Las ‘campañadas’ del 28-A: cirios, mopas y “sí, sí, sí, hasta el final”
La contracrónica de una campaña anómala que atravesó cargada de feminismo la Semana Santa, visitó la cárcel y dividió más que nunca a la derecha
La primera anomalía es que cayó en Semana Santa. Vaya cirio de campaña, hubo cosas sorprendentes, candidatos dando mítines desde la cárcel, tránsfugas de última hora, crispación en la derecha derechizada por los ¿nueVox? Al final, mucho ruido para acabar con el bipartidismo de siempre, pero en bloques, con más colorín y más gresca, y la gente más indecisa, haciendo sudokus con los escaños en duda en sus circunscripciones, por lo del voto útil.
Ya, ya, el símil está manido, pero es que es como en Juego de tronos. Te la pasas guerreando entre casas vecinas hasta que llegan los zombies. Ante el apocalipsis, siempre es ellos o nosotros. El miedo a los monstruos, sean estos los "fachas" o los "progres", nos reúne a beber junto al fuego y a encamarnos en pactos furtivos, que ya habrá tiempo luego de "pisarnos las mangueras".
Si usted ha estado como ausente estas dos últimas semanas, por estar poniéndose al día con la serie, leyéndose los programas electorales (alguien habrá) o liado, por ejemplo, con cosas como tener una vida, aquí va la espuma de lo que ha dado de sí esta anormal campaña.
LOS INSULTOS
De la hidra a los tres temores
Los candidatos prometieron una campaña de "guante blanco" pero cedieron a la tentación faltona. Ruló incluso un juego para ver qué insulto de Albert Rivera eres dependiendo de tu cumpleaños. ¿9 de noviembre? Neocomunista privilegiado. ¿11 de junio? Golpista que adoctrina a los niños. Y así. Sin llegar al nivel de Haddock, capitán de los insultos ("¡anacoluto!, ¡ectoplasma!, ¡pacta-con-todos!") algunos fueron ocurrentes. Sánchez dijo que quiere frenar a "los tres temores". Casado le acusó de pactar con la "hidra de siete cabezas". "Batasunos, proetarras, independentistas, separatistas, comunistas, prochavistas y procastristas"... el popular recitó su mitología y luego se pasó de frenada: "[Sánchez] prefiere manos manchadas de sangre a manos pintadas de blanco". En el PP vasco le afearon que dudase del sufrimiento de sus compañeros socialistas.
Por lo demás, lo de siempre. "Perros de los ricos" (Iglesias), "Fascistas cool" (Rufián), "feminazis supremacistas" (Abascal). El más habitual: "Mentiroso", que el pobre Rivera pareció aplicarse a sí mismo en un lapsus del debate: "¿Ya ha acabado usted de mentir, señor Sánchez? Ahora me toca a mí". Pero el insulto que más eco tuvo fue "chaquetero". Porque era fuego amigo, del PP a Ciudadanos, y porque sobrevoló el hecho más inaudito de la campaña: el fichaje de Ángel Garrido por los naranjas, con su nombre publicado esa misma semana en el BOE como número 4 en la lista del PP para las europeas.
LA JUNTA ELECTORAL
De la cárcel al voto por correo
Cuando la campaña se convirtió en un patio de colegio, puso orden la Junta Electoral. Nunca había tenido tanto foco este órgano, en principio aburridote, formado por magistrados del Tribunal Supremo y catedráticos de Derecho, Ciencias Políticas y Sociología. El “a la Junta vas a ir…”, ya lo tenía el PSOE en la boca el día que amaneció la campaña con un meme tridimensional: Falcon Viajes, la agencia ficticia que montaron los millennials del PP junto a la sede socialista. No hubo que mandar a nadie a la silla de pensar, porque el chascarrillo sobre los viajes presidenciales duró 72 horas en la calle Ferraz, aunque en Internet sigue. Hubo otras cosillas, que si Vox denunció a PACMA por un vídeo en el que salen ladrando, que si la vicepresidenta tuvo que ser apercibida por usar la cuenta oficial de forma partidista, que si quítame unos lazos amarillos de ahí, unas lonas de allá… Más importante, para los miles de personas que hicieron cola y quienes les atendieron hasta las tantas, fue la ampliación que decretó la Junta para el voto por correo.
