Agujeros en el club de golf de Fabra
El barón de Castellón negocia con el golfista Sergio García un rescate para el campo que dirige El club está al borde la quiebra y tiene su principal hipoteca en el Banco Malo
Carlos Fabra conserva su cuota de poder. El expresidente de la Diputación de Castellón es el secretario de la Cámara de Comercio de l provincia y preside aún el Club de Campo del Mediterráneo, un campo de golf que su padre fundó en 1978. Situado a las afueras de Castellón, entre olivos y pinos, es la cuna del golfista Sergio García. Ahora también sirve como resumen del auge y del declive del durante lustros poderoso barón popular. El club es un cóctel con Fabra, Bancaja, el aeropuerto sin aviones de Castellón, Sergio García y el Banco Malo.
“Esto era un campo de algarrobos y olivos”. Fernando Cambronero acaba de jugar 18 hoyos y ante una copa y con un habano en la mano explica junto al green del hoyo 18 la historia del campo. “Se lo debemos a Carlos Fabra padre, que fundó el club”.
El campo está cuidado, hay un spa y una piscina cubierta. La terraza es agradable y las instalaciones y los vestuarios fueron reformados hace unos años. La tienda, los cochecitos y las clases las gestiona Víctor García, padre del golfista Sergio García. El orgullo del club. “Sergio nació aquí y aquí aprendió a jugar”, añade Cambronero, que a sus 66 años tiene un hándicap 7 (hace los 18 hoyos en siete golpes sobre el par del campo). Este delegado de una empresa de material de golf presume de haber fundado el PSOE en la provincia en 1972, de haberse opuesto a Fabra y de aún así mantener con él un trato cordial, pese a este que le considera “un rojo”. “No le critico por su ideología, sino por su gestión”, aclara.
Cambronero carga contra el agujero en las cuentas del club. Ha perdido más de la mitad de sus socios desde 2008 y ha dejado de pagar las cuotas de los dos préstamos, de 2,5 y 1,5 millones, que le dio Bancaja, hoy diluida en la nacionalizada Bankia. Está en preconcurso de acreedores y la mayor hipoteca pasó de Bankia al Banco Malo junto con otros activos tóxicos de la burbuja inmobiliaria.
El club está al borde la quiebra y tiene su principal hipoteca en el Banco Malo
La situación es tal que el club está en venta. Fabra defiende que su gestión no es el problema, sino la crisis, que afecta especialmente a los clubes de golf. “En 2008 teníamos 1.300 socios y con ese número los proyectos salían. Ahora hay poco más de 600”, afirma por teléfono. Cada socio paga más de 200 euros al mes.
Cuentan que a Fabra le gustaba apostar al golf. Bastante dinero. A veces, si en el hoyo 16 iba perdiendo, pagaba allí mismo. No esperaba a completar el recorrido. Así evitaba que le vieran abonar la apuesta desde la terraza del bar que da al último hoyo. “Ahora voy poco, pero cuando era más joven y tenía más tiempo libre llegué a tener hándicap 3”, explica. Ahora ronda el 16.
El club se convirtió en una referencia cuando la crisis ya golpeaba. Entre 2008 y 2011 organizó el Masters de Castellón, un gran torneo profesional. La primera edición la ganó Sergio García. Había dos millones en premios y, al presentarlo, Francisco Camps anunció que estaba en su línea de grandes eventos como la Fórmula 1. La idea era convertir Castellón en destino turístico de golf gracias al aeropuerto.
“Por el Masters, el club se endeudó para mejorar las instalaciones, ampliar una nave, cambiar el sistema de riego... Pidió un crédito de 1,5 millones de euros a Bancaja y luego otro de 2,5”, cuenta una persona que estuvo en aquella operación. El dinero no era un escollo. Salvador Lluch era el delegado de Bancaja en la provincia y el vicepresidente del club. Aun así, dichas fuentes niegan que el préstamo fuese de riesgo. “El club estaba tasado en casi 10 millones y estaba al corriente de pago”. Fabra niega la mayor. Asegura que la renovación del riego, que costó más de dos millones, era imprescindible con o sin torneo.
Bancaja dio dos créditos que el club ahora no puede devolver. En la junta estaba el delegado del banco en la provincia
El presupuesto que la Generalitat aportaba para el Masters se quedaba en premios y en la organización. Al club le llegaban solo unos 100.000 euros, pero le daba promoción. Y a Fabra. En 2009, como previa al torneo organizó una competición a ver qué golfista lanzaba más lejos la bola sobre la pista del aeropuerto de Castellón, conocido por no haber visto aterrizar un avión. Rafa Nadal, Johan Cruyff, Roberto Donadoni, Javier Clemente, entre otros participaron en un torneo de famosos. “Montaban una carpa de dos plantas a la que los socios ni podíamos entrar”, explica uno de ellos.
Cuanto más salía el club en la prensa, más crecía el agujero en las cuentas. Entre 2008 y 2011 acumuló un déficit por los gastos corrientes de 1,154 millones. Sumados a los préstamos da una deuda de cinco millones. El club debe varias nóminas y tiene retrasos con proveedores. En agosto, relató al fin en un escrito a los socios la cruda situación económica. Allí explica que no es posible refinanciar los créditos, uno de los cuales está en el Banco Malo.
La junta que preside Fabra explica que lo mejor es “un aporte de tesorería de un inversor externo” que se quede con la deuda y los activos. Eso supone la venta del club, aunque deja la decisión en manos de los socios. El texto encendió los ánimos de muchos socios que acudieron a la asamblea hace 10 días. Un grupo de ellos mostró su descontento ante Fabra. Dan por perdidas sus acciones pero quieren conservar el acceso al campo. Las intervenciones críticas recibieron aplausos y lograron que tres socios supervisen la venta, aunque Fabra consiguió aprobar el presupuesto de 2013. Hasta ahora, a las juntas no acudían apenas socios. “Hasta hace unos meses era presidente del PP, de la Diputación y nadie le llevaba la contraria. Ahora le dan la espalda algunos de los que iban detrás de él, algo que también es indecoroso”, cuenta Cambronero, miembro de la terna que supervisará la negociación.
El mejor situado para quedarse con el club es Sergio García, aunque el acuerdo de confidencialidad impide a Fabra comentar los detalles. Otro grupo inversor también se ha interesado, según fuentes del club, que explican que la relación entre Fabra y García se ha enfriado con la negociación, pero el exbarón del PP lo niega: “Le tengo mucho cariño a Sergio. Si hubiera que tener un comprador y él fuera uno de ellos me sentiría absolutamente feliz. Ha nacido aquí”. En 2008, Fabra nombró a una hermana de Sergio García como asesora en la Diputación. El padre del golfista, quien lleva los detalles del posible pacto, no ha querido hablar para este reportaje.
Quienes le conocen cuentan que Fabra está fastidiado con la venta del club, pero que “tiene problemas mayores”, en alusión al juicio que arranca el 2 de octubre tras nueve años de investigación y en el que la fiscalía le acusa de tráfico de influencias, cohecho y fraude fiscal.
En el bar del campo hay gestos serios. Silencio y poca gente. Cuentan que antes había “más ambiente de club”.
—“Ahora hay quien dice que esto teníamos que haberlo hecho hace cinco años”, grita Cambronero de una mesa a otra.
—“Ya, pero entonces no había cojones”, le replica un joven.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.