Todos los cónsules en Barcelona se solidarizan con su colega de Finlandia
Los 94 representantes internacionales respaldan al representante finlandés, cesado a petición del Gobierno por supuesta cercanía al independentismo
El Gobierno de Finlandia informó el martes, a través de un comunicado volcado en la página web de su embajada en Madrid, sobre que había decidido cesar a su cónsul general honorario en Barcelona, Albert Ginjaume Egido, a partir de este primero de marzo "a petición del gobierno español". En el mismo texto se indicaba que el Gobierno español consideraba que ese cónsul había "ejercido actividades inadecuadas" para su función "relacionadas con la situación política que vive Cataluña en la actualidad". El cónsul afectado denunció este miércoles a EL PAÍS que desconoce las razones verdaderas de su cese, lamentó que nadie, ni su embajadora ni el Ministerio de Exteriores, se las hayan explicado y las atribuyó a un "aviso a navegantes" para que tomen nota los demás representantes y diplomáticos internacionales destinados en España. El cónsul cesado niega ser independentista y ha sido respaldado por escrito por la decana y la ejecutiva de los 94 cónsules ubicados en Barcelona. Es el cuarto cónsul en Barcelona cesado por el rechazo del ejecutivo español.
El comunicado de la embajada de Finlandia aclara que el trabajo de los cónsules honorarios está legislado por la Convención de Viena y precisa que ejercen su cargo bajo una autorización (exequatur) otorgada por el país receptor. En esa línea señala que "sin la aprobación del país receptor el cónsul honorario no tiene condiciones de seguir en el cargo" y que "es imprescindible que el cónsul honorario disfrute de la confianza del país receptor". El texto hace todas esas aclaraciones para subrayar que hasta ahora Albert Ginjaume había realizado su trabajo "de forma ejemplar durante los diecinueve años que ha ejercido funciones de vicecónsul honorario (10 años) y después de cónsul general honorario (nueve) de Finlandia en Barcelona".
La embajadora de Finlandia en Madrid,Tiina Jortikka-Laitinen, está estos días de viaje fuera de España y no regresará hasta la semana que viene. Pero el número dos y encargado de negocios de la embajada ratificó a EL PAÍS que hasta ahora no habían tenido queja en la labor de Ginjaume y que siempre había desarrollado "sus actividades muy bien y de forma ejemplar". La única explicación que los responsables del departamento de asuntos europeos y de protocolo del Ministerio de Asuntos Exteriores español les dieron fue que su malestar hacia Ginjaume no se habían originado por una causa concreta "sino por un comportamiento durante un tiempo prolongado".
Pero el propio Albert Ginjaume y el comité ejecutivo del Cuerpo Consular en Barcelona, que forman 10 miembros que representan a los 94 cónsules reconocidos en la ciudad, sí tienen una explicación muy concreta sobre el detonante de esta crisis. Ginjaume es además el secretario de ese organismo, que se creó para regular y organizar las actividades institucionales y representativas de ese colectivo.
Desde hace años ese comité ejecutivo de los cónsules catalanes es el que se reúne y entre otros actos programa una comida al mes con personalidades diferentes de la vida política, económica, social, cultural y deportiva catalana. La prevista para el mes de enero era con el presidente de las Cámaras de Comercio de España, el empresario del cava José Luis Bonet, uno de los más firmes aliados del Gobierno central de Mariano Rajoy frente al desafío independentista. La cita con Bonet al final se frustró por un problema de agenda y se fijó otro almuerzo para el 1 de febrero con la presidenta de la Diputación y alcaldesa de Sant Cugat del Vallès, Mercè Conesa, del PdeCat.
Una semana antes de esa comida con Conesa llamaron desde la Embajada de Finlandia en Madrid a su cónsul en Barcelona, que había enviado la carta de invitación como secretario del Cuerpo Consular, y le alertaron de que en el Ministerio de Exteriores español no gustaba nada esa iniciativa con una dirigente independentista. El cónsul explicó directamente a su embajadora en Madrid que la idea no era suya particular sino del colectivo y añadió que a ese tipo de eventos había acudido hacía poco también la alcaldesa de Hospitalet, la socialista Núria Marín.
El almuerzo se celebró y tras el mismo su embajadora volvió a llamarle para trasladarle otra recriminación del departamento español de Exteriores. El cónsul Ginjaume pidió la oportunidad de dar sus razones al Ministerio y al delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, pero se rechazó esa idea porque se consideró que la interlocución debía efectuarse únicamente con la Embajada. A los pocos días la embajadora le comunicó verbalmente su cese, que este miércoles aún le había llegado formalmente.
El excónsul de Finlandia interpreta que ha sido cesado por presiones del Gobierno español, que le acusa de mantener posiciones políticas próximas al independentismo catalán. Ginjaume lo niega. Asegura que nunca se ha manifestado en ese sentido aunque sí ha conversado con Millo sobre que “la solución al conflicto catalán no puede provenir de actuaciones judiciales sino en algún grado de cesiones políticas porque ahora esta sociedad está dividida al 50%”.
Albert Ginjaume se siente estos días desconcertado pero dice que también respaldado por la mayoría de sus compañeros en Cataluña. Argumenta que le animan en privado pero que no hablan en público por miedo a que les quiten sus cargos. Los que sí se han expresado y por escrito han sido la decana de la Asociación Consular en Barcelona, la embajadora de Perú, Franca Lorella Deza, para alabar ante la embajadora de Finlandia la actuación “correcta, responsable, seria, eficiente, serena y ecuánime” y siempre como secretario de ese colectivo del cónsul Ginjaume.
Lau Andersen, cónsul honorario de Dinamarca y responsable de relaciones institucionales de ese Cuerpo Consular en Barcelona, le escribió otra misiva a la embajadora de Finlandia en la que, además de ensalzar a Ginjaume, aprovechó para reafirmar que todas sus gestiones no se habían realizado a título particular sino en nombre del colectivo. Y ahí detalla que además de a la presidenta de la Diputación se ha invitado a esas comidas a otras alcaldesas, al delegado del Gobierno, al responsable de la Casa Asia, a dirigentes del Fútbol Club Barcelona, del Comité Olímpico o de la patronal empresarial.
Aunque el Ministerio de Asuntos Exteriores no facilita más explicaciones oficialmente, a Ginjaume se le reprocha que promoviera la entrega de una placa de recuerdo de su estancia en Barcelona del anterior cónsul honorario de Filipinas, Jordi Puig, que fue cesado tras ser visto en una manifestación en Barcelona junto a banderas separatistas y una pancarta con el lema “Keep calm”. La ejecutiva del Cuerpo Consular aprobó darle esa placa porque se entendió que acudió a ese acto en un homenaje a los atentados del pasado verano en Cataluña y no a favor de la independencia. El Gobierno logró también el cese como cónsules honorarios de Letonia de Xavier Vinyals, por poner una bandera estelada en la fachada de su piso, y del exfutbolista del Barça Hristo Stoichkov, representante honorífico de Bulgaria, que tildó en septiembre pasado a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, de franquista.
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