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Rajoy desautorizó a Quiroga al ceder la mediación con el PNV a Alonso

La expresidenta del PP vasco reprochó al presidente del Gobierno y a Santamaría su ninguneo en la relación con los nacionalistas

Javier Casqueiro

Durante los dos años que ejerció como presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga ni controló, ni dirigió, ni mantuvo ninguna interlocución con el PNV o con el Ejecutivo peneuvista. Esa mediación, para todo tipo de asuntos, la llevó siempre Alfonso Alonso, primero como portavoz en el Congreso y luego como ministro. Quiroga se quejó al presidente Mariano Rajoy y a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría sin ningún éxito. Alonso es ahora el sustituto de Quiroga.

Cuando Arantza Quiroga heredó en mayo de 2013 la presidencia del PP en Euskadi de Antonio Basagoiti, ya sabía que el partido iba a la baja electoralmente, y tenía bastante claro el diagnóstico de que estaban siendo un tapónsin ideas nuevas para un proyecto de futuro para su comunidad. Pero se comprometió de nuevo. Pensó en sus cinco hijos, en su familia, y en muchos de sus compañeros asesinados por ETA. El envite parecía difícil, pero lo aceptó. En muy poco tiempo se dio cuenta de que disponía de un cargo, de un cierto crédito por su perfil inequívoco de lucha en los peores momentos y escenarios, pero también de una influencia escasa y de un poder interno mínimo.

Cinco meses después de ser nominada por la cúpula del partido, como todos sus antecesores, Quiroga ya se tragó el primer bofetón de su estrenado mandato y el que le enseñó los límites de su puesto. En octubre de 2013, Rajoy envió a Bilbao a su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, con el entonces portavoz parlamentario en el Congreso, Alfonso Alonso, presidente del PP alavés, para mantener una cita discreta con la cúpula del PNV.

Futuro en el País Vasco o en la sucesión de Rajoy

“Parece”, “es muy pronto” y “ya veremos” son las contestaciones más precisas que el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, nuevo presidente del PP vasco, ha dado estos días cuando se le ha preguntado por la hipótesis de su futuro político como posible candidato a lehendakari.

Alfonso Alonso quería ser el cabeza de lista del PP el 20-D por Álava como hasta ahora, para seguir en el Congreso ante lo que pueda suceder y de cara a la hipotética sucesión de Mariano Rajoy si las elecciones arrojan un mal resultado para el actual presidente del Gobierno. Pero ahora su nuevo cargo ha introducido muchas incógnitas, aunque su sustituto para relevarle al frente de la lista por esa provincia sí está claro y sería en ese caso su mano derecha, Javier Maroto, exalcalde también de Vitoria.

Alonso es considerado en el Gobierno y el PP uno de los apoyos más relevantes de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a la que se contrapone siempre con los intereses y funciones de Dolores de Cospedal, la secretaria general y teórica número dos del partido, que tampoco ha despejado aún su futuro.

A la reunión con Andoni Ortuzar, el presidente peneuvista, y Josu Erkoreka, portavoz del Gobierno vasco, acudieron arropando a Santamaría los alaveses Alonso; Iñaki Oyarzabal, en ese momento secretario general del PP vasco, y Javier Maroto, entonces alcalde de Vitoria.

Ante el malestar evidenciado por Quiroga, Santamaría improvisó una cita también en Bilbao con el equipo de la presidenta del PP vasco en su sede. Quiroga y su entorno tomaron nota. No fue la única vez en la que Alonso intercedió para mantener charlas, contactos y negociaciones con el PNV, tanto en el Congreso de los Diputados, como luego en el Ministerio de Sanidad o con los responsables del Ejecutivo autónomo que preside Iñigo Urkullu. Algo que Quiroga no ha podido hacer nunca en su etapa de presidenta del PP vasco.

Ninguneo permanente

La ya expresidenta del PP en Euskadi no aceptó de buen grado ese ninguneo permanente peneuvista y tampoco el comportamiento transigente de Santamaría y Alonso. Acudió a Madrid y se lo reprochó tanto al presidente Rajoy como a la propia vicepresidenta. El PNV, además, incidió en esa vía de agua y consideró siempre a Alonso su interlocutor. El ahora ministro de Sanidad es presidente del PP en Álava y no tiene siquiera escaño en el Parlamento de Vitoria.

Cuando llegó en marzo de 2014 el congreso del PP en Euskadi, Quiroga pasó su particular factura y descabalgó de su cargo de secretario general y número dos a Iñaki Oyarzabal, alavés y mano derecha durante años de Alonso en Vitoria. Alonso nunca perdonó ese agravio. Hace dos semanas, cuando Quiroga presentó su propuesta de ponencia de paz en Euskadi para deslegitimar la violencia sin exigir de entrada la condena de ETA, Alonso fue el primer ministro y dirigente nacional del PP que la desautorizó en público. Luego, Quiroga retiró el plan, presentó su dimisión esa misma tarde a la secretaria general del partido, Dolores de Cospedal, la única aliada de interés que encontró en la sede central popular en este tiempo, y se escondió durante la semana que esta última le pidió de reflexión y margen mientras su móvil reventaba de llamadas.

El único que no marcó su teléfono fue Rajoy, que estaba en Nueva York. El presidente sí llamó a Alonso para convencerle y darle el último empujón para que aceptara el encargo de sustituir a Quiroga.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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