Lo más excepcional: la docena de actos que el órgano permitió llevar a cabo dentro de la cárcel a los candidatos catalanes presos por el procés. La Junta se había zafado de la decisión de dejarles hacer sus cosas electorales, declarándose incompetente, pero el Supremo le devolvió la pelota. Una vez decidieron dar permiso, se sucedieron entrevistas, mítines y ruedas de prensa telemáticas de Junqueras, Sànchez, Turrull, Rull o Romeva. “Nos tenéis que hacer libres con vuestros votos”, dijo Junqueras en un Skype Soto del Real-Plaza de Cambrils.
Sin embargo, la decisión de la Junta que dio un vuelco a la campaña fue la de dejar fuera a Vox del debate de Atresmedia, tras las quejas de ERC, PNV y Coalición Canaria. Ello obligó al PSOE —que buscaba repetir el selfi de Colón de las tres derechas—, a cambiar de estrategia y originó el folletín que sigue...
LOS DEBATES
Un tráiler y dos 'rounds'
El tráiler del debate casi duró más que la temporada completa. Durante días estuvo Pedro Sánchez cambiando de canal. Quería uno a cinco en Atresmedia, no pudo ser; pues uno a cuatro en TVE, pero contraprogramando al de Atresmedia. Eso esta feo, le dijeron los adversarios y los trabajadores del ente público. Al final, venga, hacemos todos dos rounds, si total a mí plin. Menos mal, porque si le llega a importar no empezamos nunca, y estas cosas, sabemos todos los que apenas hemos dormido esta semana, acaban tarde.
En Twitter el minuto de oro del #PrimerDebate se lo llevaron dos señoras de la limpieza que aparecieron con más reivindicación feminista en la mopa que toda la palabrería que soltaron los señores luego. Casado se presentó ufano, desayunó fuerte, se veía remontando las encuestas. Iba “a pasarlo bien”, dicen que dijo el único que no se liberó la agenda la víspera para prepararse. Hasta quería pasar la tarde en los toros (su equipo le dijo que tampoco se flipase). No como otros, que se la pasaron poniendo post-its en la Constitución. A Pablo Iglesias el papel de empollón le cundió, parecía un tranquilo setentayochista de toda la vida. A Casado sin embargo, se le congeló la sonrisa de cartel que pone cuando Sánchez le sacó las 127 veces que EH Bildu y el PP votaron juntos en el Parlamento vasco en venganza por lo de las manos manchadas. Más inesperados fueron los golpes que le colocó desde su propia esquina Rivera, el robaplanos de la noche. Llenó el atril de "komono", los cachivaches inclasificables que te ordena Marie Kondo, incluida una foto enmarcada de Sánchez con Torra, que luego dejó ahí para las señoras de la limpieza. Acabó con una versión del Sound of Silence featuring Pablo Coelho (“¿Lo escuchan? Es el silencio”), que declamó ¡sobre el hilo musical! con una sonrisilla de autocomplacencia. Vamos Albert, puñito, pechito.
Muchos le dieron por ganador y llegó, al día siguiente, al #DebateDecisivo venidísimo arriba, en plan soy El lobo de Wall Street. Desde el zen, Pablo Iglesias le llamó maleducado. Sánchez no salió malherido de los envites de sus adversarios (cuando Rivera le dio su tesis reprografiada, él le devolvió el libro de Sánchez Dragó sobre Abascal, se notó la tirria que se tienen). Pero la noticia fue que mientras a Sánchez e Iglesias les veías que podrían pactar la semana que viene, pelillos a la mar, Casado y Rivera se enzarzaron. Y eso que faltaba el que les llama "derechita cobarde". Cuando parecía que la gresca inusitada en la derecha no la arreglaba ni Bertín, Casado templó gaitas con sus futuros socios de Gobierno: “¿Para qué vamos a andar pisándonos la manguera entre nosotros si lo que tenemos que hacer es sumar?”. La manguera, luego se quejarán de que les dicen trifálicos.
VOX
Colas henchidas y 'likes'
Los debates los vieron 8,9 (TVE) y 9,5 millones (Atresmedia) de espectadores, mientras en la calle y en las redes, los llenazos y los likes se los llevaba Vox crudos. Ellos pasan de la tele, quieren cerrar La Sexta (lo dijeron en un mitín, aunque luego suavizaron) y que se calle Cuatro. Abascal había ido a casa de Bertín con unos pimientos rellenos que formaban la bandera rojigualda, pero más allá no habló casi con la prensa mainstream.
