Nuevos ‘Lenin’ de piedra o bronce para celebrar el 150º cumpleaños del líder soviético
En los tiempos soviéticos, en casi cualquier lugar público había una estatua del líder de la revolución bolchevique; ahora, todavía se erigen algunas figuras nuevas
La gran inauguración del busto de Lenin en Dedóvichi tendrá que esperar. Los miembros del Partido Comunista de la pequeña ciudad de la región de Pskov (oeste de Rusia) habían previsto un acto este miércoles en el que honrarían la estatua del fundador de la Unión Soviética. Un evento preparado durante meses para coincidir con el 150 aniversario del nacimiento de Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, que se cumple este miércoles, y que se ha visto aplazado por la epidemia de coronavirus.
Desde el derrumbe de la URSS, miles de monumentos erigidos a su fundador se han retirado sigilosamente o derribado con encono en países como Ucrania. No se conoce cuántas figuras de Lenin hay repartidas por Rusia, donde en la época soviética prácticamente en cualquier lugar público se encontraban estatuas que le representaban; aunque se estima que actualmente hay más de 6.000. Algunas, inmensas, como la estatua de 27 metros más otros 30 de pedestal, colocada en Volgogrado. Otras, pequeños bustos, como los que descansan en el parque Museón de Moscú.
Desde la caída de la URSS, en 1991, se han inaugurado apenas unos 200 monumentos del líder de la Revolución de Octubre, nacido el 21 de abril de 1870 en Simbirsk, actual Uliánovsk, a 900 kilómetros al este de Moscú. Aunque la mayoría son restauraciones de figuras que ya existían y se han reubicado. Como el busto de Dedóvichi, que en los años soviéticos ocupó un lugar destacado en el edificio del Comité local del partido, más tarde fue a parar a un museo y en los últimos tiempos languidecía en una biblioteca de aquella ciudad de 7.000 habitantes.
En 29 años apenas se han creado e instalado una decena de nuevas estatuas de Vladímir Ilich, según el experto Dmitri Kudínov. Un dato que muestra que la figura histórica de Lenin parece impermeable a los debates más recientes. Pese a que hace más de dos décadas se pensó a fondo sacar su momia (como se hizo con el cuerpo de Stalin en 1961) del mausoleo del Kremlin, donde descansa desde su muerte en 1924. Ahora casi todo lo relacionado con Lenin no se toca. Ha quedado simplemente aparcado.
Una encuesta de esta semana de la fundación Opinión Pública muestra que solo el 7% de los rusos es partidario de retirar los monumentos del hombre bajo cuya mano transformó Rusia y la URSS en un estado comunista de un solo partido, y un 13% está a favor de renombrar los topónimos. Aumentan sin embargo los rusos indiferentes a la figura del líder del partido Bolchevique. Mientras que en 2003, un 63% de los encuestados sabía que este 22 de abril es la fecha en la que nació el fundador de la URSS; en 2020 solo un 47% ha sabido el dato y un 36% ni siquiera ha contestado. Y cuando en 1999 un 65% de los rusos encuestados apuntaba que Lenin jugó un “papel positivo” en la historia, este año son un 56%; un 20% cree que su figura fue negativa y un 24% no se aventuró a definirla.
“El totalitarismo se ha debilitado después del año 1988, pero su base, estremecida por la perestroika y los primeros años de Yeltsin, se ha conservado. Por esa razón el cuerpo de Lenin sigue en el mausoleo, por eso no han cambiado los nombres de muchas ciudades, calles y plazas, y por eso los monumentos todavía están en Rusia mientras en otros países se han retirado”, cree el historiador Andréi Zúbov, también miembro del partido liberal-conservador Parnas. En Ucrania, donde tras las protestas de 2014 que derrocaron al presidente prorruso Víktor Yanukóvich, que huyó del país, se han derribado cientos de estatuas de Lenin, símbolo, a ojos de muchos ucranios, de la ocupación soviética.
