Los presos etarras se enrocan tras el reingreso en prisión de Potros
El inmovilismo se traslada a la izquierda ‘abertzale’
Tres semanas después de la decisión del Tribunal Supremo de impedir la computación de las penas cumplidas en Francia por los presos etarras, que ha afectado a medio centenar de ellos, así como del reingreso en prisión de Santi Potros, la respuesta de la izquierda abertzale ha sido mínima. Se ha limitado a una concentración de protesta, que no llegó al millar de personas, simétrica, en su fracaso, a la de la AVT, que protestó en Madrid por todo lo contrario: por las “concesiones” del Gobierno de Rajoy a ETA. Y a una protesta parlamentaria, que suscribió el PNV, por las injerencias del Gobierno en los tribunales.
“La gente ya ha asimilado que el terrorismo ha terminado, que ETA no va a dar marcha atrás y que el tiempo pasa para todos. La cuestión de los presos empieza a resultar antigua, incluso para la izquierda abertzale, que no se arriesga a convocar una manifestación por temor al fracaso. Se limita a cumplir con el rito anual de primeros de año”, señalan fuentes del Gobierno vasco.
La mayoría de los vascos considera la cuestión de los 475 presos de ETA un asunto a resolver, primordialmente, entre ellos y la izquierda abertzale con el tiempo cada vez más en contra, añaden las mismas fuentes. En esa línea, las encuestas en el País Vasco, aunque señalan que una mayoría está por el acercamiento de presos a cárceles vascas y por que se facilite su reinserción, también apuntan que cumplan sus condenas, sobre todo quienes tienen delitos de sangre.
El Gobierno vasco y el PNV se alinean en esa posición. Son críticos con el Ejecutivo de Rajoy por no acercar presos para rentabilizar electoralmente una imagen de “firmeza”. Pero tampoco están dispuestos a enfrentarse a Rajoy por una cuestión que ya no inquieta en Euskadi. De ahí, el ataque del reciente comunicado de ETA contra el PNV.
La decisión del Tribunal Supremo y el reingreso de Santi Potros han provocado un mayor enrocamiento en el colectivo de reclusos. Una mayoría está a la expectativa, pero muy condicionada por una minoría, un 20%, con Henri Parot o Javier García Gaztelu, Txapote, que rechazan acogerse a los beneficios penitenciarios al comportar el reconocimiento del daño injusto causado, la autocrítica de su propia historia.
La minoría se ve favorecida en la medida en que el Gobierno de Rajoy no ha facilitado vías de reinserción, como la de Nanclares. Al no ser reconocidos los presos de ETA que han admitido sus errores, como lo fueron por el Gobierno socialista, otros no se han estimulado a seguir por esa vía.
El compromiso del colectivo de presos de ETA, hace un año, de asumir la legalidad penitenciaria no se ha materializado. Se han limitado a reclamar acercamientos a cárceles vascas por la vía judicial. Pero evitan el compromiso de acogerse a beneficios penitenciarios porque requiere reconocer el daño.
El inmovilismo en el mundo de ETA se ha trasladado a la izquierda abertzale y tiene su expresión en la ausencia de reconocimiento del daño. La izquierda abertzale, aunque sí ha rechazado “todas las violencias, incluida la de ETA”, no asume su responsabilidad por su complicidad en el daño injusto causado por la banda.
La izquierda abertzale, ante sus dificultades externas e internas, confía en un cambio de rumbo en la política española. Cree que un PP sin mayoría absoluta y con fuerte presencia de Podemos puede cambiar la política penitenciaria. Pero la paradoja para la izquierda abertzale es que el auge de Podemos en Euskadi tiene como contrapartida su debilitamiento.
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