En Vox saben que lo que la gente se está pasando por WhatsApp —los suyos y los contrarios, por diferentes razones—, son los vídeos de las colas a las puertas de sus mítines, henchidas con el vértigo de lo nuevo y la bravuconería del outsider. Precisamente en esa red social se les coló por error un mensaje interno en un grupo en el que había periodistas: “Cuando nos pregunten por el debate (aunque sea off the record) trasladamos nuestro gran cabreo porque íbamos a [ganarlo]. Nada de decir que nos venía bien”. Dio igual la filtración, echaron a los periodistas chivatos del grupo y en público siguieron diciendo que todo era un boicot de la Junta Electoral y “los golpistas”. Desde Bruselas, el Financial Times o The Economist, avisaron de que la entrada de la ultraderecha traerá inestabilidad, mientras ellos a su bola cerraban campaña en Colón prometiendo “una segunda transición”, el fin de “la dictadura progre”. Con un discurso cargado del derecho a portar armas, la anti-España, la Reconquista y el guerracivilismo, a Abascal no le hizo falta ni ponerse el casco para dar miedo.
LOS CANDIDATOS
Disfraces de Geyper Man
Casado sí se puso la redecilla del pelo para hacer queso en Palencia. En Ávila, la túnica de cofrade (sin capuchón, porque si no no hay foto). Acarició vacas y corderos y se subió a tractores de la España vacía. Fue el más prolífico de los candidatos Geyper Man, aquellos muñecos, la versión macho Alfa de la Barbie, que se vestían de explorador o submarinista según la ocasión. Se agradece, los complementos animan gráficamente las campañas.
Sánchez se hizo viral de runner, con una camiseta tan planchada que no te lo creías mucho. Albert tampoco parecía muy de sudar en la carrera que organizó contra su propio equipo. Sorpresa: llegó el primero a la meta. De motero, parecía un Avenger, y ya el no va más del futurismo fue cuando abrió campaña en Pedraza (Segovia) mientras en la sede de Ciudadanos lo hacía su holograma. Pablo Iglesias, quizás por los memes que ya hacen a su costa por ir más de andar por casa, no es muy de disfrazarse. Sí acudió con su perra a un acto contra el maltrato animal, el mismo día que lo hizo Rivera a otro parecido, ambos coincidiendo con la semana en que el CIS dijo que PACMA podría sacar dos escaños. Nadie da puntada sin hilo.
ÁLVAREZ DE TOLEDO
Ha nacido una estrella
Cayetana Álvarez de Toledo, CAT para los amantes de las camisas con iniciales bordadas, resultó tener la aguja más afilada. No perdió ocasión para hacerse memorable. Con un jersey de mohair amarillo indepe se plantó en TV3 retando a la candidata de JxCat a un duelo imposible de quién lo lleva mejor. Por Sant Jordi, firmó constituciones como si las hubiese escrito. Porque ella lo vale, porque es un verso libre, heterodoxa, incorrecta. Tanto, que asusta al PP más templado, pero al nuevo, al que dice "hemos cambiado", no hace falta que os vayáis a Vox, les encanta su descaro sin complejos confiando en que frene la sangría de votos del PP en Cataluña.
Sobre “el asunto este del feminismo y la igualdad”, tal como lo presentó en otro debate viralizado de TVE, Álvarez de Toledo entró como elefanta en cacharrería en el complejo jardín del consentimiento. "¿De verdad van diciendo ustedes sí, sí, sí, hasta el final?", le soltó a la ministra socialista María Jesús Montero. No está claro quiénes eran "ustedes". ¿Las ministras?, ¿las socialistas?, ¿las feministas? Casi se le escucha pensar, "las pesadas". Le preguntó a una ministra en prime time cómo acaba. Así es el desenfado. Mientras, Inés Arrimadas ponía cara de "por favor que lo están viendo mis padres". Irene Montero se echaba las manos a la cabeza, en plan "no entiende nada". El consentimiento no va de eso, va de estar seguro de que no estás forzando a nadie. Luego, puedes acabar brindando por los Tercios de Flandes, como hacen en Vox con los mítines. Formas más raras de terminar se han visto.
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