El exsocio de Urdangarin alega que la Casa del Rey supervisaba su actividad
Torres asegura que una amiga don Juan Carlos le sugirió crear una estructura societaria opaca
Diego Torres, socio de Iñaki Urdangarin, levantó este martes una doble estructura de defensa en el juicio sobre la trama de desvío de fondos públicos del Instituto Nóos. Por un lado, sostuvo que el organismo sin ánimo de lucro que dirigía junto al esposo de Cristina de Borbón estaba sometido a “dos niveles de supervisión”: el de la Casa del Rey y el de la Agencia Tributaria. Por otro, Torres atribuyó a su cuñado Miguel Tejeiro, asesor fiscal y secretario del Instituto, y ya absuelto, el diseño y la gestión del entramado.
Diego Torres, exprofesor de la elitista escuela de negocios Esade, tiró de espíritu docente para tratar de llevar a su terreno al fiscal Pedro Horrach, que pide para él 16 años y medio de prisión por prevaricación, malversación, fraude, delito contra la Hacienda pública, estafa y falsedad documental. El socio de Iñaki Urdangarin defendió la limpieza de la actividad del Instituto Nóos y trató de desvincularse de la gestión de la red de empresas asociada a esta entidad. Este entramado, con raíces en distintos paraísos fiscales, como Luxemburgo o Belice, se utilizó supuestamente para desviar a los bolsillos de Urdangarin y Torres parte de los 6,2 millones de euros recaudados por Nóos entre los Gobiernos de Baleares y Valencia y el Ayuntamiento de Madrid por organizar distintos eventos, como los Valencia Summit de 2004 a 2006 y los Illes Balears Forum de 2005 y 2006.
Torres, defendido por el abogado Manuel González Peeters, venía dispuesto a plantar batalla legal. Y el fiscal Horrach le estaba esperando para abrir el interrogatorio con la parte del sumario más incómoda para él: las sociedades pantalla De Goes y Blossom Hill, supuestamente empleadas por Torres y Urdangarin para vaciar las arcas de Nóos y de paso ocultar los beneficios al fisco.
Según las acusaciones, las empresas instrumentales de la trama cruzaron facturas entre ellas por valor de 8,05 millones de euros para blanquear los beneficios ilícitos obtenidos por el Instituto Nóos mediante contratos amañados. Torres se parapetó tras su cuñado Miguel Tejeiro, secretario del Instituto Nóos: “Uno firma los papeles que el banco le pone delante. La apertura se hizo en el despacho de Miguel Tejeiro, la única persona que ha llevado mis temas financieros y tributarios. Yo firmé lo que me puso delante”, dijo Torres.
El cerebro económico de Nóos filtró entre 2012 y 2013 los correos electrónicos —algunos de carácter corporativo y muchos de tipo personal— que cruzó con Urdangarin, lo que facilitó la imputación de la infanta Cristina. Torres, que empezó la jornada titubeante y se fue creciendo hasta el punto de arrebatar a un exasperado Horrach la batuta del interrogatorio, no tardó en presentar su otro gran argumento de defensa.
“[De la actividad de Nóos] se rendía cuentas al señor [José Manuel] Romero, abogado del jefe del Estado [el Rey Juan Carlos]; hay facturas de comidas con él en el sumario. Además, Miguel Tejeiro se reunía cada mes de junio con un alto funcionario de Hacienda para que revisara los impuestos y se los aprobaban”.
“La Infanta no fue escudo”
Tras sacar a relucir al conde de Fontao, principal asesor jurídico del Rey emérito, Torres sostuvo que el “doble nivel de supervisión” —Zarzuela y Agencia Tributaria— de que disfrutaba Nóos hacía innecesario utilizar la figura de Cristina de Borbón como protección. “Es falso eso de que la Infanta se usara como escudo fiscal”, afirmó. “Con esos dos niveles de supervisión nunca he podido pensar que lo que se hacía no estuviera bien”.
Torres domina la técnica de dejar caer nombres relevantes con naturalidad. Para reforzar la idea de la supervisión de la Casa del Rey sobre Nóos, el socio de Urdangarin recordó un correo electrónico de Corinna Zu-Sayn Wittgenstein, amiga de don Juan Carlos. “Nos dice que para cobrar en Londres se creara una estructura financiera especial para que en España no se enteren de dónde sale el dinero, con copia al Rey y al jefe de la Casa del Rey, y decidimos en Nóos que ni de broma”, recordó.
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