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Paula Palacios, directora del documental ‘Cartas mojadas’: “Somos egoístas y racistas”

La cinta aborda la situación en la ruta migratoria del Mediterráneo central, viajando a Libia y embarcándose en una de las misiones de rescate del barco ‘Open Arms’

Paula Palacios, directora de 'Cartas Mojadas', en Málaga este miércoles. En video, tráiler del documental. Vídeo: García-Santos
Nacho Sánchez

Golpeadas, torturadas, violadas, extorsionadas o vendidas como esclavos. Es la situación que miles de personas se encuentran en Beni Walid, ciudad de Libia a 170 kilómetros al sur de la capital, Trípoli. Punto clave de la ruta migratoria del Mediterráneo central, las historias que cuentan quienes consiguen salir de ese infierno son aterradoras. Pero como todo lo que no se ve, no existe. Sin embargo, la cineasta Paula Palacios ha conseguido llevar hasta allí sus cámaras para mostrarlo al mundo. Es uno de los éxitos de Cartas mojadas, documental producido por Isabel Coixet que se estrenó ayer tarde en el Festival de Cine de Málaga y se podrá ver a partir del 9 de octubre en las salas de cine. Una película cruda que ejerce de testigo de lo que ocurre el viaje migratorio: la lucha entre los guardacostas libios y las embarcaciones de rescate de las ONG europeas, las muertes, el rechazo en Lesbos. También el vergonzoso trato que Europa da a quienes finalmente consiguen el milagro. “Hace falta que se sepa la verdad”, dice Óscar Camps, director de Proactiva Open Arms, cuyo barco es también protagonista del filme.

“Una pregunta recurrente es por qué hago otra película sobre migraciones. La respuesta es fácil: porque ese horror sigue ocurriendo, la gente sigue muriendo, les seguimos expulsando” cuenta Palacios, que comenzó a grabar en 2016 y acabó a finales de 2019. Cuatro años de rodaje trasladados a un documental -cuyo tráiler fue estrenado en EL PAÍS- tan honesto como duro. Un trabajo que pasa del terror en alta mar a la vergüenza del desalojo de un campamento de migrantes en París en pleno invierno. Del martirio libio al rechazo occidental y al discurso de la ultraderecha.

El documental no se puede definir como la película del Open Arms, porque no lo es. La directora utiliza una de las misiones de rescate de la ONG española como excusa para contar lo que sucede en el Mediterráneo central, donde pateras repletas de personas navegan sabiendo que llegar a Europa es una utopía, pero aferrándose a ello como única esperanza de mejorar su vida. Es lo que hacen las más de 500 personas que el barco rojo -nombre que le dan los migrantes- salva en apenas unas horas, con el peaje de tres personas fallecidas, un bebé entre ellas. “Ninguno de ellos se imagina que en Europa no entendamos por lo que pasan”, destaca Palacios. “La solidaridad debería ser eso: intentar no dejar nadie atrás e incluir a quienes migran”, añade Camps, que define a las aguas internacionales frente a la costa Libia -con un área más grande que la superficie de Alemania- como “el lado oscuro de Europa”.

Fotograma del documental 'Cartas mojadas', de Paula Palacios.
Fotograma del documental 'Cartas mojadas', de Paula Palacios.

“Me impactó muchísimo que la mayoría de las personas que iban en estas barcas eran mujeres e hijos, muchos de ellos fruto de las violaciones sufridas en Libia”, cuenta la directora, que también se sube a bordo de una patrullera de guardacostas libios para entender su punto de vista. En ese viaje encuentran una embarcación que ya ha detectado también el Aquarius. En una comunicación con la barca de rescate, los agentes avisan. “No deis a los migrantes la oportunidad de elegir entre vosotros y nosotros. Os pedirán ir a Europa”, subraya por radio para acusarles más tarde: “Queremos demostrar que tratáis con traficantes para generar migración ilegal”. Es la criminalización de la solidaridad mientras Europa financia y entrena a los guardacostas de Libia para que ejerzan de barrera de contención frente a la inmigración. Cuando encuentran alguna patera, la llevan de vuelta al país africano y sus pasajeros son encarcelados.

“Las autoridades europeas insisten en que Libia es un puerto seguro, pero no lo es”, insiste Palacios, que pone a Europa en el eje del problema, como causa de muchas muertes y con la opción -no ejercida- de ofrecer una solución. “Somos países desarrollados que nos hemos unido para hacer cosas estupendas, pero no somos capaces de hacerlas cuando hablamos de situaciones de vida o muerte como estas”, asegura la directora. “Vale más una carrera política que miles de vidas”, subraya Camps.

Más allá del Festival de Málaga y las salas de cine, la directora quiere llevar Cartas mojadas al Parlamento Europeo. Pretende que sirva de documento de lo que ocurre en Libia y que impulse una solución. “Un día antes de viajar, el cónsul de España allí, que está en Túnez, me pidió por favor que no fuese, argumentaba que era un sitio muy peligroso”, relata Palacios. “Si todos saben que es así, ¿por qué se deja sufrir a tantos miles de personas que pasan por allí? ¿Por qué la ONU no actúa?”, se pregunta la cineasta. Uno de los jóvenes migrantes que entrevistó en aquel país le dio una de las claves: le dijo que si solo una de esas personas fuese blanca o si solo uno de los bebés que muere en la travesía por mar fuese blanco, la historia sería diferente. “Somos egoístas y racistas, hay una indiferencia enorme ante la situación de los migrantes cuando nacer aquí o allí sólo depende del azar. Nada hace que alguien se merezca nacer allí o aquí, es algo azaroso”, sentencia la documentalista.

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