El juego de las sillas de Ana Milán: ¿puede un famoso revalorizar un diseño?
La actriz es la protagonista de la nueva entrega de Infiltrados, la original campaña de cámaras ocultas de IKEA con la que nos demuestra que el valor del diseño no está definido por el precio.
El objetivo del joven diseñador Willy Chong cuando proyectó la silla KRYLBO de IKEA era crear una alternativa más sencilla y cómoda a las sillas de comedor. Ante esos modelos con reposabrazos, bastante voluminosos y pesados, su silla llama la atención por una estructura ligera y depurada que parece abrazar el cuerpo. Con una tapicería suave y acogedora, no solo no tiene herrajes visibles, es que apenas se distingue que el asiento y el respaldo son piezas independientes. Un estilo tan minimalista y atemporal que permite adaptarse a cualquier decoración: desde la casa de Ana Milán a su obrador favorito de la ciudad, The Omar.
La actriz y presentadora ha sido la protagonista de la nueva entrega de Infiltrados, la campaña con cámaras ocultas que ha lanzado IKEA para desmitificar que la calidad es un bien de lujo. Sebastián Gallego, su amigo y compañero del podcast La vida y tal, la lleva a disfrutar su brunch favorito. Lo que no espera es adentrarse en semejante “experiencia gastronómica artística”. “Queremos hacer un maridaje entre la gastronomía, que es algo que nos caracteriza aquí, con elementos de diseño, elegidos de manera selectiva por mí”, les explica Óscar, el supuesto responsable de la decoración del local. La silla KRYLBO, en la que están sentados, es una de esas piezas. “Son muy bonitas y muy cómodas”, le confirma Milán, que le encuentra un gran parecido a las de su salón.
El maridaje que propone el ficticio experto tampoco es descabellado. La decoración de un local ha ganado cada vez más protagonismo: ya no solo vamos a un restaurante por la gastronomía, también para disfrutar del interiorismo. Las redes sociales han revolucionado la guía gastronómica y, cuanto más fotografiable, más posibilidades de llenar las reservas. ¿Qué ocurre cuando, además, un rostro conocido es cliente habitual? La camarera “Carlota Milán Gostino”, una aspirante a actriz y fanática de Ana Milán, está incluso dispuesta a perder su trabajo por llevarse la silla en la que se ha sentado y, sin duda, revalorizado.
IKEA quiere demostrarnos con esta divertida campaña que el valor de un diseño no lo marca únicamente su precio. Si por algo es conocido el gigante sueco es por democratizar y rentabilizar al máximo el diseño. Puede que la decoración en la hostelería haya sido considerado un símbolo de estatus –para ganarse una estrella Michelín, un local debe demostrar que sus instalaciones cumplen con unas condiciones de excelencia superiores a la media–, pero lo que todos buscamos cuando nos sentamos a la mesa es un ambiente cómodo y agradable. Y esa sensación no tiene precio.
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