Ana Pastor, tapada a la vista
Tiene una virtud que es también su mayor defecto: la estima de sus adversarios, su popularidad como gestora y el perfil bajo
Si la presidencia del Gobierno se heredase, o su candidatura se depositase con una ventaja inalcanzable para la oposición —como la depositó Aznar a Rajoy en 2004— en el PP pocos dudan de que Mariano Rajoy eligiría a Ana Pastor Julián (Cubillos del Pan, Zamora, 1957). Es la más íntima y duradera vinculación personal que tiene en política, pero, además de eso, Pastor tiene una virtud que es también su mayor defecto: la estima de sus adversarios, su popularidad como gestora y el perfil bajo, a veces demasiado para el gusto de Génova, en la confrontación política. Todo ello la convertiría, según coinciden en el PP, en una extraordinaria presidenta y pésima candidata. Algo que también se pensaba de Rajoy, que perdió dos elecciones antes de ganar por desplome del adversario.
"Estar en la oposición es una desgracia", confesó fuera de grabadora a un periodista hace siete años para explicar su vocación política: "A mí me gusta hacer cosas, ver resultados". Comprendió a tiempo una lógica perversa: a un político que quiera a toda costa el poder le conviene que el país vaya mal. "Y la bronca me saca de quicio", resolvió entonces. No tiene pinta de que eso haya cambiado mucho, pero aunque se haga raro imaginar a Pastor fajándose para intentar gobernar un país mucho más dividido de lo que estaba en 2011, está la política española, y en particular el PP, para cualquier cosa.
Es médico cirujana; al frente de la cartera de Sanidad, con el Gobierno Aznar, consiguió ser la ministra más valorada según las encuestas (detrás siempre de Interior en una época en la que proliferaban atentados de ETA). Con Rajoy pasó por Fomento, donde gestionó el accidente del Alvia en Santiago en el que hubo 80 muertos. Pastor se desplazó a Santiago y se mantuvo en pie y alerta dos días seguidos en los que se desplegó en todas partes; cuando acabó la gestión humana y administrativa, y empezó la política, fue acusada de "mentir y engañar" a las víctimas por oponerse a una investigación independiente (un informe europeo concluyó que esa investigación, pese a lo defendido por la ministra, no la hubo).
En alguna ocasión ha contado una anécdota para demostrar el mundo en el que se mueve y del que le gusta marcar distancias; un día abrió su correo y se encontró algunos emails de consuelo y ánimo por haberse quedado sin programa. Eran de compañeros de gabinete que, en realidad, le enviaban el correo a la periodista Ana Pastor. Compañeros que se habían distinguido, precismente, por la beligerancia contra la presentadora.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.