Antonio Caño: “El periodismo debe combatir el sectarismo y formar lectores críticos”
El director de EL PAÍS advierte del peligro de extinción “del periodismo de calidad”
“Es urgente defender la verdad frente a la mentira, y mucho más frente a la posverdad, que es la mentira premeditada y organizada”. El director de EL PAÍS desde 2014, Antonio Caño, ha advertido este miércoles en una conferencia en la Universidad de Navarra del peligro de extinción del periodismo, “del periodismo de calidad”. En un momento histórico en el que este es “más demandado y más necesario que nunca”, ha pedido a los futuros periodistas que desechen “el sectarismo”, que solo genera lectores pasivos “dispuestos a creer cualquier propaganda”.
Caño ha distinguido entre el periodismo que “respeta las normas deontológicas de la profesión y que se esfuerza en la búsqueda de la verdad con profesionalidad” y el entreteperiodismo,desde el que se abordaban los temas del corazón pero “ha saltado a la política” y actualmente “es el que domina en la televisión”.
Ante un aula llena de alumnos, Caño ha puesto dos escenarios como ejemplos del mundo que vivimos, “que nos ha tocado contar”: los Estados Unidos de Trump y el secesionismo de Cataluña. El primero le ha servido para explicar cómo la masiva distribución de bulos “podría haber alterado o influido de forma significativa en el resultado electoral”. El segundo, para ejemplarizar el sectarismo en un medio público como es TV3. Por ello, ha reclamado a los periodistas que contribuyan a “crear lectores críticos que sepan defenderse de la masiva amenaza moderna de la intoxicación” y a los gobernantes que “asuman en serio el combate a la desinformación planificada con fines políticos”.
Incidiendo siempre en la necesidad de “profundidad y sosiego” frente a “la amenaza de la precipitación, de la velocidad supersónica con la que nos sentimos obligados a actuar y a pronunciarnos”, Antonio Caño ha hablado de las más grandes empresas de comunicación, Google y Facebook. Ha explicado cómo más de la mitad de las noticias de EL PAÍS se leen en esas plataformas y expuso cómo ambas “confiesan no estar interesadas en la producción de información propia, sino en el perfeccionamiento de sus algoritmos y motores de búsqueda para facilitar el alcance a la información de calidad y evitar las fake news”. Ese sería el compromiso de las grandes redes sociales, desde donde se generan principalmente los intentos de desestabilización o de impulsión de una determinada causa política como ha ocurrido en Reino Unido, en Francia, en Alemania. “También en España hemos sufrido intervenciones similares”, ha indicado, en referencia a la injerencia rusa en el proceso independentista catalán.
“Dejar que fuerzas oscuras impongan sus mentiras frente a los ciudadanos indefensos es un camino seguro hacia la tiranía”, ha advertido antes de abordar el litigio entre EL PAÍS y TV3, la televisión pública catalana, tras la publicación de un reportaje en el diario que, “de forma prudente y profesional, sacaba a la luz con enorme rigor casos precisos de manipulación informativa por parte de TV3”. Caño ha augurado una situación “absurda” como la de tener que “publicar la versión de TV3, aunque fuese falsa, para desmentir el relato de EL PAÍS, aunque este fuese cierto”.
“Si el periodismo está al servicio de intereses políticos manifiestos, como es el caso de TV3, no hay futuro para el periodismo. Si el periodismo tiene que estar sometido al arbitrio de jueces que desconocen el valor supremo de la libertad de prensa, no hay futuro para el periodismo”, ha señalado.
El director de EL PAÍS ha reconocido que la crisis y la transformación tecnológica, que han supuesto una reducción de la publicidad, han debilitado a las empresas periodísticas. Aun así, se ha mostrado convencido de que seguirán existiendo lectores y un público interesado “en las noticias” y en contar, por ejemplo, una crisis como la de Cataluña, “provocada por una élite fanática e irresponsable que ha conducido a los ciudadanos a la división y a la ruina moral y económica”. No por ello ha dejado pasar que esta no es más que el reflejo dramático de la crisis institucional que vive España, “sumida en una completa parálisis, dirigida por un Gobierno sin ideas, sin rumbo, con unos partidos políticos incapaces de ofrecer alternativas, incapaces de negociar los más mínimos acuerdos, sumidos en la mediocridad, con líderes egoístas y menores”.
Más del 70% sigue EL PAÍS a través de los móviles
El director de EL PAÍS se mostró convencido de la supervivencia del periodismo, y del periodismo de calidad, a pesar de que la profesión “se encuentra en el epicentro de una crisis que no ha terminado aún y de la que es difícil predecir cómo saldremos”. Para lograrlo, Caño insistió en la necesidad de adaptarse “a las tecnologías y a los usos de nuestro tiempo. Más del 70% de los lectores de EL PAÍS leen hoy nuestras noticias en sus teléfonos móviles. Negarse a esta realidad es renunciar a nuestra obligación de acceder al mayor número de gente posible; rechazar el cambio es condenarse a morir”, advirtió.
Se mostró consciente del reto que supone poder mantener el rigor y la calidad periodística necesarios en el actual entorno tecnológico, pero lo presentó como un desafío imposible de esquivar. “Yo también soy de los que prefiere leer un periódico en papel. Pero sería un error que el periódico que dirijo se limitara a ser el lujo de una minoría”, añadió.
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