dos últimos años, que se han materializado en tres oleadas de recortes. Los republicanos exigen dar marcha atrás en el tijeretazo que ha sufrido la educación y, de forma más concreta, restituir la sexta hora escolar, un refuerzo académico que servía para equiparar la escuela pública con la concertada. Igual que en el caso del impuesto de sucesiones, la sexta hora fue una de las primeras víctimas de los recortes de CiU para rebajar el gasto en profesorado. Igualmente, ERC pide aumentar las becas, volver a potenciar las guarderías y reducir las ratios de alumnos por aula.

Los republicanos también piden anular la reforma de la renta mínima de inserción (RMI) y devolverla a su espíritu original, de forma que sirva como una auténtica ayuda social para las personas en riesgo de exclusión.

Esquerra tiene un dilema sobre la mesa: o acepta los recortes o se queda sin consulta. La disyuntiva la debe resolver un equipo totalmente renovado y con muy poca experiencia en la política. La regeneración interna de ERC ha sido fulgurante: en dos años ha logrado voltear el resultado electoral (recuperó los 21 diputados que tenía antes de su crisis de 2010) y cambiar el liderazgo. El nuevo presidente del partido, Oriol Junqueras, era más conocido como historiador —con frecuentes apariciones en los medios— que como político. Tras dos años de experiencia como eurodiputado y 18 meses como alcalde de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona), Junqueras entrará en el Parlamento autónomo o como jefe de la oposición o como miembro del Gobierno. La primera vez que ERC se enfrentó al Ejecutivo catalán, sus dirigentes —encabezados por Josep Lluís Carod-Rovira— carecían de experiencia gubernamental, pero arrastraban años de parlamentarismo.

El equipo de Junqueras carece de ello, excepto tres de sus puntales. Anna Simó enlaza la anterior dirección con la actual y con el gobierno tripartito, durante el cual fue consejera de Bienestar Social. También repiten los diputados Oriol Amorós, Pere Aragonès y Marc Sanglas. En el nuevo grupo parlamentario hay dos independientes sin ninguna experiencia política: Gemma Calvet y Eva Piquer.

Con un espíritu conciliador y un discurso épico que insufla optimismo a sus seguidores, Junqueras ha conseguido contener las luchas cainitas que siempre han caracterizado a ERC. La cuestión será ver si la unidad resiste y da frutos en el Parlamento autónomo.

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