Club Siglo XXI: un baño de jabón de mimosa
En primera fila, Soraya Sáenz de Santamaria, vicepresidenta plenipotenciaria, cumplía el trámite
Hacía meses, desde antes de la tragedia del Madrid Arena, que no se veía a la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, tan radiante. Con su nueva melena ondulada, casaca de seda amarillo mimosa, maquillada y una sonrisa de oreja a oreja, la regidora acompañó derramando lisura a su esposo, José María Aznar, al estrado del Club Siglo XXI, lleno hasta la bandera para escuchar al expresidente del Gobierno, de vuelta a la crema de la crema del PP tras su salida del tiesto de la entrevista de la discordia. En primera fila, Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta plenipotenciaria, cumplía el trámite. Se ve que no encontró mejor plan el día de su 42º cumpleaños que cumplimentar con su poderosa presencia al hasta ayer mismo ninguneado padre del partido, antes de retirarse a celebrarlo con los suyos.
La mayoría de señoras, con una media de edad bastante superior a la de la número dos del Gobierno, escuchaba en medio de un silencio de iglesia la sagrada palabra del líder. Ya habían charlado por los codos en los prolegómenos. Que si qué bien que venga Soraya. Que si esto es otra cosa. Que si menos mal que volvemos a estar juntos. Ellos, rigurosamente trajeados en diverso grado de empaque, hacían cábalas sobre si Rajoy debiera o no tomar nota de las lecciones gratis del maestro.
Pero si había alguien que estallaba las costuras de su traje de Puebla, era Eduardo Zaplana, exministro del ponente y presidente del Club Siglo XXI —siglo XIX según algunas víboras— , a punto de reventar de legítimo orgullo de anfitrión. Bronceado como suele, parecía en forma, encantado con los focos, estrenando su rinoplastia por prescripción facultativa. Al final, todos tan contentos, salieron a disfrutar de la primera noche de auténtica primavera. Templada, como los ánimos.
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