“Ante un futuro incierto, debemos formar personas con un caracter transformador y curioso”
David Bueno trabaja para formar en temas de neurociencia aplicada a la educación a profesionales del ámbito docente
David Bueno dirige la primera y hasta ahora única cátedra de neuroeducación fundada en España. Uno de sus objetivos es lograr que la sociedad entienda que el aprendizaje debe adaptarse a la forma de aprender del cerebro. "Hay muchas estrategias pedagógicas, pero debemos aplicar las que favorecen la formación de personas con un carácter innovador, transformador y curioso, algo crucial en una sociedad dinámica y cambiante con un futuro incierto", asegura.
- P. Su cátedra, creada en octubre de 2019, es la única de neuroeducación en España y una iniciativa pionera a escala mundial. ¿Cuáles son sus objetivos?
- R. Formar en temas de neurociencia aplicada a la educación a profesionales del ámbito docente, divulgar los resultados de nuestras investigaciones para que la sociedad entienda la importancia de conocer cómo funciona el cerebro a la hora de aprender y asesorar a los gestores políticos sobre posibles cambios en las metodologías didácticas.
- P. ¿De qué manera ayuda la neurociencia al proceso de aprendizaje?
- R. Si sabemos cómo se activa el cerebro de los niños ante determinadas situaciones, encontraremos la mejor manera de que adquieran conocimientos, teniendo también presente que esos mismos conocimientos modifican a su vez la estructura del cerebro y por lo tanto condicionan cómo será esa persona en el futuro.
- P. ¿Pero cómo se educa para lo que aún no existe?
- R. Lo más importante es un cambio desde el qué hasta el cómo. Tradicionalmente, la escuela se ha basado en qué damos al alumno y deberíamos centrarnos en cómo lo transmitimos para que no sea un poso de contenidos desconectados entre sí y de difícil aplicación al mundo real. Si no sabemos qué pasará en el futuro ni qué nuevas profesiones surgirán, la formación debe conseguir que los propios alumnos sean capaces de combinar conocimientos de forma novedosa para ser creativos, adaptarse a los cambios y transformar su entorno. El cerebro quiere aprender aquello que le será útil en el futuro.
- P. ¿La tecnología ayuda a lograr ese objetivo?
- R. La educación debe basarse en la combinación de todos los elementos que tenemos al alcance para motivar a los alumnos y ello implica, por descontado, el uso de recursos digitales. No constantemente, porque hay muchas más maneras de aprender, pero la tecnología posibilita personalizar la formación en función de la curiosidad e intereses de cada estudiante. Es importante reservar un tiempo en el aula para disfrutar del propio aprendizaje, reflexionar sobre los conocimientos, saborearlos mediante tácticas de gamificación y dotar de herramientas para que cada alumno, dentro de unos parámetros comunes, encuentre su propio itinerario.
- P. ¿Cómo impacta la tecnología en el cerebro de los nativos digitales?
- R. Los primeros nativos digitales están llegando ahora a la juventud, así que aún falta tiempo para comparar su cerebro de adulto con el de los que hemos sido inmigrantes digitales. Pero sí hemos visto que estas nuevas generaciones tienen menos conectividad en las zonas del cerebro que gestionan la memoria, básicamente porque la externalizan hacia aparatos digitales, y en cambio tienen muchas más conexiones en las zonas de integración, que son las que permiten asociar distintas informaciones entrantes, porque buscan sacarle partido a lo que más les interesa de cada una de esas fuentes de datos. Ese cambio no es ni bueno ni malo. Simplemente, el cerebro se adapta a lo que encuentra.
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