Para Gennady Ziugánov, líder del Partido Comunista de la Federación Rusa –primera fuerza de la oposición pero que apoya la política del Kremlin–, el legado de Lenin está hoy muy vivo y es “enormemente importante”. “Ahora se libran muchas guerras contra Rusia: una guerra híbrida, un virus y sanciones; para salir de una crisis difícil, están los consejos de Lenin”, ha comentado al diario Komsomolskaya Pravda el político, que ha insinuado que miembros del partido llevarán flores al mausoleo, pese al decreto de confinamiento en Moscú por el coronavirus.
Aunque el mausoleo de la plaza Roja de Moscú ya no es un lugar de peregrinaje, como fue en tiempos soviéticos, sino otro punto turístico más en la capital rusa. Y de momento, Vladímir Lenin seguirá ahí, zanjó el presidente ruso, Vladímir Putin, el pasado diciembre. “Yo creo que no hay que tocarlo. Al menos mientras la vida y el destino de mucha gente estén relacionados con él (...) y relacionados con los éxitos del pasado, con los años soviéticos”, apuntó el líder ruso, que recalcó que Lenin había sido un “revolucionario, pero no un estadista”. En 2017, el año en que se hizo una de las últimas encuestas sobre esta cuestión, los rusos se mostraban divididos por qué hacer con el cuerpo del revolucionario: un 41% se mostraba a favor de enterrarlo fuera de la Plaza Roja –como propuso Boris Yeltsin, que creía que debía ser enterrado en San Petersburgo, junto a su madre– y otro 41% optaba por dejarlo, según el centro de estudios Levada.
Han pasado 101 años desde que se esculpió el primer busto del líder de la revolución bolchevique, que algo más tarde se instaló en la entonces Petrogrado (después Leningrado y ahora San Petersburgo). Aunque para muchos historiadores, la primera estatua de Lenin –porque representa su figura entera– se inauguró justo un día después de su muerte, el 22 de enero de 1924, en Noguinsk, cerca de Moscú. Desde entonces, brotaron miles y su imagen permanece en los monumentos construidos en la antigua Unión Soviética como parte de un culto a la personalidad. Solo una pequeña cantidad de figuras –y no están listadas– está protegida por el Ministerio de Cultura o las autoridades regionales, señala Dmitri Kudínov, que se ha convertido en uno de los mayores conocedores de estos monumentos de Rusia.
Kudinov mantiene dos webs en la que registra los monumentos. Tiene localizados más de 10.000 en todo el mundo (algunos ya desmantelados), desde Bielorrusia o Kazajistán a Mongolia o incluso México, con imágenes y algunos datos. Se define como un “coleccionista”. “Mi deseo es mostrar que no todos los monumentos a Lenin son iguales. Muchos de ellos tienen su propia historia interesante de instalación, en muchos trabajaron famosos escultores soviéticos”, cuenta por correo electrónico.
La última estatua nueva se erigió hace cuatro años en la ciudad rusa de Sludianka, cerca del Lago Baikal, según los datos del experto Kudinov. Creada por el escultor local Andréi Mijáilov y elaborada con materiales poliméricos –una originalidad en un área en la que se suele usar sobre todo bronce o piedra– representa como muchas otras a Lenin con la mano extendida, mostrando el camino.
Y en breve se inaugurará otra en la ciudad alemana de Gelsenkirchen, la primera en Alemania occidental después de que un juez autorizase al Partido Marxista Leninista de Alemania –una formación pequeña y bajo vigilancia de la Oficina de Protección de la Constitución– a erigir una estatua de más de dos metros de altura al hombre que redistribuyó la tierra y nacionalizó la industria y los bancos, en un intento por defender a la clase trabajadora; pero que también empleó la violencia para aplastar a sus opositores.
Mientras tanto, en Avito, una popular web rusa para comprar, vender e intercambiar cosas, se pueden encontrar un buen número de bustos de Lenin por entre 600.000 rublos y 900.000 (entre 7.100 euros y 10.700). Y hasta estatuas de bronce, como una de 3,5 metros y unos 1.400 kilos, a la venta ahora por dos millones de rublos; unos 23.800 euros al cambio.
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