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Eduardo García de Enterría, en la senda de los grandes reformadores

Su huella en el pensamiento reformista español es comparable a la de Jovellanos, Giner de los Ríos o Joaquín Costa

Sin haber desempeñado cargos institucionales relevantes, salvo el de juez del Tribunal de Derechos Humanos al incorporarse España al Consejo de Europa en 1977, el catedrático Eduardo García de Enterría, que nos dejó a mediados del mes pasado, ha sido una personalidad de enorme influencia en la vida política e institucional de España. Durante sesenta años, desde la década de los años cincuenta, García de Enterría fue un referente estelar en todos los campos de las ciencias sociales y en el de las propias realidades sociales que contribuyó a moldear como jurista eminente.

Su libro La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional, aparecido inmediatamente después de publicada la Constitución de 1978, es el texto que ha tenido mayor influencia en la aplicación del espíritu y la materialidad de los grandes pactos que configuraron el consenso entre los partidos actuantes en las elecciones constituyentes de 1977 y en su posterior evolución.

García de Enterría fue protagonista esencial en el impulso de la adaptación y salida de la sociedad cerrada por el régimen autoritario hacia la democracia avanzada. Participó, entre otras muchas comisiones de estudio, en la convocada por el PSOE y el ponente Gregorio Peces Barba, entre una treintena de juristas, en sesiones regulares en el Congreso de los diputados. A lo largo de una intensa actividad formuló textos y orientaciones que fueron acogidas por la ponencia constitucional.

A lo largo de los debates constitucionales y por medio de su notable influencia en el Consejo de Estado, las cátedras universitarias y los cuerpos de Letrados de las Cortes, consiguió importantes avances en el Título Preliminar, especialmente en el complejo artículo 9º, en su lucha contra las arbitrariedades de los poderes públicos, explicitando la “interdicción” de las mismas.

Con objeto de limitar los excesos históricos del parlamentarismo contribuyó a la construcción de la compleja arquitectura del “parlamentarismo racionalizado”, de inspiración francesa y alemana, dotando al poder ejecutivo y a su presidente de una fortaleza y eficacia impensables en un régimen de pura preponderancia parlamentaria.

Aportó propuestas de fondo para que al mismo tiempo que era necesario acometer la descentralización del poder del Estado, crear mecanismos constitucionales capaces de embridar las posibles derivas del proceloso Título VIII: el más extenso de todos, el que trata la articulación de los poderes locales y de los emergentes poderes autonómicos, escollo mayor en las luchas tradicionales de los partidos hispanos.

Para el profesor Enterría era preciso insertar en la Constitución el principio de la necesaria “armonización competencial”. Tarea que hicieron imposible la jurisprudencia constitucional, las leyes orgánicas autonómicas y la destrucción de su proyecto de Ley Orgánica de Armonización de los Procesos Autonómicos (LOAPA), adoptado inicialmente por Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe González.

García de Enterría puso de manifiesto algo que se ha entendido tardíamente: las amplísimas competencias de las comunidades entrañaban una crisis fundamental del Estado autonómico por la imposibilidad de pagar sus costes. La crisis que vivimos a partir de 2008 ha vuelto a evidenciar que el prebendalismo legendario de los agentes públicos llevaría a la quiebra financiera del conjunto del propio Estado y de sus objetivos posibles.

Abogado y colaborador muy próximo de otro gran impulsor del proyecto europeo, Salvador de Madariaga, este le consideraba una de las figuras más idóneas para presidir un Gobierno de coalición durante el período de la Transición, proyecto que García de Enterría nunca quiso asumir.

García de Enterría siempre encontró los más amplios apoyos en todo el arco político europeo. Fue profesor honoris causa de La Sorbona a propuesta de un profesor miembro del Partido Comunista; su nombramiento honoris causa en Bolonia se produjo a instancias de un antiguo partisano comunista italiano, el profesor Predieri; sus proyectos sobre estudios europeos fueron apoyados por los rectores de Brujas Brugmans y Lukaszewski, socialista el primero, conservador el segundo.

Al valorar la figura y la obra inmensa de García de Enterría no dudaría en situarle entre los mejores reformadores reales de la España contemporánea. La Constitución como norma puede parangonarse a textos fundamentales de otros grandes nombres del pensamiento reformista español, de Jovellanos a Besteiro, pasando por Argüelles, Giner de los Rios, Joaquín Costa u Ortega y Gasset.

Miguel Martínez Cuadrado es catedrático de Derecho Constitucional y Comunitario en la Universidad Complutense de Madrid.

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